Los
representantes del PP en la Diputación de León han sido elegidos
mayoritariamente por una candidatura alternativa a la que proponía la dirección
del partido. Así 8 de los 11 diputados de ese partido en la Diputación
corresponden al sector crítico y tan sólo 3 al sector oficial. Han sido también patentes los choques hasta el
punto que otra líder de su partido la llego a llamar “mentirosa compulsiva” a la
presidenta de ese partido en León, Ester Muñoz.
Todo ello
podría poner en cuestión el papel que esa presidenta pueda ejercer como
representante de las voluntades de los propios afiliados del PP en León.
Podríamos decir que los datos no la avalan como una líder con respaldo social
suficiente en su propio partido.
Sin embargo
el PP acaba de nombrar a Ester Muñoz como vicesecretaria de Sanidad y Educación
de ese partido a nivel de toda España. Uno podría pensar que ello viene a ser
una especie de “premio” por ser un instrumento al servicio de su partido. Sus
insuficientes apoyos a nivel interno en León se compensan con cargos en Madrid.
El debate
entre “ser instrumento de un partido” o “ser representante de la ciudadanía” no
es en absoluto específico de un partido político. Por ejemplo en CC.OO. se
sustituye a Xoxepe Vega por alguien como Elena Blasco con nulo arraigo en León.
Vendría a ser otro caso en que se cambia a alguien que era una persona
identificada con los valores del territorio en el que se ubica, por una persona
que fundamentalmente será un instrumento de su sindicato, aunque ello sea
contrario a los deseos de los militantes leoneses. Incluso en ocasiones se opta
por perder representatividad en un determinado territorio si ello se compensa
con una mayor obediencia a lo que se marca en la dirección general. Ya veremos
lo que puede suceder en las elecciones sindicales.
Un caso más vendría
a ser el de Pablo Fernández en Podemos. Este partido ha pasado de aspirar al
“sorpaso” a ir directamente al “tortazo” y estar en grave riesgo su propia
existencia. Debería reflexionar en que medida ese declive se debe a haber
abandonado su condición de representante de aquellos que les habían votado.
Pablo Fernández inicia su andadura
política en León, luego ya se traslada a Valladolid y ahora es habitual verle
en las ruedas de prensa de su partido en Madrid. Sería otro caso más en el que
se prima ser instrumento de su partido por encima de actuar como representante
de aquellos que le han votado.
Podría haber
más casos y en otros partidos, pero creo que estos tres pueden ser suficientes
para explicar lo que pretendo. He procurado además que se recojan diferentes
ópticas políticas para que nadie piense que esto es privativo de una
determinada ideología.
Ahora
quisiera mirar lo que fue el proceso autonómico leonés. Martin Villa procede
del franquismo y es el ministro encargado de diseñar el mapa de las autonomías.
Pero ese diseño lo hace alguien que no cree en ese modelo autonómico y plantea
“un centro fuerte” que actué como contrapeso a los nacionalismos periféricos de
Cataluña y Euskadi.
En su plan
los miembros de su partido en León los utiliza como instrumentos al servicio de
sus intereses. Dejan a un lado su papel de representantes de la ciudadanía y
pasan tener un carácter instrumental de lo que era la propuesta de Martin
Villa. La exposición de Luis Soto que era portavoz de UCD en el Ayuntamiento de
Ponferrada es clara. Así dice: “el
sentimiento, la aspiración de todos los componentes de la Diputación, así como
la mayoría de mujeres y hombres de El Bierzo, era optar por León sólo, lo que
así se manifestó en una primera encuesta realizada entre los ayuntamientos”.
Sin embargo
UCD desaparece como partido. Por ello mismo los diputados se ven libres de
ejercer ese papel instrumental. En base a ello promueven una votación en la
Diputación de León en la que se solicita abandonar el marco territorial de
Castilla y León. Esa votación la gana la moción leonesista y lo hace por 22 votos frente a 4. Claro, para ello era necesario que UCD la votase
favorablemente como finalmente hizo. A raíz de aquello Martin Villa no se
presentará nunca más por León y prácticamente desaparece de la vida social y
política leonesa.
La
democracia se asienta en el valor de la representatividad de la ciudadanía. Por
ello sería entendible que dentro de un mismo partido pudiera haber votos
diferentes e incluso discrepantes. Los bloques monolíticos son en su mayoría ficticios.
En
definitiva abogamos por dar valor al concepto de representatividad de la
ciudadanía. Que el protagonismo fundamental lo puedan tener los votantes.
Evitar que se prime el ser instrumento de los objetivos de un partido, por
encima de lo que puedan ser los deseos de la ciudadanía que le ha votado.
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