sábado, 29 de junio de 2024

CONOCER, SABER Y DEPENDER.

 


            Se dice que Sócrates cuando se logra que el conocimiento se plasme en documentos escritos, el evito esa posibilidad. Pero no fue el único, otros como Pitágoras o Jesús de Nazaret también siguieron optando por la tradición oral. El motivo por el que seguían esa conducta era por cuanto consideraban que con los libros el saber y el conocimiento era algo externo a las personas y no intrínseco a ellas. También que ese “depositar el conocimiento fuera de nosotros mismos” podía llevar a evitar el esfuerzo de la reflexión. Bastaría tener el texto al alcance de la mano y se evitaría el esfuerzo por comprender esa información. [1]

            Muchos siglos después (en el 2011) un psicólogo social (Wegner) le vendría a dar la razón. Hace un experimento con voluntarios para medir la capacidad de recordar. A unos les dice que esa información la pueden encontrar en un ordenador y a otros no les dice esto. Pues bien el experimento concluía que aquellos que pensaban que la información quedaba guardada relajaron el esfuerzo por aprenderla. El conocimiento cada vez más lo encontramos fuera de nuestra mente y tendemos a recordar más donde lo podemos encontrar más que el propio conocimiento.

            En nuestra época cada vez más el conocimiento es algo que es externo a nosotros mismos. Ponemos algunos ejemplos. Antes para dirigirte a un determinado sitio ya fuera en coche o andando seguías tu propio conocimiento a través de lo que pudieras haber aprendido. Hoy todos los coches incluyen GPS y delegamos en el aparato para que nos guie hacia el lugar que deseamos. Lo mismo hacemos muchas veces incluso en nuestras caminatas ya sea por el campo o por la ciudad.

            Cuando deseamos hacer una consulta acudimos al buscador para encontrar la información sobre aquello que buscamos. Además podemos decir que si el contenido se trasmite a través del comentario de una persona entonces somos relativamente más proclives a ponerlo en duda, que si lo es a través de un medio tecnológico.

            Ese “conocimiento externo” nos hace ser muy dependientes. Por un lado somos menos capaces de encontrar las cosas por nuestros medios. El saber se “deposita” en internet pero deja de estar en nuestra cabeza. Como no nos adiestramos en elaborar pensamientos, estamos en mucha mayor medida abocados a que “otros piensen” por nosotros.

            Esta situación tiene también consecuencias políticas y hace más fácil la manipulación a una población “poco entrenada” en pensar por sí misma. Así se facilita que cobre un mayor protagonismo “el grito” en detrimento de “la reflexión”.

            Ahora todo o casi todo se vincula a la Inteligencia Artificial. Cabría reflexionar si esa inteligencia artificial va a estimular la inteligencia “natural” (la que es propia de cada persona) o por el contrario la va a “adormecer”. En todo caso lo que no cabe duda es que nos va a hacer más dependientes del conocimiento de otros. Esa dependencia hace que sea también más fácil la manipulación. Cada vez es más complicado averiguar cuando una información es correcta o falsa. Las empresas y los canales informativos tienen departamentos especializados en detectar los bulos. Podríamos decir que las confrontaciones ya sea entre países, ideas o hasta clubs deportivos se trasladan al universo de la comunicación.

            Desde luego no abogamos por “volver al pasado”. Para avanzar es necesario la comunicación de conocimientos ya sea en formato impreso o electrónico. Sin embargo si hay que alertar de los riesgos que supone el buscar la salida a los problemas que se puedan plantear en el conocimiento que nos puedan dar instrumentos que llegan a nosotros. Creo que por un lado ello nos puede hacer “más vagos” en desarrollar nuestras propias habilidades. ¿Para qué voy a buscar una dirección si ya me lo puede facilitar el GPS? Por otro lado ese conocimiento va a estar en mayor medida vinculado al poder de compra (la inteligencia artificial no es gratis). Y además nos hace más dependientes en tanto la resolución de los problemas estará en mayor medida fuera de nuestras propias capacidades.

            El reto será que esas mayores capacidades que nos da la sociedad actual supongan también un mayor avance en el desarrollo personal. Que sean un impulso y no supongan un debilitamiento. Necesitamos personas capaces de afrontar los grandes desafíos a los que se enfrenta el mundo. El avance social pasa necesariamente por una mayor cohesión y asunción de valores. Una sociedad que mira más al móvil que a la persona que tiene enfrente es complicado que la tenga en cuenta. Cada vez más “oímos” (canciones, programas…) pero no escuchamos. Nos encerramos en los auriculares para aislarnos del entorno.

            El futuro nos trae esperanza, pero también modos de conducta que pueden llevarnos a un excesivo individualismo. Esperemos saber caminar recogiendo las ventajas que nos aporta la tecnología sin que ello suponga perder valores  e independencia frente a la resolución de problemas.



[1] Datos recogidos en el libro “El infinito en un junco” de Irene Vallejo.

viernes, 14 de junio de 2024

LA EUSKADI EN LA QUE CREO.

 


         Hubo un tiempo que en Euskadi estaba prohibida la ikurriña y se penalizaba el hablar en euskera. Tal vez como reacción luego surgió una Euskadi en que se asesinaba al que simplemente tenía otra forma de ver las cosas. En una se prohibía el “Gora Euskadi” y en otra no se podía decir “Viva España”. Ya ven, yo veo en todo ello muchas más similitudes que diferencias. Es la Euskadi monocolor y sólo cambia la variedad cromática que le pueda gustar a cada cual. Una y otra propugnaban imponer un pensamiento y una identidad única. 

            La Euskadi en la que creo es plural en sus formas de pensar y sentir. La que busca la convivencia entre los que piensan diferente. La que no quiere modelos monolíticos e impuestos. A esa Euskadi monocolor yo opongo una Euskadi “arco iris”. La libertad tiene colores y se construye desde el respeto a la diferencia. . Construir “un” arco iris que los armonice será fundamental para avanzar en conseguir el progreso social y económico. Es uno de los retos más importantes que tenemos que afrontar tanto en el presente como en el inmediato futuro.

            Conjugar “unidad y pluralidad” es clave. Una unidad que uniformiza todo es atosigadora y atenta a las libertades tanto de grupo como individuales. La división debilita la fuerza para lograr los objetivos que se persiguen.  En ese proceso de conjugar “unidad y pluralidad” será fundamental diferenciar aquellos temas que son prioritarios, de otros que son “menos importantes”. Sin hacer dejación de lo que pueden ser los planteamientos propios, habrá que transigir hasta lograr una cierta unidad de acción. Es avanzar desde el respeto y la diversidad.

Este marco plural es opuesto a aquellos que lo que quieren es confrontar dos unidades. En ese sentido los independentistas pueden ser tan uniformizadores como los seguidores de Vox. Especialmente esto es así cuando esa unidad se ha buscado alcanzarla mediante el recurso al terror y a la amenaza. Euskadi ha pasado demasiados años en los que el miedo evitaba la libertad de expresión. Primero con Franco y luego con ETA. Todavía algunos partidos siguen anclados en ese pasado.

            Una sociedad de hombres libres es también aquella que promueve que las personas con menos medios puedan acceder a unos servicios de calidad que eviten la discriminación en función de los recursos económicos de cada uno.

            La Euskadi en la que creo es la de una sociedad abierta al mundo. Pero también la que conjuga esa apertura con el orgullo de una identidad propia. La que hace posible conjugar el “ser diferentes” con la armonía con otros territorios. Es la Euskadi que busca más triunfar en esa competencia en un mundo cada vez más global.  Para lograrlo hay que facilitar los instrumentos que permitan avanzar. Nadie es siempre el mejor en todo. Hemos de abrirnos al mundo para ver en qué cosas debemos mejorar, conocer otros modelos.

            La Euskadi en la que creo es la Euskadi de las personas. Es aquella en la que todo proyecto político se tiene que sustentar en las voluntades individuales  y en el respeto hacia el diferente.  No creo que haya que deban prevalecer los proyectos políticos a las necesidades personales. En ese sentido habrá que priorizar tener los mejores médicos, los mejores profesionales de la educación o de la seguridad, por encima de que sus perfiles encajen mejor o peor en un determinado proyecto. Es en las dictaduras donde los científicos se eligen en función de la identidad ideológica. Pero cuando alguien está en un quirófano quiere que le opere el mejor profesional sin preguntar su ideología, su idioma, el color o el género de aquel que le está operando.

            Creo en una Euskadi en que se potencie el conocimiento, como motor que facilite mejorar nuestras cuotas de bienestar social. Las buenas ideas serán bienvenidas y no importa en el idioma en que se expresen. Hay que facilitar que el talento de cualquier persona pueda revertir en el conjunto de la sociedad. Hay que ser impulsor y evitar poner frenos a todo ello.

            No creo en una Euskadi que utiliza la expresión “español” como insulto. Tampoco creo en aquella que identifica a “vascos” con “nacionalistas” y menos aún con vincularlos a ETA.

            La Euskadi en la que creo es la que se fija por principal objetivo el mejorar la calidad de vida del conjunto de los vascos. En ese sentido habría que evitar todas las cuestiones que puedan dificultar ese objetivo. Buscar la excelencia antes que la procedencia.

            Creo en una Euskadi con igualdad de derechos y también de deberes. Una sociedad de mujeres y de hombres que puedan vivir libres de amenazas. También en la Euskadi en la que cada cual pueda expresar su sexualidad sin temor a represalias.

            La Euskadi en la que creo es en definitiva la Euskadi de mujeres y hombres libres que desde su libertad impulsen una sociedad mejor para todos.

jueves, 6 de junio de 2024

ALIANZA POPULAR (AHORA PP) Y EL PROCESO AUTONÓMICO LEONÉS.

 


            Diciembre de 1977. Siendo presidente de Alianza Popular Emiliano Sánchez Lombas hace estas declaraciones en nombre de su partido refiriéndose a la autonomía leonesa:  siempre sobre la base de no endosar a nuestra provincia en un régimen preautonómico que condicione de manera irreversible nuestra adscripción futura con determinadas provincias y sin un previo referéndum que permita conocer las verdaderas aspiraciones del pueblo leonés en lo que a su autonomía se refiere”.

            Al parecer una universidad (la Uned) incluso llega a afirmar que hubo ese referéndum al que alude en ese texto Alianza Popular. En fin, es evidente que no se dio nunca esa oportunidad a los leoneses (y tampoco a los castellanos) de votar este marco autonómico ni tampoco su estatuto. Parece mentira que una universidad que se supone debería ser “el templo del saber” diga esas cosas. Esto no son opiniones (respetables siempre), son hechos, nunca hubo tal referéndum. Curiosamente fue esa misma universidad la que en el 2004 publica un libro titulado “Regionalismo y autonomía en Castilla y León” en el que tuve oportunidad de participar.

            Siguiendo con AP el 10 de noviembre de 1977 su presidente afirma “reivindicamos la institucionalización de la Región Leonesa, contemplándola con aquellas provincias hermanas que constituyeron el Reino de León”.  En todo caso se afirma “la elección no debe ni puede ser capricho de uno o dos o los que usted quiera”. Ya ve, señor Mañueco esto es algo que decía Alianza Popular que luego paso a denominarse Partido Popular, su partido. Son datos comprobables y verificables por eso pongo la fecha en que se producen esas declaraciones. Siguiendo las aberraciones usted dice que alguien que ha votado en unas elecciones autonómicas a UPL tiene sentimiento de pertenencia a esta Comunidad. Identifica votar en las elecciones autonómicas con sentimiento de pertenencia  e incluso lo compara con lo que ocurre en Cataluña. Según usted sólo los abstencionistas no tienen ese sentimiento de pertenencia. Desde luego como analista usted no tiene precio, pero vamos que estas barbaridades las diga el presidente de esta Comunidad Autónoma…

            AP en 1978 de modo explícito rechaza la integración en la autonomía de Castilla y León. Así dice el 14 de enero de ese año “algunos parlamentarios tratan de incluir León en la futura Región Castellana, olvidando sin duda, que carecen de mandato popular necesario para irrogarse tal facultad. Es imprescindible un plebiscito que permita a los leoneses determinar su propio destino. En esta contienda León se ventila el ser o no ser”.

            Veamos, por una parte se dice que “León se ventila el ser o no ser”. Pues mire ha salido “el no ser” y claro los males se derivan de esa “no existencia”. Pero claro es que ese “no ser” se ha hecho de espaldas a la ciudadanía a la que nunca se le permitió el referéndum al que tantas veces se alude (y desde diferentes posiciones políticas). Pero aún más, resulta que los partidos y en concreto Alianza Popular se presentaba a las elecciones con unos postulados que posteriormente abandonaba. Busco el voto con esos argumentos y cuando ya la ciudadanía ha votado entonces cambio. Es esta una prueba más de que el proceso autonómico leonés fue todo menos democrático.

            La posición del diputado del PP Antonio Del Valle podríamos decir que tiene bastantes puntos en común con la que ahora mantiene Iniciativa Autonómica Leonesa. Así decía “que se logre uno para León, abierto a las provincias que quieran asociarse a él y sin perjuicio de integraciones posteriores”.

            En el segundo congreso provincial de AP celebrado el 21 de septiembre de 1.979 se ratificó mayoritariamente la opción autonómica uniprovincial. Sobre 134 votos emitidos 89 fueron favorables a esa opción, mientras que la opción de autonomía con Asturias superaba en votos a la que alcanzaba la de Castilla y León.

            Hubo personas dentro de ese partido que defendieron la autonomía leonesa y creo lo hicieron con sinceridad. Uno de ellos fue José María Suárez del que se recuerda que el día en que acudió a uno de los plenos institucionales con una corbata de luto en señal de duelo por la identidad leonesa. También fue el abogado que impulso el recurso contra los acuerdos que se habían dado en diferentes ayuntamientos leoneses. También en esa misma línea estuvo Alfredo Marcos Oteruelo.

            En definitiva tenemos que Alianza Popular tuvo un posicionamiento favorable a una autonomía leonesa y también a la existencia de un referéndum. Pero en esto coincidía con otros partidos como he tratado de mostrar en estos artículos. Claro igual resulta que el incluir León en el actual marco autonómico desde luego no fue en base a la voluntad de los leoneses y más bien cabría hablar de un engaño político.