Cuando miro el mundo la verdad es que encuentro demasiadas cosas que no me gustan. Más allá de las opciones ideológicas que cada uno pueda defender lo que asusta son unos comportamientos histriónicos que encima reciben un gran respaldo social.
No logro entender que alguien que
actualmente preside Argentina haga campaña electoral con una motosierra y toque
la campana de la apertura de la bolsa de Nueva York con una mueca propia de una
película de terror. Además resulta extraño que ese personaje reciba el
reconocimiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Tal vez su “mérito”
sea el que ambos coinciden en su oposición a Pedro Sánchez y todo vale para
derribarlo.
Pero claro ni mucho menos es un caso
único. Trump en su campaña contra la inmigración les acusa de que “comen
nuestras mascotas”. Vamos el problema “son las mascotas” y no tanto la
desesperación que pudieran tener esas personas (en el caso de que su afirmación
fuera cierta) para tener que comer esas mascotas.
En Brasil o en Estados Unidos se han
dado asaltos a los parlamentos que los indicios muestran que pudieran estar
apoyados por los candidatos que perdieron las elecciones.
En Venezuela alguien dice haber
ganado unas elecciones sin mostrar las actas que muestran los resultados en las
diferentes urnas.
En Irán existe una policía de la
moral que obliga a respetar unas normas de conducta personal. Ya no es sólo que
obligue a las mujeres a llevar velo es que si se lleva “mal puesto” (de acuerdo
a lo que ellos consideran), te puede costar la muerte. Mahsa Amini llevaba el
velo, pero esa policía de la moral consideraba que lo llevaba “mal puesto”. Fue
suficiente.
En Corea del Norte es habitual el
que la disidencia o incluso el error se pueda castigar con penas que llegan
hasta la pena de muerte.
En
toda Europa avanzan las fuerzas de extrema derecha pero también otros con
nombres tan curiosos como “El partido por la cerveza” (Austria) o tan
personalistas que llevan el nombre y apellido del líder en la propia
denominación como la “Alianza Sahra Wagenknecht” (Alemania). La versión
española de esos partidos sería la de “Se acabo la fiesta” que también obtuvo 3
escaños en las últimas elecciones europeas.
En mi opinión todo estos y otros
ejemplos nos muestran un mundo excesivamente convulso que camina por medios
poco democráticos y donde la racionalidad y la libertad están en declive.
Creo que ello es también un signo de
lo que Alain Finkielkraut denominaba “la derrota del pensamiento”. Este autor
concluía su obra (publicada en 1.987) diciendo: “La barbarie ha acabado por
apoderarse de la cultura. A la sombra de esa gran palabra, crece la
intolerancia, al mismo tiempo que el infantilismo”. Y continuaba “es la
industria del ocio, esta creación de la era técnica que reduce a pacotilla las
obras del espíritu. Y la vida guiada por el pensamiento cede suavemente su
lugar al terrible y ridículo cara a cara del fanático y del zombie”.
Ese análisis que se hacía 37 años
creo que muestra en buena medida la
sociedad actual. Lo que ocurre en las élites políticas no es más que un reflejo
de lo que pasa a nivel general en las
sociedades. Lo peligroso no es tanto que surjan estas ideas o alternativas,
sino que ellas tienen un amplio respaldo social que los lleva a ganar
elecciones o al menos a conseguir una importante representación.
La sociedad que se nos dibuja en el
futuro es aún más individualista que la actual. Se promueve la relación con la
máquina en muchos casos como sustitución de la que puede darse con las
personas. Podríamos decir que se “digitaliza la conversación” entre personas y
que la gestualidad de una sonrisa se convierte en un mero icono.
En ese medio que destierra el
pensamiento en tanto se prima la facilidad de la imagen sobre la profundidad de
la “letra”. La elaboración de un discurso filosófico, sociológico o científico
se sustituye por una frase lo más corta posible que se repite infinidad de
veces. Incluso medimos las veces que se repite dicha frase o imagen (los videos
“virales” por ejemplo) antes de lo que pueda aportar en cualquier ámbito del
conocimiento. Interesa más el “cuanto se repite” que “lo que dice”.
En un mundo que tiene retos muy
complejos (el cambio climático, la inmigración, las guerras…) sin embargo para
enfrentarlos nos vemos con una sociedad donde tiene escasa cabida la reflexión
y el pensamiento.
Creo que hay que recuperar el valor de la palabra.. Conseguir que se mantenga la relación entre las personas ya sea en un acto de compra o en una ventanilla administrativa. La despersonalización es un camino hacia la intolerancia y ella nos lleva a gobiernos no democráticos La libertad tiene rostro humano y no debemos perderlo.