lunes, 9 de diciembre de 2024

UN MUNDO CONVULSO.

 

         Cuando miro el mundo la verdad es que encuentro demasiadas cosas que no me gustan. Más allá de las opciones ideológicas que cada uno pueda defender lo que asusta son unos comportamientos histriónicos que encima reciben un gran respaldo social.

            No logro entender que alguien que actualmente preside Argentina haga campaña electoral con una motosierra y toque la campana de la apertura de la bolsa de Nueva York con una mueca propia de una película de terror. Además resulta extraño que ese personaje reciba el reconocimiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Tal vez su “mérito” sea el que ambos coinciden en su oposición a Pedro Sánchez y todo vale para derribarlo.

            Pero claro ni mucho menos es un caso único. Trump en su campaña contra la inmigración les acusa de que “comen nuestras mascotas”. Vamos el problema “son las mascotas” y no tanto la desesperación que pudieran tener esas personas (en el caso de que su afirmación fuera cierta) para tener que comer esas mascotas.

            En Brasil o en Estados Unidos se han dado asaltos a los parlamentos que los indicios muestran que pudieran estar apoyados por los candidatos que perdieron las elecciones.

            En Venezuela alguien dice haber ganado unas elecciones sin mostrar las actas que muestran los resultados en las diferentes urnas.

            En Irán existe una policía de la moral que obliga a respetar unas normas de conducta personal. Ya no es sólo que obligue a las mujeres a llevar velo es que si se lleva “mal puesto” (de acuerdo a lo que ellos consideran), te puede costar la muerte. Mahsa Amini llevaba el velo, pero esa policía de la moral consideraba que lo llevaba “mal puesto”. Fue suficiente.

            En Corea del Norte es habitual el que la disidencia o incluso el error se pueda castigar con penas que llegan hasta la pena de muerte.

                        En toda Europa avanzan las fuerzas de extrema derecha pero también otros con nombres tan curiosos como “El partido por la cerveza” (Austria) o tan personalistas que llevan el nombre y apellido del líder en la propia denominación como la “Alianza Sahra Wagenknecht” (Alemania). La versión española de esos partidos sería la de “Se acabo la fiesta” que también obtuvo 3 escaños en las últimas elecciones europeas.

            En mi opinión todo estos y otros ejemplos nos muestran un mundo excesivamente convulso que camina por medios poco democráticos y donde la racionalidad y la libertad están en declive.

            Creo que ello es también un signo de lo que Alain Finkielkraut denominaba “la derrota del pensamiento”. Este autor concluía su obra (publicada en 1.987) diciendo: “La barbarie ha acabado por apoderarse de la cultura. A la sombra de esa gran palabra, crece la intolerancia, al mismo tiempo que el infantilismo”. Y continuaba “es la industria del ocio, esta creación de la era técnica que reduce a pacotilla las obras del espíritu. Y la vida guiada por el pensamiento cede suavemente su lugar al terrible y ridículo cara a cara del fanático y del zombie”.

            Ese análisis que se hacía 37 años creo que muestra en buena medida  la sociedad actual. Lo que ocurre en las élites políticas no es más que un reflejo de lo que  pasa a nivel general en las sociedades. Lo peligroso no es tanto que surjan estas ideas o alternativas, sino que ellas tienen un amplio respaldo social que los lleva a ganar elecciones o al menos a conseguir una importante representación.

            La sociedad que se nos dibuja en el futuro es aún más individualista que la actual. Se promueve la relación con la máquina en muchos casos como sustitución de la que puede darse con las personas. Podríamos decir que se “digitaliza la conversación” entre personas y que la gestualidad de una sonrisa se convierte en un mero icono.

            En ese medio que destierra el pensamiento en tanto se prima la facilidad de la imagen sobre la profundidad de la “letra”. La elaboración de un discurso filosófico, sociológico o científico se sustituye por una frase lo más corta posible que se repite infinidad de veces. Incluso medimos las veces que se repite dicha frase o imagen (los videos “virales” por ejemplo) antes de lo que pueda aportar en cualquier ámbito del conocimiento. Interesa más el “cuanto se repite” que “lo que dice”.

            En un mundo que tiene retos muy complejos (el cambio climático, la inmigración, las guerras…) sin embargo para enfrentarlos nos vemos con una sociedad donde tiene escasa cabida la reflexión y el pensamiento.

            Creo que hay que recuperar el valor de la palabra.. Conseguir que se mantenga la relación entre las personas ya sea en un acto de compra o en una ventanilla administrativa. La despersonalización es un camino hacia la intolerancia y ella nos lleva a gobiernos no democráticos La libertad tiene rostro humano y no debemos perderlo.

jueves, 5 de diciembre de 2024

AUTONOMÍA LEONESA Y DEMOCRACIA.

 


                        Me van a permitir iniciar este artículo con una cita de un presidente de Estados Unidos (Wilson) que decía : Todo poder legítimo deriva del consentimiento de los gobernados. Nadie tiene derecho a transferir los pueblos de una soberanía a otra como si fuese de su propiedad”. Creo que está frase se puede aplicar por entero al caso leonés.

            Todas las encuestas desde el inicio del proceso han dejado claro que los leoneses desean un marco autonómico propio. Pero si alguien tiene dudas puede ver que en los ayuntamientos leoneses son mayoría los que se han pronunciado por una autonomía leonesa y muy pocos los que se han opuesto. Podríamos decir que están “los partidarios” y los que no se pronuncian. También la Diputación de León en diferentes momentos ha defendido la posición de una autonomía leonesa. En la calle ha habido muchas manifestaciones leonesistas y ninguna favorable a Castilla y León. En los estadios hay banderas leonesas pero no de Castilla y León. En la calle están los símbolos leoneses y en las sedes oficiales los de Castilla y León. Por todo ello cabe decir que esta autonomía de Castilla y León no deriva del consentimiento de los leoneses y por tanto no puede considerarse un poder legítimo (una cosa es que sea legal y otra legítimo).

            En esa misma línea hay que denunciar que en su momento “se transfirió a la Región Leonesa de una soberanía a otra como si fuese de su propiedad”. Efectivamente Martin Villa trato la Región Leonesa como un territorio de su propiedad al que sometió a su propio criterio sin tener para nada en cuenta lo que pensaban los leoneses. Hay que recordar que  Rodolfo Martin Villa era Ministro de Administración Territorial y a la vez el secretario general de UCD en León (partido mayoritario en aquel momento). El encargado de diseñar el mapa autonómico era alguien que llegaba desde el régimen franquista y que para nada creía en las autonomías ni tampoco le importaba la voluntad popular. En ese sentido su idea era formar un frente de contención respecto a los nacionalismos periféricos de Cataluña y del País Vasco. Donde tuvo suficiente poder (como León) lo hizo y considero que le hubiera gustado también incluir lo que hoy es La Rioja o Cantabria. Hoy los hechos demuestran claramente que también ese objetivo de “contención” ha fracasado. 3 peras y 6 manzanas no suman.

            Cuando UCD fracasa y desaparece como partido sus cargos se ven liberados del seguimiento a Martin Villa. Entonces el que fuera presidente de la Diputación Julio Cesar Rodrigo De Santiago promueve una votación en la que por 20 votos favorables y 4 en contra se aprueba una moción reivindicativa de la autonomía leonesa. Martin Villa desaparece de la escena política leonesa para siempre. León dejaba de ser de su propiedad, pero ahora estaba la dificultad de salir de esta situación.

            Pero claro la creación de Castilla y León no hubiera sido posible sin el impulso que desde Valladolid daba Peces Barba. Desde el principio era el gran beneficiado de esta autonomía era Valladolid por cuanto esta unión lo situaba en el centro no sólo geográfico, también económico y político. Si se hubiera dado una autonomía de la Región Castellana y otra de la Región Leonesa Valladolid hubiera perdido esa posición y eso era algo que buscaron evitar en todo momento.

            La pregunta no es ya que marco autonómico desean los leoneses. Esa ya está contestada y no creo que nadie la pueda poner en duda. La verdadera pregunta sería a los partidos y sería:  ¿cómo demócratas están dispuestos a respetar esa voluntad de la ciudadanía leonesa y actuar como representantes de aquellos que los han elegido?

            Los leoneses a lo largo de su historia han sido baluartes de los principios democráticos (adaptados a cada momento histórico). Es la lucha de “la ley” (Cortes de 1.188, Fueros de León…) frente a la espada. La del Cid Campeador que guerreaba muy bien aunque como mercenario lo hiciese en favor de aquel que le reportase beneficios.

            León ha sufrido el que el relato lo ha hecho el ganador. Alguien pagaba a un juglar para que hiciese un alegato a su figura (como el cantar del Mio Cid) y luego eso ha “colado” en la historia a través de los siglos.

            Aquel que defiende unos principios democráticos no puede apoyar un marco autonómico impuesto que está generando destrucción en toda la economía y sociedad leonesa. Apoyar una autonomía leonesa es apostar por los principios democráticos.

lunes, 2 de diciembre de 2024

LA CRISIS DE AUTORIDAD Y LA SOBREPROTECCIÓN FOMENTAN EL AUTORITARISMO.

 


            Creo que puede haber un cierto consenso en considerar que en la sociedad actual se dan estas tres circunstancias: 1/ Hay una crisis de autoridad 2/ En las familias tiende a darse un exceso de protección a los niños  3/ En el mundo van ganando peso los dirigentes con un talante autoritario y personalista. Este artículo mantiene la tesis de que no son cuestiones independientes sino que más bien están interrelacionadas.

            Vamos a empezar por el análisis de la crisis de autoridad. Sostengo que esa crisis está muy directamente asociada a una falta de identificación de valores. Hay una anomía que difumina las normas sociales. No son suficientemente claros los límites de conductas y la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. En ello tiene también su influencia el que en Europa la religión (que da normas de comportamiento) haya perdido gran parte de su peso en nuestras sociedades y no ha sido sustituida por alguna otra institución capaz de fomentar normas de conducta.

            Es un mundo en el que las pantallas son nuestro principal punto de referencia. Los juegos en los que se daba una interacción con otros niños, en los que había unas normas que había que cumplir son hoy fundamentalmente un recuerdo del pasado. Ello nos lleva a una sociedad en gran medida individualista y en la que “el otro” apenas cuenta.

            La autoridad se basa en la existencia de normas y en el consenso de que alguien debe velar por su cumplimiento. Pero hoy en muchos ámbitos y especialmente en la función pública no hay una estructura que permita premiar a aquellos que hacen bien su labor y castigar al que lo hace mal o muy mal. Con ello se beneficia al infractor.

            Mantengo que otra de las cosas que caracteriza nuestro medio social es la excesiva sobreprotección que se da a los niños. Es lo que hace que podamos verlos con trajes de neopreno en la playa o con todo tipo de cascos cuando patinan. Estamos fabricando niños burbuja. Ello hace que se sientan poco preparados para enfrentarse al mundo cuando necesariamente deban salir de esas burbujas y actuar por sí mismos.

            Uno de los factores que explica esa sobreprotección de los padres es la falta de seguridad en sí mismos. Tratan de evitar el problema que le pueda suceder a su hijo para así no tener que enfrentarse al mismo.

            La actual tendencia a la sobreprotección de la infancia lleva a una sociedad menos preparada para afrontar las dificultades. Se ha acostumbrado al niño a que cuando surgen los problemas son otros los que deben afrontarlos y por tanto  no se le educa en fomentar su capacidad para poder superarlas.

            Por otro lado podemos ver como en el mundo va ganando peso las posiciones vinculadas al autoritarismo. Trump ha ganado las elecciones en Estados Unidos y por la importancia de ese país y su repercusión mediática es una referencia de esas posturas. En todo caso dista muchísimo de ser la única. Por ejemplo Irán con su policía de la moral, o los talibanes en Afganistán o Netanyahu en Israel. Pero también Javier Milei o Maduro. En Europa Putin y el avance de la extrema derecha en muchos países de la Unión Europea. En Asia tenemos a Corea del Norte o China.

            En el análisis sobre el origen del nazismo Erich Fromm decía que “les daba la fuerza de la que el yo carece”. Creo que esa explicación también es válida hoy. En una sociedad en la que se da esa anomía y carencia de normas. En la que hay falta de autoridad y exceso de proteccionismo. Todo ello fomenta personas poco autónomas en su forma de actuar. En las que se hace más fácil seguir lo que alguien dice. El pensamiento no pasa por su mejor momento y se prima la imagen o el slogan. En ese sentido muchas veces se prima más a un determinado líder que nos marca un camino (el que sea). Cobra más importancia el “cómo se dicen las cosas” a “lo que se dice”. Esos líderes muestran capacidad de convencer en base a la propia fuerza con la que expresan sus ideas (les dan “la fuerza de la que el yo carece”). Trump o Milei pueden tener puntos en común en lo que fueron sus campañas electorales. Ese “ser distintos” y salir de la imagen del político tradicional ha contribuido a que hayan podido ganar sus respectivos procesos electorales.

            Evidentemente este escenario de una sociedad débil que propicia líderes políticos autoritarios es peligroso. Podríamos decir que la racionalidad se pierde y el grito gana a la palabra. Pero para cambiar todo ello, lo primero que habría que hacer es cambiar los modos de conducta de esta sociedad. Hacerla más adulta con reconocimiento de los principios de autoridad y ganando en autonomía en las decisiones.