domingo, 9 de febrero de 2025

EL PELIGRO DE DENIGRAR LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS.

 


            Vivimos en un momento en el que hay un cierto consenso social que lleva a denigrar a la política y a los políticos. No me refiero sólo al caso de España sino que creo que esto es algo que trasciende y ocurre en muchos países del mundo.

            Creo que ello se debe, por un lado a que la clase política no siempre ha estado a la altura que debía. También a que se ha olvidado el papel que les corresponde como representantes de la ciudadanía que les ha votado. Por otro hay una lucha sin cuartel para tratar de demostrar lo malo que es “el otro” para así tratar de trasladar que “yo soy mejor”. Pero claro en eso cobra mucha más importancia el denostar a ese contrario que en lograr la identidad con mis propios postulados. Con ello hay un debate que se centra fundamentalmente en “lo negativo” . Se vota mucho más “a la contra” que en favor de unos determinados postulados.

            En la situación que estoy describiendo tal vez ustedes piensen en la que se da en la política española. Creo que en eso aciertan, pero pienso que esa no es muy distinta de la que se da en otros países como por Ejemplo Estados Unidos o Argentina (por poner sólo dos ejemplos).

            Además tenemos una situación en la que hay un mundo muy convulso con guerras, con amenazas nucleares, con desastres naturales… Se pone en cuestión los liderazgos también entre las naciones con dos grandes polos en el que en uno podría estar lo que podríamos denominar Occidente y en el otro uno con la Rusia de Putin al frente y con Corea del Norte, Irán…

            Este caldo de cultivo es ideal para que aparezcan “salvadores” que crecen al margen de los partidos políticos. Un caso claro es el de Donald Trump que logra su liderazgo podríamos decir que “a pesar” del partido republicano.  Pero su caso no es muy distinto del de Milei en Argentina o el del Calin Georgescu en Rumania. Otro ejemplo sería el de Yoon Suk-yeol que también en su momento emergió como líder en Corea del Sur como azote de los políticos que hacían mal uso de su poder. Pero claro luego este mismo líder coreano impuso la ley marcial por unas horas y se generó u amplio rechazo social y político.

            Ese culto a la persona no es algo que se da exclusivamente en una determinada ideología política. Un ejemplo y paradigma de ello vendría a ser en Alemania la “Alianza Sahra Wagenknecht “ en la que el partido (de izquierdas en unas cosas y conservador en otras) se vincula directamente a su líder hasta el punto de que se incluye su nombre en la propia denominación del partido. Además hay que decir que tiene un creciente respaldo entre la ciudadanía. En España recordemos que Podemos inicio su andadura como un partido de respuesta a lo que ellos denominaban “casta” y también con un cierto talante personalista. Otro ejemplo de esta situación sería el partido de Alvise “se acabo la fiesta” que logro 3 escaños en las últimas elecciones Europeas.

            Ceo que hay un cierto peligro social en esta evolución. En que la crisis de la política lleve a encumbrar a estos líderes personalistas que se proclaman como “salvadores”. Suelen tener el punto en  común de las políticas proteccionistas que llevan a marcar diferencias entre “nosotros” y el resto ya sea en la economía (con la política de aranceles) o en la inmigración cercando sus propios países.

Un ejemplo terrible en esa diferenciación entre “el nosotros y el ellos” nos la daba Donald Trump. Así en alguno de sus mítines durante la campaña electoral ha proclamado “que se aplicará la pena de muerte para los inmigrantes que asesinen a ciudadanos de Estados Unidos”. Esta barbaridad la dice alguien que es el presidente electo de Estados Unidos.  Así textualmente decía: “Tenemos que hacerlo…estoy pidiendo la pena de muerte para cualquier migrante que mate a un ciudadano estadounidense o a un agente de las fuerzas del orden…el Congreso lo va a aprobar”.

            En este artículo ni siquiera voy a entrar en el debate sobre la pena de muerte. Baste decir que soy contrario a su aplicación. Pero lo que me resulta totalmente escandaloso es que la condena se aplique en función no ya del delito cometido sino de quien lo haya podido cometer. Si un inmigrante asesina a un estadounidense según su teoría sería condenado a la pena de muerte. Pero claro parece que sería distinto si el asesinato lo comete otro estadounidense y ya no digamos si el asesinado es un inmigrante.

Vamos que la teoría que defiende Trump es que el castigo se aplicaría en función de quién comete el delito y no tanto del acto cometido. Que alguien que defienda estas cosas vaya sea uno de los hombres más poderosos del mundo la verdad es que da mucho miedo.

Algo se está haciendo mal para que se este dando esta evolución en el mundo. En ese sentido los partidos deben ser más abiertos y establecer un discurso en que se prime más los propios objetivos y no tanto la denigración del contrario. Pero es un riesgo que esta situación este llevando a que la identidad con un líder sustituya a la identidad con un partido. En el que las ideas pierdan peso en beneficio de la identidad con una persona. Necesitamos que vuelva a primar el pensamiento.

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