martes, 10 de junio de 2025

LAS CONSECUENCIAS DERIVADAS DEL MARCO AUTONÓMICO.

 


            Para analizar esas consecuencias en el marco de las limitaciones de un artículo, hemos elegido la variable demográfica que de alguna forma viene a sintetizar lo que se viene dando en otras variables.

            El período de análisis lo establecemos en base a la referencia del inicio de la España de las autonomías (1.981) y lo extendemos hasta los últimos datos disponibles (2.024). Son datos objetivos que cualquiera puede comprobar en el INE.

            Para medir esas consecuencias se hacía necesario comparar lo que ha sido la evolución de la Región Leonesa ( y cada una de sus tres provincias) con lo que ha sido la de los territorios que son autonomías uniprovinciales. Así por un lado se recogen los datos de León, Zamora y Salamanca. Por otro en las autonomías uniprovinciales se incluyen los de Madrid, Navarra, La Rioja, Cantabria, Asturias, Murcia y Baleares. Pero dado el peso que tiene Madrid en todas ellas también se comparan esos datos excluyendo de los mismos a Madrid.

            Por último decir que esa evolución se mide tanto en términos absolutos como en relación al porcentaje que representan sobre el total del conjunto de España.

            Bien, pues en base a esos datos se puede decir que la Región Leonesa pierde -174.865 habitantes siendo esa perdida especialmente importante en las provincias de León (-76.260) y Zamora (-61.452). También pierden peso respecto al conjunto de España. En 1981 la población de la Región Leonesa representaba un 2.96% de la de España y ahora ha pasado a ser del 1.93%. Es decir se da una perdida tanto en términos absolutos como en términos relativos.

            Sin embargo en las autonomías uniprovinciales aumenta en 3.701.648 el número de habitantes y también su peso en referencia al conjunto de España (del 23.1% al 25.5%).

            Si excluimos los datos de Madrid se sigue dando un incremento tanto en términos absolutos 1.386.368 como también en los relativos (pasando de representar un 10.66% de España a un 11.11%).

            La provincia de León tenía más habitantes que Navarra en los comienzos de la España de las autonomías (concretamente 14.611 habitantes más). Hoy sin embargo viven en Navarra 218.952 habitantes más que en la provincia de León.

            Si la referencia la establecemos con Cantabria también en 1.981 León tenía 10.490 más habitantes y sin embargo en el 2024 son 132.023 más los que viven en Cantabria.

            Los que justifican la inclusión de León en la autonomía de Castilla y León por falta de peso demográfico deberían tener en cuenta que en los inicios de ese proceso León tenía más habitantes que Navarra o Cantabria. Luego también sería conveniente que explicasen a que atribuyen esa evolución tan distinta en Navarra y Cantabria respecto a la que ha sido en la provincia de León.

            Si tomamos como referencia a las 3 provincias leonesas tenemos que su población superaba en 1.981 a la de Murcia en 160.203 habitantes, lo contrario de lo que ocurre en el 2.024 en que Murcia supera en 628.870 habitantes a la del conjunto de las tres provincias leonesas. Otro tanto ocurre con Baleares.

            Asturias es la única Comunidad Autónoma uniprovincial que pierde habitantes en ese período de tiempo. Pasa de 1.129.572 a 1.008.874 es decir pierde 120.698 habitantes. Con todo también gana peso cuando se compara con las 3 provincias de la Región Leonesa. En 1.981 en Asturias vivían 13.871 más personas que en el conjunto de la Región Leonesa.  En el 2.024 esa diferencia ha aumentado hasta llegar a ser de 68.038. Es decir el diferencial negativo para la Región Leonesa ha sido de -54.167.

            La Rioja ha aumentado en 69.657 habitantes y Cantabria en 78.041. No parece que estos datos (objetivos) avalen las teorías de aquellos que hablan de la imposibilidad de que se pueda alcanzar una autonomía leonesa .

            Lo que aquí hemos expuesto supone el diferencial entre tener competencias propias y proyectar tu imagen al conjunto de España o la de estar sometidos y dejar de ser referente para el conjunto de los españoles.

            La autonomía de Castilla y León nace como un proyecto político de alguien que procedía del franquismo y era el encargado de crear la España de las autonomías. Lo hizo en base a intentar crear un dique de contención a los nacionalismos periféricos de Euskadi y Cataluña. Hoy es una evidencia que ese proyecto de dique es todo un fracaso. Lo que no es uniforme no suma, más bien resta.

            Es también claro que poco o nada importaba lo que pudieran ser las consecuencias económicas y sociales de ese proyecto, lo que les pudiera pasar a los leoneses. Diría que los datos que se exponen en este artículo marcan la diferencia entre tener un marco autonómico propio o estar en uno impuesto contra la voluntad de su ciudadanía. A León le hubiera ido mucho mejor el poder contar con una autonomía propia. Es hora de corregir los errores.

jueves, 5 de junio de 2025

LEONESISMO, DEL “DECIR” AL “HACER”.

 


            La primera manifestación leonesista se hizo un 18 de marzo de 1978 y la última en mayo del 2025. Entre una y otra ha habido muchas (con diferente éxito en función del momento y de la capacidad de convocatoria de los que lo organizaban) . Son nada menos que 47 años saliendo de forma reiterada a la calle para reivindicar la identidad y la autonomía leonesa. Las mayores manifestaciones de la historia en León han tenido el sello leonesista (algo que todos reconocen). Pero claro en todo ese tiempo no ha habido ni una sola favorable a una autonomía de Castilla y León. Aquí no estamos en un debate entre dos opciones.  La cuestión es si hay que respetar lo que la ciudadanía demanda o hay que imponer un criterio con independencia lo que digan los ciudadanos.

            También las instituciones y los ayuntamientos de forma reiterada han apoyado una autonomía leonesa. Es decir los leoneses ya han demostrado de modo suficiente que desean un marco autonómico propio que respete su identidad. Lo que “había que decir ya se ha dicho” de forma clara y reiterada.

            En ese sentido abogamos por considerar que “esa etapa” ya ha sido cubierta de modo suficiente. No podemos estar haciendo manifestaciones a modo de desahogo del personal que luego se va a sus casas sin que nada cambie. Eso agota y no por creer que “la otra opción” (permanecer en Castilla y León) se considere mejor, sino por la falta de eficacia en lograr resultados de ese procedimiento.

            Por eso abogamos por pasar del “decir” al “hacer”. Por avanzar en el plano organizativo y en la creación de infraestructuras como base esencial para el crecimiento. Para ello debemos de superar un individualismo que hace que no se considere válido cualquier cosa que no salga de uno mismo o como mucho del grupo de referencia. Se construye y avanza desde la colaboración, asumiendo incluso la imperfección de lo que se pueda proponer. No necesitamos descubrir el mediterráneo o el Sil cada día.

            En esa línea he reclamado la creación de una Oficina de Defensa de la Identidad Leonesa. Ello desde la base de que es habitual la identificación de lo “leonés” con lo “castellano” o el asignar parajes leoneses con Asturias o con Galicia.

            Esa ocultación de “lo leonés” tiene unas graves consecuencias ya sea en el ámbito social, cultural o económico. Por decirlo de alguna manera no se puede vender lo que no existe. Las empresas lo saben y gastan muchos millones de euros cada una de ellas para que el consumidor las reconozca primero y luego valore su marca en el momento de hacer una compra. Lo primero sería considerarla como opción (notoriedad) y luego valorarla positivamente respecto a su competencia. Si León se confunde con Castilla no es considerada ni siquiera como opción y claro luego puede ser complicado vender el queso de Valdeon o el turismo en los Ancares.

            Ese hacer de esa Oficina  no terminaría  con la denuncia contra aquellos que nos difuminan en otros territorios. Hace falta promocionar un cambio en los usos, es decir actuar para intentar que esos dislates no se lleguen a producir y no sólo protestar cuando se producen. Eso exige una dedicación completa y no “a tiempo parcial”. La tarea es suficientemente importante como para tomársela en serio.

            Les voy a poner un ejemplo en el que yo mismo he participado. He trabajado en una empresa de investigaciones sociológicas y estudios de mercado. Uno de los estudios que he hecho buscaba conocer en qué medida la ciudadanía española diferenciaba el bonito del atún. Si se lograba esa diferenciación ello justificaba un mayor precio del bonito. Pero si igualaban bonito y atún entonces ello suponía que el consumidor estaría poco dispuesto a pagar más por el bonito. Esto se podría extender a otras muchas cosas y también al origen de los productos (“al made in…”). En el caso de León las cosas no son muy diferentes. Si dejamos de tener notoriedad y  se pierden nuestras señas de identidad entonces “el producto leonés” (en cualquier ámbito) pierde valor . Las consecuencias de ello es la pérdida de calidad de vida para aquellos que viven en este territorio.

            No es ajeno a todo ello el que la provincia de León pierda entre 1981 y 2024 76.260 habitantes y la Región Leonesa en su conjunto 174.865.

 En cuanto al coste que pudiera tener crear una Oficina de estas características podríamos decir que sería ínfimo. Podría ser suficiente con una persona o incluso simplemente con una reorganización de tareas. Pero claro si con esto se contribuye a empezar a poner medidas para evitar está sangría demográfica entonces el beneficio sería muy superior a los costes que se pudieran dar.

            Habría que medir periódicamente en qué medida se van consiguiendo los objetivos de aumentar lo notoriedad y mejorar la imagen de lo leonés (como se hace con cualquier marca). Hemos de ir avanzando en pasar del “decir” al “hacer”.