jueves, 5 de junio de 2025

LEONESISMO, DEL “DECIR” AL “HACER”.

 


            La primera manifestación leonesista se hizo un 18 de marzo de 1978 y la última en mayo del 2025. Entre una y otra ha habido muchas (con diferente éxito en función del momento y de la capacidad de convocatoria de los que lo organizaban) . Son nada menos que 47 años saliendo de forma reiterada a la calle para reivindicar la identidad y la autonomía leonesa. Las mayores manifestaciones de la historia en León han tenido el sello leonesista (algo que todos reconocen). Pero claro en todo ese tiempo no ha habido ni una sola favorable a una autonomía de Castilla y León. Aquí no estamos en un debate entre dos opciones.  La cuestión es si hay que respetar lo que la ciudadanía demanda o hay que imponer un criterio con independencia lo que digan los ciudadanos.

            También las instituciones y los ayuntamientos de forma reiterada han apoyado una autonomía leonesa. Es decir los leoneses ya han demostrado de modo suficiente que desean un marco autonómico propio que respete su identidad. Lo que “había que decir ya se ha dicho” de forma clara y reiterada.

            En ese sentido abogamos por considerar que “esa etapa” ya ha sido cubierta de modo suficiente. No podemos estar haciendo manifestaciones a modo de desahogo del personal que luego se va a sus casas sin que nada cambie. Eso agota y no por creer que “la otra opción” (permanecer en Castilla y León) se considere mejor, sino por la falta de eficacia en lograr resultados de ese procedimiento.

            Por eso abogamos por pasar del “decir” al “hacer”. Por avanzar en el plano organizativo y en la creación de infraestructuras como base esencial para el crecimiento. Para ello debemos de superar un individualismo que hace que no se considere válido cualquier cosa que no salga de uno mismo o como mucho del grupo de referencia. Se construye y avanza desde la colaboración, asumiendo incluso la imperfección de lo que se pueda proponer. No necesitamos descubrir el mediterráneo o el Sil cada día.

            En esa línea he reclamado la creación de una Oficina de Defensa de la Identidad Leonesa. Ello desde la base de que es habitual la identificación de lo “leonés” con lo “castellano” o el asignar parajes leoneses con Asturias o con Galicia.

            Esa ocultación de “lo leonés” tiene unas graves consecuencias ya sea en el ámbito social, cultural o económico. Por decirlo de alguna manera no se puede vender lo que no existe. Las empresas lo saben y gastan muchos millones de euros cada una de ellas para que el consumidor las reconozca primero y luego valore su marca en el momento de hacer una compra. Lo primero sería considerarla como opción (notoriedad) y luego valorarla positivamente respecto a su competencia. Si León se confunde con Castilla no es considerada ni siquiera como opción y claro luego puede ser complicado vender el queso de Valdeon o el turismo en los Ancares.

            Ese hacer de esa Oficina  no terminaría  con la denuncia contra aquellos que nos difuminan en otros territorios. Hace falta promocionar un cambio en los usos, es decir actuar para intentar que esos dislates no se lleguen a producir y no sólo protestar cuando se producen. Eso exige una dedicación completa y no “a tiempo parcial”. La tarea es suficientemente importante como para tomársela en serio.

            Les voy a poner un ejemplo en el que yo mismo he participado. He trabajado en una empresa de investigaciones sociológicas y estudios de mercado. Uno de los estudios que he hecho buscaba conocer en qué medida la ciudadanía española diferenciaba el bonito del atún. Si se lograba esa diferenciación ello justificaba un mayor precio del bonito. Pero si igualaban bonito y atún entonces ello suponía que el consumidor estaría poco dispuesto a pagar más por el bonito. Esto se podría extender a otras muchas cosas y también al origen de los productos (“al made in…”). En el caso de León las cosas no son muy diferentes. Si dejamos de tener notoriedad y  se pierden nuestras señas de identidad entonces “el producto leonés” (en cualquier ámbito) pierde valor . Las consecuencias de ello es la pérdida de calidad de vida para aquellos que viven en este territorio.

            No es ajeno a todo ello el que la provincia de León pierda entre 1981 y 2024 76.260 habitantes y la Región Leonesa en su conjunto 174.865.

 En cuanto al coste que pudiera tener crear una Oficina de estas características podríamos decir que sería ínfimo. Podría ser suficiente con una persona o incluso simplemente con una reorganización de tareas. Pero claro si con esto se contribuye a empezar a poner medidas para evitar está sangría demográfica entonces el beneficio sería muy superior a los costes que se pudieran dar.

            Habría que medir periódicamente en qué medida se van consiguiendo los objetivos de aumentar lo notoriedad y mejorar la imagen de lo leonés (como se hace con cualquier marca). Hemos de ir avanzando en pasar del “decir” al “hacer”.

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