Para
analizar esas consecuencias en el marco de las limitaciones de un artículo,
hemos elegido la variable demográfica que de alguna forma viene a sintetizar lo
que se viene dando en otras variables.
El
período de análisis lo establecemos en base a la referencia del inicio de la
España de las autonomías (1.981) y lo extendemos hasta los últimos datos
disponibles (2.024). Son datos objetivos que cualquiera puede comprobar en el
INE.
Para
medir esas consecuencias se hacía necesario comparar lo que ha sido la
evolución de la Región Leonesa ( y cada una de sus tres provincias) con lo que
ha sido la de los territorios que son autonomías uniprovinciales. Así por un
lado se recogen los datos de León, Zamora y Salamanca. Por otro en las
autonomías uniprovinciales se incluyen los de Madrid, Navarra, La Rioja,
Cantabria, Asturias, Murcia y Baleares. Pero dado el peso que tiene Madrid en
todas ellas también se comparan esos datos excluyendo de los mismos a Madrid.
Por
último decir que esa evolución se mide tanto en términos absolutos como en
relación al porcentaje que representan sobre el total del conjunto de España.
Bien,
pues en base a esos datos se puede decir que la Región Leonesa pierde -174.865
habitantes siendo esa perdida especialmente importante en las provincias de
León (-76.260) y Zamora (-61.452). También pierden peso respecto al conjunto de
España. En 1981 la población de la Región Leonesa representaba un 2.96% de la
de España y ahora ha pasado a ser del 1.93%. Es decir se da una perdida tanto
en términos absolutos como en términos relativos.
Sin
embargo en las autonomías uniprovinciales aumenta en 3.701.648 el número de
habitantes y también su peso en referencia al conjunto de España (del 23.1% al
25.5%).
Si
excluimos los datos de Madrid se sigue dando un incremento tanto en términos
absolutos 1.386.368 como también en los relativos (pasando de representar un
10.66% de España a un 11.11%).
La
provincia de León tenía más habitantes que Navarra en los comienzos de la
España de las autonomías (concretamente 14.611 habitantes más). Hoy sin embargo
viven en Navarra 218.952 habitantes más que en la provincia de León.
Si
la referencia la establecemos con Cantabria también en 1.981 León tenía 10.490
más habitantes y sin embargo en el 2024 son 132.023 más los que viven en
Cantabria.
Los
que justifican la inclusión de León en la autonomía de Castilla y León por
falta de peso demográfico deberían tener en cuenta que en los inicios de ese
proceso León tenía más habitantes que Navarra o Cantabria. Luego también sería
conveniente que explicasen a que atribuyen esa evolución tan distinta en
Navarra y Cantabria respecto a la que ha sido en la provincia de León.
Si
tomamos como referencia a las 3 provincias leonesas tenemos que su población
superaba en 1.981 a la de Murcia en 160.203 habitantes, lo contrario de lo que
ocurre en el 2.024 en que Murcia supera en 628.870 habitantes a la del conjunto
de las tres provincias leonesas. Otro tanto ocurre con Baleares.
Asturias
es la única Comunidad Autónoma uniprovincial que pierde habitantes en ese
período de tiempo. Pasa de 1.129.572 a 1.008.874 es decir pierde 120.698
habitantes. Con todo también gana peso cuando se compara con las 3 provincias
de la Región Leonesa. En 1.981 en Asturias vivían 13.871 más personas que en el
conjunto de la Región Leonesa. En el
2.024 esa diferencia ha aumentado hasta llegar a ser de 68.038. Es decir el
diferencial negativo para la Región Leonesa ha sido de -54.167.
La
Rioja ha aumentado en 69.657 habitantes y Cantabria en 78.041. No parece que
estos datos (objetivos) avalen las teorías de aquellos que hablan de la
imposibilidad de que se pueda alcanzar una autonomía leonesa .
Lo
que aquí hemos expuesto supone el diferencial entre tener competencias propias
y proyectar tu imagen al conjunto de España o la de estar sometidos y dejar de
ser referente para el conjunto de los españoles.
La
autonomía de Castilla y León nace como un proyecto político de alguien que
procedía del franquismo y era el encargado de crear la España de las
autonomías. Lo hizo en base a intentar crear un dique de contención a los
nacionalismos periféricos de Euskadi y Cataluña. Hoy es una evidencia que ese
proyecto de dique es todo un fracaso. Lo que no es uniforme no suma, más bien
resta.
Es
también claro que poco o nada importaba lo que pudieran ser las consecuencias
económicas y sociales de ese proyecto, lo que les pudiera pasar a los leoneses.
Diría que los datos que se exponen en este artículo marcan la diferencia entre
tener un marco autonómico propio o estar en uno impuesto contra la voluntad de
su ciudadanía. A León le hubiera ido mucho mejor el poder contar con una
autonomía propia. Es hora de corregir los errores.
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