La primera manifestación leonesista
se hizo un 18 de marzo de 1978 y la última en mayo del 2025. Entre una y otra
ha habido muchas (con diferente éxito en función del momento y de la capacidad
de convocatoria de los que lo organizaban) . Son nada menos que 47 años
saliendo de forma reiterada a la calle para reivindicar la identidad y la
autonomía leonesa. Las mayores manifestaciones de la historia en León han
tenido el sello leonesista (algo que todos reconocen). Pero claro en todo ese
tiempo no ha habido ni una sola favorable a una autonomía de Castilla y León.
Aquí no estamos en un debate entre dos opciones. La cuestión es si hay que respetar lo que la
ciudadanía demanda o hay que imponer un criterio con independencia lo que digan
los ciudadanos.
También las
instituciones y los ayuntamientos de forma reiterada han apoyado una autonomía
leonesa. Es decir los leoneses ya han demostrado de modo suficiente que desean
un marco autonómico propio que respete su identidad. Lo que “había que decir ya
se ha dicho” de forma clara y reiterada.
En ese
sentido abogamos por considerar que “esa etapa” ya ha sido cubierta de modo
suficiente. No podemos estar haciendo manifestaciones a modo de desahogo del
personal que luego se va a sus casas sin que nada cambie. Eso agota y no por
creer que “la otra opción” (permanecer en Castilla y León) se considere mejor,
sino por la falta de eficacia en lograr resultados de ese procedimiento.
Por eso
abogamos por pasar del “decir” al “hacer”. Por avanzar en el plano organizativo
y en la creación de infraestructuras como base esencial para el crecimiento.
Para ello debemos de superar un individualismo que hace que no se considere
válido cualquier cosa que no salga de uno mismo o como mucho del grupo de
referencia. Se construye y avanza desde la colaboración, asumiendo incluso la
imperfección de lo que se pueda proponer. No necesitamos descubrir el
mediterráneo o el Sil cada día.
En esa línea
he reclamado la creación de una Oficina de Defensa de la Identidad Leonesa.
Ello desde la base de que es habitual la identificación de lo “leonés” con lo
“castellano” o el asignar parajes leoneses con Asturias o con Galicia.
Esa
ocultación de “lo leonés” tiene unas graves consecuencias ya sea en el ámbito
social, cultural o económico. Por decirlo de alguna manera no se puede vender
lo que no existe. Las empresas lo saben y gastan muchos millones de euros cada
una de ellas para que el consumidor las reconozca primero y luego valore su
marca en el momento de hacer una compra. Lo primero sería considerarla como
opción (notoriedad) y luego valorarla positivamente respecto a su competencia.
Si León se confunde con Castilla no es considerada ni siquiera como opción y
claro luego puede ser complicado vender el queso de Valdeon o el turismo en los
Ancares.
Ese hacer de
esa Oficina no terminaría con la denuncia contra aquellos que nos
difuminan en otros territorios. Hace falta promocionar un cambio en los usos,
es decir actuar para intentar que esos dislates no se lleguen a producir y no
sólo protestar cuando se producen. Eso exige una dedicación completa y no “a
tiempo parcial”. La tarea es suficientemente importante como para tomársela en
serio.
Les voy a
poner un ejemplo en el que yo mismo he participado. He trabajado en una empresa
de investigaciones sociológicas y estudios de mercado. Uno de los estudios que
he hecho buscaba conocer en qué medida la ciudadanía española diferenciaba el
bonito del atún. Si se lograba esa diferenciación ello justificaba un mayor
precio del bonito. Pero si igualaban bonito y atún entonces ello suponía que el
consumidor estaría poco dispuesto a pagar más por el bonito. Esto se podría
extender a otras muchas cosas y también al origen de los productos (“al made
in…”). En el caso de León las cosas no son muy diferentes. Si dejamos de tener
notoriedad y se pierden nuestras señas
de identidad entonces “el producto leonés” (en cualquier ámbito) pierde valor .
Las consecuencias de ello es la pérdida de calidad de vida para aquellos que
viven en este territorio.
No es ajeno
a todo ello el que la provincia de León pierda entre 1981 y 2024 76.260
habitantes y la Región Leonesa en su conjunto 174.865.
En cuanto al coste que pudiera tener crear una
Oficina de estas características podríamos decir que sería ínfimo. Podría ser
suficiente con una persona o incluso simplemente con una reorganización de
tareas. Pero claro si con esto se contribuye a empezar a poner medidas para
evitar está sangría demográfica entonces el beneficio sería muy superior a los
costes que se pudieran dar.
Habría que
medir periódicamente en qué medida se van consiguiendo los objetivos de
aumentar lo notoriedad y mejorar la imagen de lo leonés (como se hace con
cualquier marca). Hemos de ir avanzando en pasar del “decir” al “hacer”.