martes, 13 de mayo de 2025

LA I.A. ¿ NOS HACE MÁS INDEPENDIENTES O MÁS DEPENDIENTES?


            Hay un punto de acuerdo en todos los autores respecto a que la inteligencia artificial nos va a permitir avances en muchos campos. La capacidad de análisis será el motor que nos puede llevar a conseguirlos.

            Se podría decir que el liderazgo mundial está en función de quien tenga más y mejores avances en ese proceso. Hoy por hoy, la pugna principal estaría entre los Estados Unidos y China. No es casual que Trump se haya rodeado de grandes magnates en ese campo como Elon Musk, ni tampoco que condicione su apoyo a Ucrania a cambio del acceso a las tierras raras.

            Por otro lado, las crisis de las democracias liberales están propiciando el aumento del liderazgo de China a nivel mundial. La fragmentación política que se puede ver en la mayoría de los países europeos no facilita que Europa sea un actor suficientemente relevante en este campo. Sin embargo sería deseable un mayor protagonismo y no sólo por criterios de geopolítica, también de valores culturales.

            Estamos entonces en un enfrentamiento entre un modelo de IA liderado por China (que evita los límites propios de los países democráticos) con otro en el que Trump también está favoreciendo sortear cualquier impedimento ético que reste fuerza a las empresas de Estados Unidos que desarrollan esa I.A.

            En consecuencia podríamos decir que estamos ante “dos caballos desbocados” que luchan por su hegemonía por encima de lo que pueda ser el universo de valores.

            En ese contexto la empresa china Deepseek ha conseguido avances importantes tanto a nivel de costes como de rendimiento. Eso se ha traducido de modo inmediato en la devaluación de su empresa competidora en Estados Unidos (Nvidia) que como consecuencia del anuncio perdió en un día un 17% (lo que se traduce  en casi 600.000 millones de dólares).

            Por otro lado podríamos que hay una invasión de “la máquina” en un terreno que se creía privativo del ser humano. Descartes basaba la existencia en “el pensar”. Kant por su parte subordinaba la autonomía moral a pensar por uno mismo. J.M. Lacalle en su interesante libro sobre la civilización artificial se pregunta “cuando una máquina reúna ambas premisas ¿Qué sucederá?”.

            Hay que tener en cuenta que la I.A. que se está diseñando no sólo reproduce cálculos, también es capaz de elaborar contenidos con cierta autonomía a partir de los datos que va recopilando.

            Esta situación nos crea una importante dependencia. Por decirlo de algún modo nosotros vamos a necesitar más de la I.A. que “la máquina” de nosotros. El “ser humano” sería relativamente “más prescindible”. Esto es una amenaza importante que tal vez no se está teniendo suficientemente en cuenta.

            Además estos procesos pueden asociarse a una concentración de poder. La democracia se basa en la importancia de conseguir convencer a la ciudadanía de que una determinada opción es mejor que otra. Pero la I.A. puede favorecer el control y la vigilancia de un Estado. El que tenga el control de la I.A. vendría a tener también el control del poder.

            Los datos es el principal activo sobre el que ya se mueve la economía y todo apunta que se moverá en el futuro. Es la materia prima para crear los algoritmos. Por eso hay una lucha en todos los campos por obtener la información que permita luego dirigir las comunicaciones a los intereses de cada uno y evitar la dispersión de mensajes a los no interesados. Esto supone una externalización de nuestra privacidad.

            En ese afán por comunicar surgen las noticias falsas. Se hace complicado conocer la verdad y los medios de comunicación tienen sus propios gabinetes de verificación. Pero claro cabría preguntarse qué filtros debería tener esa I.A. para evitar que “se alimentase” de datos falsos y en función de ello elaborase conclusiones erróneas.

            Diría que ya en este momento por un lado aumenta la demanda de necesidad de interactuar con una persona en cualquier campo. Nos gusta poder expresarnos y contar nuestras peculiaridades y preferencias. Pero por otro lado cada vez se hace más complicado ese contacto. Hay una cierta contradicción en buscar ese diálogo personal y luego hacer las comprar a través de una máquina.

            Podríamos decir que la tendencia puede ser que el nivel de dependencia  de la I.A. vaya en aumento en la medida que se vaya aumentando su desarrollo. Es posible que en el futuro no sea posible ni deseable prescindir de ella.

            Se hace necesario que los valores éticos y humanistas sean referencia en ese proceso. Nos hacemos eco de las palabras que dice Lasalle “hablamos de recuperar la sabiduría para resignificarla y darle al ser humano un proyecto cognitivo que ponga en valor su inteligencia frente a la mente de la máquina”. Es decir que la I.A este al servicio del ser humano y no a la inversa. 

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