domingo, 2 de diciembre de 2012


SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE MANDAR Y DIRIGIR.


            Diría que en muchos casos tanto a nivel de la empresa como de la administración se manda mucho pero se dirige poco. El mandar se hace desde la demanda de una obediencia ciega a unos subordinados a los que se subestima y con los que no se establece ningún tipo de comunicación. Basta con conseguir que otros cumplan tus órdenes, tus mandamientos.


            Sin embargo dirigir es mucho más exigente en sus planteamientos. Se necesita marcar la dirección, los objetivos a alcanzar. En ese sentido es necesario definir tanto las estrategias, como los medios de cara a tratar de alcanzar esos objetivos..


            Dirigir implica también un ejercicio de la autoridad, al igual que mandar. Sin embargo en un caso se busca la implicación de las personas a las que se dirige en la consecución de los objetivos. Para ello se hace preciso la comunicación e incluso la capacidad de saber que siempre es posible encontrar parte de verdad en los demás. Ver como enriquecedor aquello que te pueden aportar las personas que están en mayor medida en contacto con las cosas. Ser incluso capaces de cambiar en función de las aportaciones que en un momento te puedan dar.


            Mandar se hace desde el despotismo y la arrogancia. No hace falta contar con nadie, ya que uno posee la verdad y lo único que hay que conseguir es que otros hagan lo que tu quieres que hagan. Para ello habrá que someter todo atisbo de rebeldía ya que ello puede poner en cuestión tu autoridad. En correspondencia hay que buscar premiar a los que contribuyen a fortalecer tu mando desde la asunción dócil a tus planteamientos.


            La capacidad de dirigir es mucho más exigente que la de mandar. Fijar metas se debe hacer desde el conocimiento, implicar a las personas a las que se dirige en los objetivos propuestos se hace desde una adecuada empatía. Algunas veces la falta de esas capacidades hace que se sustituya el dirigir por el mandar. Incluso podríamos decir que la falta de seguridad en ellos mismos hace que fomenten su propio aislamiento, de forma que se evite el contacto tanto físico como intelectual con aquellos que se quiere mandar. Las tecnologías actuales favorecen esa situación de forma que las órdenes pueden llegar simplemente a través de unas pocas líneas y sin posibilidad de rebatirlas o de sugerir escenarios de mayor racionalidad.


            Sin embargo el éxito en los resultados son claramente diferentes. El mandar lleva a escenarios de malestar en las personas que reciben las órdenes y con la que apenas se cuenta para nada. El concentrar la autoridad en pocos puestos lleva a colapsos de la propia organización en cuanto todo debe pasar por el filtro de aquel que busca detentar el poder único. Así se producen retrasos importantes en los procesos.


            Esa posición de mando también lleva a que las personas eviten asumir el riesgo de cualquier decisión. Diríamos que es un invitación al "no pensar". Simplemente se trata de seguir un camino marcado y hacerlo en  lo posible con la mayor pulcritud.


            Mientras en el dirigir se estimula la innovación en el mandar hay un cierto desprecio al propio trabajo que se realiza. No se da mérito alguno a lo que se hace y únicamente cuentan los errores que se puedan cometer en el proceso. Es el camino que lleva directamente al estancamiento y a no avanzar. En el camino de la innovación el error es algo que se asume como un proceso normal. Las sociedades más avanzadas creen en ello. Diríamos que creen preferible el error al estancamiento.


            El dirigir es el ejercicio de la autoridad desde la libertad. En ese sentido hay espacio para que el individuo pueda aportar cosas al propio medio donde desarrolla sus funciones. Es la oportunidad al descubrir lo que no conocemos previamente. Todo ello no es óbice a que a la vez pueda darse un unidad en la dirección a seguir . Lo que si marca diferencia es la forma en la que se alcanza esa unidad.


            Mandar por el contrario lleva a un cierto sentido de autoritarismo. Las cosas hay que hacerlas simplemente "por que yo lo mando" . El poder se concentra y no se delega.


            En nuestra sociedad creo que faltan dirigentes y sobran mandatarios. Hay que recobrar el sentido de la autoridad pero hacerlo desde la libertad, asumiendo compromisos y no sólo desde la obediencia ciega.


                                                                                    David Díez LLamas

                                                                                   

1 comentario:

  1. Interesante dicotomía David, pero... haciendo de abogado del diablo y echando mano de buena parte del espíritu que guía tu último libro: los trabajadadores y las trabajadoras, ¿qué preferimos, que nos manden o que nos dirijan?

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