SOBRE LA DIFERENCIA
ENTRE MANDAR Y DIRIGIR.
Diría que en muchos casos tanto a
nivel de la empresa como de la administración se manda mucho pero se dirige
poco. El mandar se hace desde la demanda de una obediencia ciega a unos
subordinados a los que se subestima y con los que no se establece ningún tipo
de comunicación. Basta con conseguir que otros cumplan tus órdenes, tus
mandamientos.
Sin embargo dirigir es mucho más
exigente en sus planteamientos. Se necesita marcar la dirección, los objetivos
a alcanzar. En ese sentido es necesario definir tanto las estrategias, como los
medios de cara a tratar de alcanzar esos objetivos..
Dirigir implica también un ejercicio
de la autoridad, al igual que mandar. Sin embargo en un caso se busca la
implicación de las personas a las que se dirige en la consecución de los
objetivos. Para ello se hace preciso la comunicación e incluso la capacidad de
saber que siempre es posible encontrar parte de verdad en los demás. Ver como
enriquecedor aquello que te pueden aportar las personas que están en mayor
medida en contacto con las cosas. Ser incluso capaces de cambiar en función de
las aportaciones que en un momento te puedan dar.
Mandar se hace desde el despotismo y
la arrogancia. No hace falta contar con nadie, ya que uno posee la verdad y lo
único que hay que conseguir es que otros hagan lo que tu quieres que hagan.
Para ello habrá que someter todo atisbo de rebeldía ya que ello puede poner en
cuestión tu autoridad. En correspondencia hay que buscar premiar a los que contribuyen
a fortalecer tu mando desde la asunción dócil a tus planteamientos.
La capacidad de dirigir es mucho más
exigente que la de mandar. Fijar metas se debe hacer desde el conocimiento,
implicar a las personas a las que se dirige en los objetivos propuestos se hace
desde una adecuada empatía. Algunas veces la falta de esas capacidades hace que
se sustituya el dirigir por el mandar. Incluso podríamos decir que la falta de
seguridad en ellos mismos hace que fomenten su propio aislamiento, de forma que
se evite el contacto tanto físico como intelectual con aquellos que se quiere
mandar. Las tecnologías actuales favorecen esa situación de forma que las
órdenes pueden llegar simplemente a través de unas pocas líneas y sin
posibilidad de rebatirlas o de sugerir escenarios de mayor racionalidad.
Sin embargo el éxito en los
resultados son claramente diferentes. El mandar lleva a escenarios de malestar
en las personas que reciben las órdenes y con la que apenas se cuenta para
nada. El concentrar la autoridad en pocos puestos lleva a colapsos de la propia
organización en cuanto todo debe pasar por el filtro de aquel que busca
detentar el poder único. Así se producen retrasos importantes en los procesos.
Esa posición de mando también lleva
a que las personas eviten asumir el riesgo de cualquier decisión. Diríamos que
es un invitación al "no pensar". Simplemente se trata de seguir un
camino marcado y hacerlo en lo posible
con la mayor pulcritud.
Mientras en el dirigir se estimula
la innovación en el mandar hay un cierto desprecio al propio trabajo que se
realiza. No se da mérito alguno a lo que se hace y únicamente cuentan los
errores que se puedan cometer en el proceso. Es el camino que lleva
directamente al estancamiento y a no avanzar. En el camino de la innovación el
error es algo que se asume como un proceso normal. Las sociedades más avanzadas
creen en ello. Diríamos que creen preferible el error al estancamiento.
El dirigir es el ejercicio de la
autoridad desde la libertad. En ese sentido hay espacio para que el individuo
pueda aportar cosas al propio medio donde desarrolla sus funciones. Es la
oportunidad al descubrir lo que no conocemos previamente. Todo ello no es óbice
a que a la vez pueda darse un unidad en la dirección a seguir . Lo que si marca
diferencia es la forma en la que se alcanza esa unidad.
Mandar por el contrario lleva a un
cierto sentido de autoritarismo. Las cosas hay que hacerlas simplemente
"por que yo lo mando" . El poder se concentra y no se delega.
En nuestra sociedad creo que faltan
dirigentes y sobran mandatarios. Hay que recobrar el sentido de la autoridad
pero hacerlo desde la libertad, asumiendo compromisos y no sólo desde la
obediencia ciega.
David Díez LLamas
Interesante dicotomía David, pero... haciendo de abogado del diablo y echando mano de buena parte del espíritu que guía tu último libro: los trabajadadores y las trabajadoras, ¿qué preferimos, que nos manden o que nos dirijan?
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