En
mi opinión en los últimos tiempos estamos asistiendo a que se prima el control
sobre la producción. Hay que anotar lo que se está haciendo en cada momento con
el supuesto objetivo de dar información a la dirección de la empresa de cara a
hacer sus presupuestos. Claro que mientras se dice lo que se está haciendo, no se produce. Este sistema desincentiva a los
trabajadores y les anula en su capacidad de iniciativa. Simplemente hay que
seguir unos pasos marcados. La responsabilidad entonces recae o al menos
debería de recaer en aquel que marca las directrices que los demás deben de
limitarse a seguir.
Creo
mucho más en la dirección por objetivos. Alcance usted tal objetivo, consiga
usted que los clientes estén
satisfechos, que se propicien nuevos pedidos... Y haga lo que le dé la
gana para conseguirlo. La responsabilidad se ejerce desde la libertad. El
estímulo en alcanzar metas se debe favorecer
en base a conductas que favoreciendo a la empresa también recaigan en
aquellos que logran esos objetivos. El control debería ser mucho más sobre los
resultados alcanzados que sobre los procesos a través de los que se logran. Es
especialmente grave que ese control se haga de modo mecánico y desde el
desconocimiento.
Cuando
venta y producción son departamentos sin conexiones suficientes, la empresa en
cuestión no funciona adecuadamente. Son muchas las veces que desde el desconocimiento
de la materia se imponen estructuras que luego se hace necesario modificar. Hay
un cierto hábito de que el comercial cobre comisiones en función de lo que
factura y no en función de los beneficios que genera su venta. Es un buen
camino hacia el despropósito. Se vende un producto que genera beneficios al
comercial que lo ha vendido, pero pérdidas a la empresa.
Una
línea lo más directa posible entre la parte productiva y el cliente tiende a
resultar beneficiosa para ambos. En demasiadas ocasiones se oye pero no se
escucha y en otras aún cuando se haya escuchado, no hay preocupación por
trasmitirlo posteriormente a aquel o aquellos que deben ejecutar esos
requerimientos.
No
quiero decir que el control en el ámbito económico y empresarial sea algo innecesario.
Lo que rechazo es que se haga a costa de mermar la capacidad productiva de una
empresa. La libertad se asocia a ilusión y ello es un motor de desarrollo
fundamental en cualquier empresa. Desde la prepotencia se estimulan esos
mecanismos de control que van en la línea de que "aquí el único que sabe y
piensa soy yo (o nosotros)". El liderazgo se ejerce desde la adhesión de
voluntades, cuando lo es en función únicamente del dinero aportado en la
estructura de la empresa, se corre el riesgo de que esa estructura quiebre.
David
Díez LLamas
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