lunes, 13 de abril de 2015

EL DESTIERRO DEL PENSAMIENTO.


 
          Creo que fue Benjamín Franklin quien definía al hombre como “el animal que fábrica herramientas”. En ellos se conjugaba tanto “el hacer” como “el pensar”. Sin embargo en la sociedad en la que estamos y en las que algunos nos visualizan para el futuro se “destierra tanto el hacer como el pensar”. Diría que con ello se nos hace “menos humanos” y que más que aumentar nuestras capacidades diríamos que las disminuyen.

          Es el modelo social en el que todo se nos da hecho. Es la casa en la que prácticamente puedes hacer todo sin levantarte de tu cómodo asiento. Es ese hogar demótico en el que con un mando se controla desde las ventanas hasta las inversiones de nuestro dinero, pasando por visualizar lo que hacen nuestros hijos en cada momento…

          Yo no estaría seguro de que esa sociedad que se nos dibuja mejore nuestras condiciones de vida. Nos convierte en seres bastante amorfos y dependientes de otros. Por ello mismo también menos libres en nuestras decisiones y en nuestra forma de actuar. Además puede promover la desigualdad social en cuanto el acceso a esas condiciones de vida no será uniforme sino que todo ello tendrá un coste determinado al que todos no podrán llegar ni por condiciones económicas ni por conocimiento.

          La sociedad que se nos dibuja en el futuro es aún más individualista que la actual. Se promueve la relación con la máquina en muchos casos como sustitución de la que puede darse con las personas. Podríamos decir que se “digitaliza la conversación” entre personas y que la gestualidad de una sonrisa se convierte en un mero icono.

          En ese medio que destierra el pensamiento en tanto se prima la facilidad de la imagen sobre la profundidad de la “letra”. La elaboración de un discurso filosófico, sociológico o científico se sustituye por una frase lo más corta posible que se repite infinidad de veces. Incluso medimos las veces que se repite dicha frase o imagen (los videos “virales” por ejemplo) antes de lo que pueda aportar en cualquier ámbito del conocimiento. Interesa más el “cuanto se repite” que “lo que dice”.

          Sin embargo el medio social se mueve a bandazos y podría ser que en un momento dado se dé la vuelta dando importancia a aquello que va echar en falta, “las relaciones humanas”, “el pensamiento elaborado”… Tendemos a priorizar lo que nos falta y puede que eso vaya a pasar en el futuro.

          Las cosas en todo caso no suelen ser blancas o negras, en su gran mayoría son grises. Este mundo de comunicaciones individuales nos aporta cosas importantes. Nos permite entablar contacto con personas queridas que tenemos lejos, nos facilita el contacto en general con las personas en un mayor número de momentos, nos permite acceder a una mayor oferta de productos y servicios desde la comodidad del hogar, ganamos en rapidez en hacer cosas… Nadie plantea que estas ventajas que tenemos desaparezcan en el futuro. No es posible ni deseable.

          Habrá que hacer compatibles los avances tecnológicos con la felicidad de los seres humanos y para alcanzar esa felicidad diría que un factor fundamental son las relaciones humanas. También lo es el propio desarrollo personal en la capacitación tanto intelectual como física o de desarrollar proyectos, de tener iniciativa. Diríamos que habría que compaginar el tacto de las pantallas digitales con el tacto de la piel.

          El mundo de los móviles nos está haciendo en buena medida “bucles” sobre nosotros mismos. Vemos el mundo a través de la pantalla y ello hace que seamos ciegos a la realidad más próxima y más tangible. Para no pedir a alguien que pasa a tu lado que nos haga una foto, hemos inventado un instrumento  a modo de alargador de nuestro brazo que por otra parte ha logrado gran éxito de ventas. Es un ejemplo de cómo se sustituye esa relación humana por algo puramente mecánico que además supone un coste para aquel que lo posee.

          Demasiadas veces el pensamiento se convierte en espectáculo. Así algunos medios de comunicación premian al más extravagante por cuanto les da juego y audiencia, algo falla... La Es como sustituir a Miguel de Unamuno o a Ortega y Gasset  por Belén Esteban o Willy Toledo relación entre las personas se ha convertido en espectáculo mediático en el que prima el esperpento. Todo ello diríamos que promueve la falta de respeto hacia las personas. Faltan las normas de conducta, los principios éticos, todo se banaliza hasta extremos difícilmente entendibles. A modo de mercado se “subastan” a los hijos, a los “padres”.  Eso sí, esa misma cadena en otro programa puede hablar de la necesidad de la regeneración ética ante los abundantes casos de corrupción. La coherencia es otro valor que demasiadas veces brilla por su ausencia.

          Desde este artículo abogamos, en definitiva, porque la tecnología no suponga el destierro del pensamiento y de las relaciones sociales. Prever los riesgos nos puede ayudar a evitarlos.

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