En
las investigaciones que se están realizando sobre el accidente del Airbus en
Sevilla parece que se ha detectado que el fallo que provocó ese accidente fue
relativo al software de control de los motores. Esa tragedia surge cuando el
sistema informático actúa de forma errónea sin que los pilotos puedan
rectificar su comportamiento. Esto es así hasta el punto de que como medida
correctora el fabricante ha impulsado el
que los pilotos puedan tener un botón que desconecte esos mecanismos y así
puedan recuperar el mando del avión. Diríamos que este es el peligro de cuando
“la máquina domina al hombre”.
A
mí este trágico suceso me ha llevado a reflexionar sobre una sociedad en la que
cada vez más las personas se van haciendo más dependientes de los instrumentos
y la tecnología. Es una cierta pérdida del norte sobre “quién manda sobre
quién”. Es lo que llamo en este artículo “recuperar el mando” al modo que lo
han hecho (o lo van a hacer) en el Airbus.
La tecnología debe ser un factor que ayude
a favorecer impulsar nuestras potencialidades pero no a sustituirlas. No
puede ser que el desarrollo de esos medios tenga entre sus consecuencias la de
“usted no haga nada, que el medio tecnológico lo hace todo”. Esto hace que cada
vez se acreciente más el ser sujetos pasivos tanto a nivel de pensamiento como
de acción. Se sustituye el “hacer” por
el “ver lo que ha hecho otro”.
Estas situaciones provocan la
dependencia y ello, como en el caso que nos ocupa, puede acabar en tragedia.
Diríamos que una sociedad desarrollada es dependiente en alto grado de esos
medios. Es claro que el valor de la comodidad es clave en lo que es la
evolución social y en concreto en la aparición de nuevos productos. Los
ejemplos podrían ser muchísimos y podrían ir desde el mando a distancia hasta
esos coches que no precisan de conductor.
Sin
embargo en el desarrollo social y económico las personas son claves. Sus
capacidades tanto a nivel individual como de organización social tienen un
papel decisivo en que esa sociedad progrese en todos sus niveles. Conocimiento,
cohesión social y modos de conducta son factores fundamentales en el desarrollo
de un medio social. Habría que examinar si actualmente los estamos potenciando
o más bien empequeñeciendo.
No
interpreten este artículo como un alegato anti-tecnología, no quiere serlo. El
progreso ha ido unido a lo largo de los siglos a la mejora de los medios
técnicos, ahora también. Simplemente quiere ser un modo de alerta a que esa
tecnología no sea la que nos domine sino que sea la persona la que guie su
propio destino, que recuperemos ese botón que nos permite recuperar el mando de
nuestra particular nave y evite el riesgo de estrellarnos. El Airbus sigue
siendo un medio altamente tecnológico, el cambio que van a introducir es de
capacidades de gestión evitando que “la máquina se imponga al ser humano” y que
el piloto sea el que dirija el destino de la misma. Ello lo hacen para evitar
riesgos de que su avión se estrelle y lo hacen cuando ya se ha producido ese
grave accidente (tal vez habría que ser capaces de actuar antes de que ya sea demasiado
tarde).
El
actual desarrollo de internet y de los teléfonos móviles está haciendo una
sociedad más individualista y encerrada en ese propio medio que gana capacidad de interlocución con
personas distantes pero lo pierde con las que tiene a su lado. El medio físico
pierde valor y con ello también lo hace la capacidad para interpretar esa
realidad desde una perspectiva propia. Es más cómodo que nos den interpretadas
las cosas pero también mucho más peligroso. No podemos convertirnos en
autómatas que alguien dirija a distancia en función del control que pueda tener
sobre los canales de comunicación.
La
libertad se fundamenta en tener autonomía en las decisiones. ¿Se imaginan la
tragedia de las personas que estaban en ese avión sabiendo que se iban a
estrellar sin remedio y sin que tuvieran capacidad para impedirlo? Habría que
preguntarnos si estamos avanzando hacia una sociedad más libre o más
dependiente y menos autónoma.
La
verdad y la realidad social se ven muchas veces gravemente distorsionadas. Se
hace complicado discernir lo que es cierto de lo que es falso. Se anuncian
fallecimientos de personas que siguen vivas, de medidas adoptadas que no lo han
sido… Y en función de ello se envían “pésames” o se reproducen cosas como
consecuencia de ese engaño. El bulo crece así de forma exponencial. Además
resulta complicado valorar la credibilidad de las fuentes y discernir lo que
puede ser cierto de aquello que es falso. Diríamos que las redes sociales
también son una maraña en la que podemos quedar aprisionados.
Ese
“recuperar el mando” por el que aquí abogamos tiene un sentido social pero
también individual. Sería conseguir volver a ser dueños de nuestro propio
destino y evitar dependencias o ser teledirigidos desde el exterior. Una
sociedad más libre y autónoma es una sociedad mejor, pongamos los medios para
poder alcanzarla.
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