jueves, 1 de octubre de 2015

MENTIR PARA APROBAR, UN ERROR MENOR.


 

          Uno espera que desde los poderes públicos se difundan valores que promuevan el desarrollo social y la convivencia. Sin embargo nos encontramos que en los propios exámenes de selectividad universitaria se difunden falsedades  que afectan al propio marco histórico en esa ilusión que algunos tienen de que “todo es Castilla” y “todo es castellano” (algo que también difunden series de televisión como fue la de Isabel y ahora la de Carlos emperador). Es como decir “si usted quiere aprobar este examen mienta”.

          Nadie discute que lo que se dice en ese examen es falso o que la versión de la serie de televisión no reconoce el valor que tenía el Reino de León en esa época histórica. El único debate que se establece es el relativo a la importancia que tienen esos hechos. Así para el Consejero de Educación se trata de un “error menor” y no hay que sacar “las cosas de quicio”, ni inventarnos “fantasmas anti-leoneses”. En el caso de Televisión Española simplemente se limita a reconocer que efectivamente se ha equivocado en el tratamiento que da al Reino de León, pero nos dicen que la cosa ya no tiene remedio. En definitiva se reconoce que  lo que se dice es falso pero que eso tampoco tiene mayor importancia. Es como decir que mentir o decir la verdad es algo similar. A veces la verdad o la mentira se miden más por la capacidad de influencia que pueda tener un territorio y  la de los leoneses en este momento no es mucha.

          A los señores políticos de cualquier ámbito ideológico se les debería oír cuando se producen estos desatinos. Yo no oigo más que silencios, ¿es que no les importa nada lo que pueda pasar en la Región Leonesa y a los leoneses? Ya sé que en la tarea de gobernar son muchas las cosas que importan pero no creo que sea una menor que cuando alguien ataca (y esto se hace de forma continuada y reiterada) los intereses de los leoneses se pudiera escuchar su voz diciendo algo así como que “para nosotros León si es importante” y no es un tema “menor” como dice el Consejero de Educación o los portavoces del ente televisivo.

          Cuando algunos reclamamos lo que entendemos que es de mera justicia, resulta que nos asimilan a las posiciones nada menos que independentistas. En su argumentación contra la independencia de Cataluña,  nos ponen en el mismo barco. Otra falsedad más. Uno es tan español como el que más, disfruta con los triunfos deportivos o económicos de España y sufre cuando las cosas no van bien. Pero si eso es válido para España, también lo es para la Región Leonesa. Lo que nos diferencia  no es la posición que podamos tener sobre España y lo español, sino más bien su pasividad y conformidad con los continuos ataques a la identidad leonesa que no parecen importarles.

          En más de una ocasión he dicho que el leonesismo  más allá de una mera reivindicación territorial es una lucha por la dignidad y la libertad. Cuando alguien reconoce que “una amplia mayoría de sus militantes quería una autonomía leonesa” y a la vez que su partido no asume esos planteamientos, se pone de manifiesto la falta de sintonía entre militantes y partido. El concepto de representatividad no es válido ni para sus votantes, ni siquiera para sus militantes (como ellos mismos reconocen). Aquí se ha producido un secuestro de las voluntades ciudadanas y la de los propios militantes. Por eso mismo decimos que es esta una lucha  por la dignidad, la libertad y por que se dé carta de poder político a esa expresión de voluntades.

          No es muy comprensible que aquel que te dice “usted me importa un bledo” (o esto es un error menor), luego venga a pedirte algo (el voto por ejemplo). Aquí los comportamientos de los partidos son excesivamente uniformes. Hay como miedo en todos ellos a expresar lo que piensan, no sea que desde sus respectivos partidos les impidan progresar en sus aspiraciones a ocupar puestos en las listas electorales (con los recursos económicos asociados a esas posiciones). Supongo que esos miedos estarán sustentados en sus propias experiencias internas.

          La paradoja que se ha dado es que en los albores de la democracia, el Reino de León al que la Unesco reconoce como cuna del parlamentarismo desaparece como marco político con identidad propia en una maniobra que fue todo menos democrática. Algunos pensaron que el “tiempo cura heridas”, pero sin embargo tanto en el plano cultural como en el económico esa herida no ha hecho más que agrandarse.

          Las banderas de la libertad no se arrían. Nadie aporta argumento alguno para decir que el marco autonómico en el que estamos es el mejor de los mundos. No es esa la discusión. Simplemente buscan el silencio desde el cansancio, ni siquiera tratan de convencernos.        El error mayor sería que venzan por agotamiento.

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