domingo, 25 de octubre de 2015

SINGULARIDAD Y UNIVERSALIDAD.


 

            Cada día que pasa se hace más evidente que aquello que ocurre en alguna parte del mundo nos atañe de una forma directa. El mundo es cada vez más una comunidad global. Desde la grave crisis de los refugiados de Siria hasta lo que ocurre en la economía de Grecia o de China es algo que nos afecta directamente. Los ejemplos podrían ser muchos pero creo que estos podrían ser suficientes.

            Ante esto hay sectores de opinión que se definen como “ciudadanos del mundo”, en base a un concepto de universalidad. Si esto significa que no somos indiferentes a todo lo que ocurre fuera de unas determinadas fronteras, lo podemos asumir. Sin embargo a veces ese concepto de universalidad se vincula a un cierto desprecio por los propios  valores singulares del medio que te rodea. Somos hijos de nuestro entorno como cualquier otro ser vivo. Plantas, animales o seres humanos se vinculan a la caracterización del medio. Serán factores en muchos casos determinantes el clima, la altura del medio en el que viven…Todo ello hace que se desarrolle un medio natural propio. La cultura y la historia van caracterizando el devenir de los diferentes pueblos.

            Ni todos somos iguales, ni tampoco radicalmente distintos. Hay unos derechos humanos que deberían afectar a todas las personas. Habría que buscar hacer viable lo que es deseable.

            Diría que es un signo de comportamientos fascistas y totalitarios de cualquier signo el masacrar al “diferente”. Lo estamos viendo en el Estado Islámico que sin piedad mata a todo aquel que tiene otro credo religioso y destruye cualquier signo asociado a una cultura no musulmana. Lo hizo Hitler con aquellos que no eran de la raza aria, lo han sufrido los homosexuales (y lo siguen sufriendo en varios países) simplemente por tener unos modos de conducta que no son los mayoritarios. Los ejemplos podrían ser muchos más. Ello también son signos de que el medio social es distinto y no cabe la uniformidad. Hay que actuar desde el respeto como valor esencial de los comportamientos democráticos.

            En ese sentido hay que compaginar singularidad y universalidad. Son demasiadas las veces los que alguien desde su óptica política ha dibujado límites administrativos que no son coincidentes con lo que es la singularidad del medio social. Además ello se hace con independencia de lo que piensen o sientan las personas que viven en ese medio. Así se construyen artificios que luego se tratan de sostener en base a gastar ingentes cantidades de dinero y a la propia dinámica de favorecer económicamente todo aquello que contribuya a reafirmar ese artificio político. Es algo así como “o te pliegas a mis intereses o no hay dinero” (es el caso de lo que pasa con las diferentes Casas de León).

            Las personas somos lo que somos con independencia de lo que pueda decir un político determinado. Ni se puede ser heterosexual por decreto ni tampoco castellano-leonés por cuanto alguien haya impuesto ese límite administrativo. Más tarde o más temprano alguien tendrá que rectificar y dar carta política a las realidades sociales. Imponer los criterios propios al conjunto del medio social no suele funcionar. Las dictaduras de cualquier tipo terminan sucumbiendo, la democracia basada en la adhesión popular tiene afortunadamente un nivel de permanencia mucho mayor. Soy optimista sobre este punto.

            Se hace necesario compaginar singularidad y universalidad. El sentido de pertenencia no es único, diría que es un poco como capas de cebolla. Uno es de un barrio, de una ciudad/pueblo, de una comarca, de una región, español, europeo y ciudadano del mundo, sin que exista ningún tipo de contradicción en todo ello. Lo que si existe y levanta ampollas es que sin nuestro consentimiento se nos identifique con lo que no somos, castellanos o castellano-leoneses.

            Tener un espíritu solidario con los aconteceres del mundo entiendo que es perfectamente compatible con la asunción de la defensa de la singularidad propia como leoneses. Democracia y libertades vendrían a constituir unos rasgos que definen en buena medida nuestra trayectoria histórica y nuestra importante aportación al mundo. Las Cortes Leonesas de 1.188 tienen como principal rasgo que las caracteriza el integrar en las estructuras de poder a través del parlamento, al pueblo. Ello contrasta con los procesos de formación de la autonomía de Castilla y León en la que se expulsa al pueblo del derecho a expresar su identidad o su rechazo a la adhesión a ese marco autonómico. En definitiva es una autonomía impuesta.

            A veces se confunde el reforzar nuestra singularidad con cerrazón a todo lo que acontece en el mundo. Esa es una posición inasumible en un mundo cada vez más interrelacionado. Pero también lo es la de aquellos que desprecian el medio social en el que viven en el supuesto de la condición de ciudadanos universales. Vivir apegado al terruño permite tener un horizonte de universalidad. Avanzaremos en la construcción de Europa y de esos organismos internacionales (que tan ardientemente defendía A. Einstein) si compaginamos singularidad con universalidad desde el respeto a la diversidad. Todo lo que nos lleve a la uniformidad irá más bien en dirección contraria.

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