Si, admitamos que el título de este artículo puede llevar a
confusión y que pudiera llevar a pensar que defendemos que León está en el
mejor de los mundos. También a que alguien pudiese llegar a creer que es una
especie de slogan de un partido gobernante a modo de propaganda de su gestión.
Sin embargo nada más lejos de la realidad. En nuestra trayectoria, en
diferentes estudios, hemos tratado de demostrar que tras la implantación
antidemocrática del actual marco autonómico ello ha derivado en pérdida de
cuotas de bienestar para los leoneses y que en ello ha tenido bastante que ver
la gestión de los que ocupan posiciones de poder.
Entonces ¿Qué queremos decir con eso de que León va de
cine? Pues es un ciclo de cine organizado por leoneses que viven lejos de su
tierra y que recoge tanto a autores
leoneses como al cine hecho sobre León.
León va de cine es tanto una ilusión óptica (a modo de
espejismo) como el triunfo de la iniciativa y el impulso del “querer es
poder”. El cine tiene la capacidad de
trasladarnos en imágenes a otros mundos, a ver las cosas a través de aquello
que se nos proyecta. Nos recuerda al mito de la caverna de Platón.
Este ciclo nace de la capacidad de iniciativa y del impulso
de una persona joven. Su idea se traslada a las personas responsables del Hogar
Leonés en Bilbao que dan acogida a la idea y ofrecen sus locales para que pueda
ser proyectada.
El entusiasmo juvenil promueve la capacidad de arrastrar a
la colaboración en la iniciativa. Hay un espíritu de solidaridad que hace que
los directores de las diferentes películas se presten no sólo a autorizar esas
proyecciones sino a facilitar los medios necesarios para que se puedan llevar a
cabo.
El diseño de los carteles, su impresión o la distribución
de los mismos es tarea también de la misma persona que ha tenido la iniciativa
de hacer este proyecto.
Hace falta complementar las tareas del espíritu con las más
materiales de la gastronomía. Se contacta con diferentes empresas y algunas de
ellas nos han mandado sus quessines, vino o embutidos de la comarca de
Cistierna.
¿No echan en falta a alguien en este proyecto?, pues si
faltan las instituciones públicas, que una vez más dan la espalda a aquello que
busca dinamizar el medio social y promover lo leonés fuera de las fronteras de
la propia Región Leonesa. La colaboración ha llegado de modo exclusivo desde la
iniciativa privada. Son empresas y personas que de forma voluntaria han
prestado su trabajo y su dinero para que
este tipo de cosas puedan salir adelante. Las instituciones públicas
simplemente administran recursos que a
todos nos pertenecen.
A mí este proyecto me ha recordado lo que son las tareas de
hacendera que se tantas veces han solventado las necesidades de los pueblos
leoneses. En ellas el concejo define una necesidad y el modo en que se puede
solventar. Desde la colaboración de los vecinos con su trabajo y con sus
recursos se consigue avanzar en la solución que se necesita.
Creo que los leoneses a veces pecamos de excesivamente
derrotistas. Ello nos lleva a ser demasiado contemplativos y a quedarnos en un
permanente lamento de nuestra situación. Es como si esperásemos que las
soluciones nos viniesen como llegadas del cielo. Nuestro individualismo (seña
importante de nuestra identidad social) hace que desarrollemos pocas conductas
de colaboración. Sin embargo todo ello son frenos a nuestro desarrollo como
pueblo.
En ese sentido creo que este proyecto al que alude este
artículo recoge en buena medida una serie de valores que sería conveniente trasladar
a otras muchas cosas. El optimismo, la
capacidad de iniciativa, el impulso generoso que arrastra a la colaboración a
otros. También es el ejemplo de que para avanzar, lo principal es la voluntad
de hacerlo y no vale esperar a que las instituciones públicas nos resuelvan las
cosas.
En nuestro medio social hacen falta más que nunca personas
creativas y con capacidad de iniciativa. Pienso que estamos en una sociedad
excesivamente ramplona que en muchas tareas (también en el cine) vive de
glorias pasadas, de reposiciones o de recrear historias que se han producido en
otro momento.
La administración entiendo que debería de estimular y
canalizar esa creatividad e iniciativa hacia tareas que supongan un beneficio
social para el conjunto de la comunidad. Habrá que armonizar en ello los
intereses personales con los sociales. En todo caso no pueden ser diques de
contención, sino que más bien deben ser impulsores.
Una forma de conocer en qué medida una determinada
iniciativa supone un beneficio para la comunidad será tanto en términos
económicos (en unos casos) como en la capacidad de interesar (medible en
asistencia a los actos organizados). No nos identificamos tampoco con aquellos
que simplemente invocan que “ellos son la cultura” y por tanto reclaman dinero
público a modo de derecho propio y desligándose del medio social. Diríamos que
son élites autoproclamadas que desprecian al conjunto de la sociedad.
En definitiva para que León vaya de cine entiendo que sería
necesario que haya muchos proyectos (de cualquier tipo) que unan conceptos como
iniciativa, entusiasmo y capacidad para suscitar colaboración. Esperemos que
así sea.
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