Hay algunos partidos
que han tratado de dibujar unos ejes de clasificación política entre lo que
sería “lo nuevo” y lo viejo. Buscan la capacidad de seducción que siempre tiene
cualquier novedad (algo que se ha utilizado en las más elementales estrategias
comerciales). Ya se sabe que “nuevo mistol lava más blanco”. Diríamos que
especialmente la tiene cuando se ha dado una epidemia de corrupción que ha
afectado a una parte considerable de la clase política. Cuando se solicitan
sacrificios a la población ello no es compatible con ver actuaciones
deshonestas en sus gobernantes. Las formas de conducta se vuelven aún más
importantes en esos momentos.
En todo caso esos aires de cambio no
es algo exclusivo que se está dando en España sino que está dando en muchos
países. Es algo que también tiene una trayectoria temporal suficiente como para
que sea un movimiento social relevante. En Francia es el ascenso del Frente
Nacional, en Italia ha tomado la forma del movimiento Cinco Estrellas, en
Grecia es Syriza y en España la referencia es Podemos y Ciudadanos. Son
movimientos que todos ellos se plantean como “alternativos” a los partidos socialistas
o conservadores que han ido ocupando sucesivamente el poder en sus respectivos
países.
Pablo Iglesias tiene una especial
capacidad para generar conceptos de comunicación como “la casta”, “las puertas
giratorias”, “remontada”… Es algo propio de un medio social en el que priman cada
vez más las imágenes sobre los
contenidos. Diría que es un buen comunicador que además ha tenido el respaldo
inequívoco de algunas televisiones.
Todos estos movimientos tienen
liderazgos muy personalistas. La crisis aviva sentimientos de rechazo hacia los
que ocupan o han ocupado el poder. Los problemas siguen, persisten y ello se
asocia a una cierta incapacidad de los gobernantes para solucionarlos. Creo que
hay una sociedad que se comporta de un modo excesivamente expectante en espera
que otros les solucionen sus problemas. La participación en las decisiones
lleva a que luego también se haga en las tareas que llevan a solucionar una
determinada necesidad. Es el modelo leonés de hacendera en que todos los
vecinos deciden sobre lo que hacer y luego todos ellos colaboran en las tareas
para la mejora que se ha acordado
realizar.
Estos movimientos se fundamentan más
en la oposición que en proponer unas nuevas ideas o proyectos. Excepto en
Grecia y por su particular sistema electoral, que regala 50 escaños al ganador
de las elecciones, en el resto no han llegado a ocupar posiciones de gobierno
al menos al frente de sus países. No han demostrado suficientemente el tener
capacidad de gestión, sencillamente no han tenido la oportunidad de hacerlo.
Diríamos que incluso en Grecia Syriza tiene una autonomía de gestión bastante
limitada en función de la propia situación económica del país y de las
exigencias de la Unión Europea.
Son movimientos que generan adhesiones
pero también un rechazo importante,
tensionan el medio social. El Frente Nacional gana la primera vuelta de
las elecciones regionales en Francia pero pierde la segunda al agruparse el
voto de aquellos que prefieren a cualquier otra opción a ellos. Los estudios
del CIS también nos muestran que uno de los partidos que alcanzan un mayor
nivel de rechazo es Podemos (también el PP).
Esas tensiones dificultan el que se
puedan alcanzar acuerdos y hay un peligro importante de situarse en un vacío de
poder. Por un lado se hace evidente la necesidad de llegar a acuerdos, pero por
otro es muy patente la dificultad para poder llegar a alcanzarlos. Por eso
decimos que entre lo nuevo y lo viejo hay una cierta sensación de vacío.
Socialmente se detestan las mayorías absolutas, se habla de la bondad del
diálogo y de los acuerdos. Sin embargo ello es algo más teórico que real. Luego
hay demasiadas posiciones excluyentes, se busca tratar de imponer condiciones
imposibles de aceptar por el partido con el que se quiere (en teoría) establecer
pactos. Hay actitudes excesivamente soberbias y prepotentes que priman sus
propios intereses personales a los de la ciudadanía.
Un principio importante sería aceptar
que la sociedad es plural y que nadie tiene la verdad absoluta. Sería un factor
básico para tratar de buscar puntos de acuerdo que faciliten la gobernabilidad.
En la actual situación mundial de crisis económica, de problemas de seguridad
con el terrorismo internacional…Si hay algo que no puede permitirse un país es
el estar sin gobierno, sin tener una capacidad de decisión suficiente como para
afrontar esos retos tan importantes.
La desesperación lleva a adoptar
posiciones extremas que dificultan la superación de los problemas. La cohesión
interna de un país es un valor en sí mismo, especialmente si más allá de los
partidos se extiende al conjunto del medio social.
La consistencia de un proyecto la mide
el tiempo. Un ejemplo cercano podría ser UPyD que de ser considerado referente
de alternativa política ha pasado a desaparecer como partido.
En un plazo no demasiado lejano se
aclarara si los “nuevos” partidos son suficientemente consistentes y la
capacidad de renovación de “los viejos”. Ello podrá ser clave para evitar el
vacío político.
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