domingo, 5 de junio de 2016

EL AUGE DE LOS POPULISMOS.


 
          Después de la gran crisis financiera del año 1929 se produjo un cambio a nivel político que supuso el nacimiento de los movimientos fascistas. En palabras de Luis E. Iñigo Fernández en su obra "breve historia del mundo" ello supuso la "reacción radical contra las ideologías vigentes y planteaba frente a ellas una alternativa de renovación global".  Que quieren que les diga pero para mí se establecen muchos paralelismos entre esa situación y la actual.

            Antes y ahora venimos de una crisis económica muy importante. La que viene desde el 2008 ha tendido a ser considerada como la mayor del siglo. A esa crisis en el plano político le están siguiendo "la reacción radical contra las ideologías vigentes". Esta reacción cabe vincularla a los populismos que han ido ganando peso en diferentes países. Los ejemplos podrían ser múltiples y vendrían desde los triunfos de Donald Trump hasta los de la Alternativa para Alemania, el Frente Nacional en Francia, el movimiento Cinco Estrellas (Italia) o Syriza y Amanecer Dorado en Grecia. Todos ellos tendrían en común ese germen de "reacción radical contra las ideologías vigentes y plantear frente a ellos una renovación global".

            En el caso de España esa condición de movimiento populista estaría encabezada principalmente por Podemos. En ellos esa reacción radical se verbaliza situando a las ideologías vigentes como "casta" frente a los que como ellos proponen una "renovación global".

            Además cabe hablar de una crisis de valores a nivel internacional.  Es una crisis que no se circunscribe ni a un país, ni a una ideología, ni al plano político. La corrupción se extiende como una mancha que llega desde Rusia hasta Argentina pasando por Gran Bretaña o Islandia. Que llega al plano político pero también a diferentes empresas del sector del automóvil o a las clínicas dentales. Llega a asociaciones de consumidores y hasta alguna ONG.

            Sin embargo esas ansias de cambio y renovación tuvieron en su momento unas consecuencias nefastas para el mundo. Para nada supusieron una mejora de la situación anterior sino que la agravaron con la creación del nazismo y diferentes movimientos fascistas que tuvieron como corolario la segunda guerra mundial.

            Algo que es "nuevo" simplemente lleva aparejado  ser algo "distinto" pero ello no significa que tiene porque ser mejor. Habrá que dirimir en buscar la necesaria renovación que implique cambios en una situación que se hace insostenible. Pero también habrá que procurar evitar aquello de que "a río revuelto ganancia de pescadores". Si ello conduce a posiciones extremas de cualquier signo ello puede llevar a enfrentamientos peligrosos. La estabilidad política es en gran medida condición necesaria para  el progreso económico. Coincido con Ernesto Laclau cuando dice que "los populismos son los significantes vacíos" y con J.A. Zarzalejos cuando dice que "los populismos en España y fuera de ella son disruptivos y traumáticos" y que "en España no hemos sabido interiorizar las ventajas del reformismo constante".

            Si para llegar a un puesto de responsabilidad en una empresa se exige experiencia y tener acreditados méritos de gestión, lo mismo cabría decir cuando se tiene como misión dirigir un país. La prueba del novato puede salir excesivamente cara y luego ya puede ser tarde para rectificar.

            Encontrar el camino que compagine cambios y progreso económico puede ser tan complicado como necesario. Acertar será clave y para ello confío más en aquellos que muestran voluntad para el acuerdo que en los que se vinculan a líderes mesiánicos y con posiciones dogmáticas que encauzan la rabia generalizada pero que luego no muestran capacidad para gobernar.

            El caudillismo suele estar asociado al populismo. Esos movimientos giran más alrededor de una determinada persona que de unas ideas. La disidencia se castiga directamente con la expulsión. Más allá de la pura apariencia sus formas de organización no tienen un talante especialmente democrático y son muy centralizadoras.

            En lo que son estos movimientos en Europa podríamos decir que tienden a tener un posicionamiento contrario a la Unión y tienden a propugnar el cierre de fronteras a los refugiados que llegan de fuera de Europa. En Estados Unidos es lo mismo que propone Trump con su propuesta de hacer un muro fronterizo respecto a México.

            Desde una idea de exaltar el poder del país de procedencia promueven formas de proteccionismo económico. Es un intento de parcelar la riqueza a una zona determinada. Curiosamente es una posición compartida con movimientos nacionalistas que se dicen de izquierda. Son movimientos que en mi opinión tienen una base de sustentación muy egoísta y centrada en buena medida en el "sálvese quién pueda".

            Hoy diría que está avanzando más el sentimiento de "menos Europa" y pierden peso los que desean promover mayores procesos de integración. En buena medida el principal factor que ha llevado a esa situación es el miedo. La crisis ha llevado a fomentar el preservar los logros de bienestar y evitar compartirlos con otras personas o pueblos. Sin embargo estos procesos contrastan con los que se están produciendo en la economía en la que propulsadas por un deseo de ahorro de costes han aumentado los procesos tendentes a la concentración en  grandes empresas. Las fusiones y absorciones vienen siendo algo común en los diferentes países.

            Evidentemente cada uno de estos movimientos populistas tiene rasgos propios y diferenciadores (también opuestos). Sin embargo creo que hay un tronco común que les vertebra a todos ellos, la reacción radical contra las ideologías vigentes.

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