Los
escaparates de los comercios son como espejos donde se refleja la vida de los
pueblos y ciudades. Tal vez por ello mismo en algunas poblaciones se ha
realizado una campaña en la que los comercios durante un fin de semana han
cubierto sus escaparates de telas negras. Se ha querido concienciar a la
ciudadanía de lo que significaría el lugar donde viven si se prescindiese de
los comercios. Es como si esa vida ciudadana sufriese de repente un apagón (con
efectos también en las horas de luz).
Especialmente el
pequeño comercio es el canal donde encuentran salida los productos de empresas
familiares que tienen una producción limitada. Es también donde se cuida
especialmente la calidad.
Cuando se habla
tanto de la sostenibilidad y de “productos km 0”, podemos decir que tal vez
donde mejor se cumplen estos criterios es en los pequeños establecimientos
comerciales. La producción “local” la encontramos en mucha mayor medida en una
pequeña tienda que en las grandes cadenas.
La historia de
una ciudad, de un medio social, va ligada muy directamente a los
establecimientos comerciales que han convivido con nosotros en nuestros paseos
y en general en la cotidianidad de
nuestra vida. Son parte del decorado ciudadano. Cuando alguno de esos comercios
históricos cierra, todos sentimos que hemos perdido algo.
Sin embargo en la
ciudadanía esos rasgos de identidad afectiva no siempre van acompañados de
modos de conducta que lleven a mantener “vivos” esos establecimientos. Parece
que se quiere que ese pequeño comercio se mantenga en nuestras calles aunque
luego (cada día más) canalicemos las compras a través de internet o de las
grandes cadenas de distribución. Es una cierta incoherencia. Esas tiendas no
pueden subsistir si las vaciamos de compradores.
El mundo cambia y
también aquí se hace necesario el adaptarse a esos cambios. Diríamos que el
proceso no difiere mucho del que nos ha dibujado Darwin en su teoría evolucionista
y en el “origen de las especies”. La supervivencia se liga a la capacidad de
adaptación.
A mi modo de ver
ese proceso debe de fundamentarse en
tres grandes líneas: Selección del producto, conocimiento del cliente y comodidad
en el proceso de compra.
El conocimiento
del cliente entiendo que es un factor esencial en lo que debe ser un factor
diferencial del pequeño comercio. Significa saber lo que son nuestros gustos para
en base a ello poder adaptar la oferta que se tiene en el comercio a lo que son
las preferencias del cliente.
En el pequeño
comercio se establece un “diálogo” entre el producto y el comprador a través
del vendedor. En ello será básico conocer lo que son las características de
aquello que se vende para luego poder trasladarlo al cliente. No es el producto
que te puedas encontrar en una estantería o en la pantalla de un ordenador.
En ese sentido
será también básica la confianza que te pueda trasmitir tu interlocutor. Esto
es algo que cada vez nos falta más. En su afán de abaratar costes muchas
grandes empresas han trasladado el contacto humano al que podamos tener con una
máquina. Sin embargo “el consejo” siempre tiene rostro humano y debe estar
asociado a alguien que nos dé suficiente confianza. El conocimiento del
producto y del cliente así como la honestidad, son los valores básicos en que
se asienta esa confianza.
El valor de la
comodidad se va imponiendo cada vez más en nuestros medios sociales. Diría que
el tiempo es un bien muy preciado, por lo que necesitamos el acceder con
rapidez a aquello que queremos. Por otro lado nuestra sociedad va sustituyendo
las comunicaciones personales por las que se establecen a través de los
diversos canales que nos facilita internet. Esa comodidad también se ha
trasladado a los medios para hacer la compra. Uno de los factores más
importantes que explica el incremento de la venta a través de internet es la
facilidad de acceso a gran cantidad de productos en cualquier horario y desde cualquier
lugar.
En ese sentido
creo que el pequeño comercio debe realizar un esfuerzo por hacer la compra más
cómoda a sus clientes. Conseguir que internet sea un escaparate de aquello que
venden, explicando y promoviendo los productos que pueden encontrar en su
establecimiento. Renovar con periodicidad suficiente lo que es su escaparate
virtual. Facilitar hacer lo más cómoda posible la entrega del producto al
cliente.
Los cambios en
los hábitos de la ciudadanía y en el pequeño comercio son algo necesario para
que sigan siendo el escaparate de nuestra cotidiana vida ciudadana.
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