El
desarrollo económico y social diría que hoy está especialmente ligado a las
comunicaciones. En un mundo cada vez más interrelacionado es fundamental
favorecer infraestructuras que puedan llevar tanto a las personas como a las productos
a lo que puedan ser sus destinos.
Desde un punto de
vista medioambiental es claro que se debe favorecer todo aquello que es el
transporte público frente a unos medios privados e individuales mucho más
contaminantes. Aunque aquí también existe la incoherencia de alguna institución
que sufraga el uso de vehículos privados
y sin embargo penaliza la utilización del transporte público (que ese
mismo usurario debe pagar de su bolsillo)
Desde una
perspectiva social diría que se puede considerar una prioridad el detener la
sangría poblacional que desde hace mucho tiempo se viene dando en los medios
rurales. Es claro que el coste de mantener unos determinados servicios es mucho
mayor en lugares con poca población. Sin embargo se hace preciso dotar de unas
condiciones mejores de vida a esos medios para evitar que sigan despoblándose.
En ese sentido se hace necesario favorecer mecanismos de solidaridad de modo
que se compense la prestación de esos servicios. Algunas Comunidades autónomas
reclamaban, con toda justicia, el tener en cuenta como factor corrector la
despoblación en el reparto de los dineros públicos.
Por otro lado
cabe decir que en esa España rural es donde encontramos en mayor medida los
rasgos culturales que nos definen y caracterizan. Los centros urbanos son mucho
más uniformes y con mayores similitudes a nivel mundial. Las tradiciones en las
que se asienta nuestra memoria histórica se mantienen fundamentalmente en ese
medio rural. Su despoblación lleva a que todos perdamos partes esenciales de
nosotros mismos.
No puede ser que
no sólo no avancemos en dotar de mayores servicios a esos pequeños núcleos sino
que vayan desapareciendo los pocos que tienen. Nos referimos a servicios
básicos como el transporte o la asistencia médica.
Por ello nos
unimos solidariamente con aquellos que reclaman que no se supriman paradas de
tren en sus pueblos o demandan poder contar con los medios sanitarios básicos.
Ese dinero que se
gastó en esa obra podría haber sido suficiente para mantener el servicio a los
pueblos en una línea que siempre ha tenido un marchamo marcadamente rural. No
puede ser que el brutal dispendio que se ha hecho, vaya a suponer dejar sin
servicio a muchos núcleos de población.
Esta situación contrasta
con la falta de inversión en el mantenimiento de las infraestructuras y del
personal suficiente para poder atenderlas. Las consecuencias son averías
frecuentes y falta de repuestos. Todo ello se entiende si tenemos en cuenta que
como denuncian los sindicatos la medida de antigüedad de esos trenes es de 40
años. El abandono de la maquinaria y la no reposición de personal llevan
inevitablemente a un importante deterioro del servicio. Podríamos decir que se
ha despilfarrado el dinero que hubiera sido necesario para el mantenimiento
tanto de la maquinaria como del personal. Además ese gasto no sólo no mejora el
servicio a los usuarios sino que ha impedido que el tren pueda acceder al
centro de la ciudad como ocurría antes.
Recientemente se
nos informaba que incluso un tren tenía que haber parado entre dos estaciones
(Barrillos y La Losilla) por falta de combustible. Ello sucedía por cuanto ese
tren disponía de tan sólo tres horas para poder realizar ese repostaje. Es un
signo inequívoco de un lamentable abandono y de un desinterés por unos viajeros
a los que no se les trata como clientes.
Diría que el
desarrollo de un país se puede ver en mayor medida en la situación de su medio
rural. A nivel de infraestructuras ferroviarias Suiza puede ser un ejemplo
tanto por la extensión de su red como por las frecuencias, información al
consumidor y precisión en lo que son los horarios de los trenes.
Hay que tener en
cuenta, además, que en esos núcleos de población viven principalmente personas
mayores que tienen impedimentos físicos para poder contar con medios privados
de transporte. Esto supone que la necesidad de medios de transporte públicos se
hace especialmente importante.
Es necesario
recuperar “el tren de la vida” que recorre las venas de nuestro territorio. Ya
no solicitamos que vaya “a todo tren” pero al menos que ese recorrido se
mantenga y se pueda efectuar en condiciones de suficiente dignidad. Sanidad y
transporte no dejan de ser unas necesidades básicas que se hace necesario
atender.
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