jueves, 27 de septiembre de 2018

EL TREN DE LA VIDA.





           

            El desarrollo económico y social diría que hoy está especialmente ligado a las comunicaciones. En un mundo cada vez más interrelacionado es fundamental favorecer infraestructuras que puedan llevar tanto a las personas como a las productos a lo que puedan ser sus destinos.

            Desde un punto de vista medioambiental es claro que se debe favorecer todo aquello que es el transporte público frente a unos medios privados e individuales mucho más contaminantes. Aunque aquí también existe la incoherencia de alguna institución que sufraga el uso de vehículos privados  y sin embargo penaliza la utilización del transporte público (que ese mismo usurario debe pagar de su bolsillo)

            Desde una perspectiva social diría que se puede considerar una prioridad el detener la sangría poblacional que desde hace mucho tiempo se viene dando en los medios rurales. Es claro que el coste de mantener unos determinados servicios es mucho mayor en lugares con poca población. Sin embargo se hace preciso dotar de unas condiciones mejores de vida a esos medios para evitar que sigan despoblándose. En ese sentido se hace necesario favorecer mecanismos de solidaridad de modo que se compense la prestación de esos servicios. Algunas Comunidades autónomas reclamaban, con toda justicia, el tener en cuenta como factor corrector la despoblación en el reparto de los dineros públicos.

            Por otro lado cabe decir que en esa España rural es donde encontramos en mayor medida los rasgos culturales que nos definen y caracterizan. Los centros urbanos son mucho más uniformes y con mayores similitudes a nivel mundial. Las tradiciones en las que se asienta nuestra memoria histórica se mantienen fundamentalmente en ese medio rural. Su despoblación lleva a que todos perdamos partes esenciales de nosotros mismos.

            No puede ser que no sólo no avancemos en dotar de mayores servicios a esos pequeños núcleos sino que vayan desapareciendo los pocos que tienen. Nos referimos a servicios básicos como el transporte o la asistencia médica.

            Por ello nos unimos solidariamente con aquellos que reclaman que no se supriman paradas de tren en sus pueblos o demandan poder contar con los medios sanitarios básicos.

    
        En el caso del tren, en León se ha cometido una obra que es una auténtica aberración y que ha costado muchos millones de euros. Nos referimos a la obra de Feve y la estación de Matallana. Se tenía un tren que llega al centro de la ciudad y se hace una obra que impide ese acceso, de modo que en los últimos 7 años se obliga a los viajeros a hacer un transbordo en autobús desde las afueras de la ciudad al punto de llegada anterior. Como resultado de todo ello  se pierden dos de cada tres viajeros de ese tren. Es decir se gasta una ingente cantidad en deteriorar ese servicio provocando la fuga de viajeros.

            Ese dinero que se gastó en esa obra podría haber sido suficiente para mantener el servicio a los pueblos en una línea que siempre ha tenido un marchamo marcadamente rural. No puede ser que el brutal dispendio que se ha hecho, vaya a suponer dejar sin servicio a muchos núcleos de población.

            Esta situación contrasta con la falta de inversión en el mantenimiento de las infraestructuras y del personal suficiente para poder atenderlas. Las consecuencias son averías frecuentes y falta de repuestos. Todo ello se entiende si tenemos en cuenta que como denuncian los sindicatos la medida de antigüedad de esos trenes es de 40 años. El abandono de la maquinaria y la no reposición de personal llevan inevitablemente a un importante deterioro del servicio. Podríamos decir que se ha despilfarrado el dinero que hubiera sido necesario para el mantenimiento tanto de la maquinaria como del personal. Además ese gasto no sólo no mejora el servicio a los usuarios sino que ha impedido que el tren pueda acceder al centro de la ciudad como ocurría antes.

            Recientemente se nos informaba que incluso un tren tenía que haber parado entre dos estaciones (Barrillos y La Losilla) por falta de combustible. Ello sucedía por cuanto ese tren disponía de tan sólo tres horas para poder realizar ese repostaje. Es un signo inequívoco de un lamentable abandono y de un desinterés por unos viajeros a los que no se les trata como clientes.

            Diría que el desarrollo de un país se puede ver en mayor medida en la situación de su medio rural. A nivel de infraestructuras ferroviarias Suiza puede ser un ejemplo tanto por la extensión de su red como por las frecuencias, información al consumidor y precisión en lo que son los horarios de los trenes.

            Hay que tener en cuenta, además, que en esos núcleos de población viven principalmente personas mayores que tienen impedimentos físicos para poder contar con medios privados de transporte. Esto supone que la necesidad de medios de transporte públicos se hace especialmente importante.

            Es necesario recuperar “el tren de la vida” que recorre las venas de nuestro territorio. Ya no solicitamos que vaya “a todo tren” pero al menos que ese recorrido se mantenga y se pueda efectuar en condiciones de suficiente dignidad. Sanidad y transporte no dejan de ser unas necesidades básicas que se hace necesario atender.

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