Esta
crisis brutal ha impactado de lleno en nuestras vidas. Soy de los que piensan
que habrá un antes y un después de esta crisis. Entre otras muchas cosas está
crisis va a poner en valor cosas que hasta este momento no dábamos importancia
por considerarlas habituales.
El poder
pasear, el hablar y contactar con nuestros amigos y familiares de forma
personal son ahora un “lujo” del que tenemos que prescindir para que de forma
solidaria podamos detener la pandemia. El poder ir al cine o ver cualquier deporte tampoco ahora es
posible ni en tu ciudad ni en cualquier parte del mundo. Se restringe el acceso
a los puestos de trabajo y son muchos los comercios a los que no podemos entrar (más allá de lo estrictamente
necesario). Todo ello hace que cobre valor aquello que hasta hace bien poco
considerábamos normal.
Me uno en
hacer un reconocimiento a los que esta situación les ha requerido un esfuerzo
excepcional. Son los sanitarios, las fuerzas de seguridad, el comercio, los
taxistas, los agricultores y ganaderos, los basureros… Y en general todos
aquellos que cuidan de que se puedan mantener unos niveles mínimos que puedan
garantizar nuestra convivencia.
Además de lo
que es el impacto sanitario, hay un impacto económico que será muy importante.
Es como si el mundo en todas sus versiones se hubiera paralizado. A un
incremento muy grande de las necesidades en los distintos sectores se une el
que las administraciones tienen menos
medios para poder atenderlas. Hay que tener en cuenta que los recursos públicos
salen de las aportaciones de la ciudadanía y que ahora ese medio social está
más para que le ayuden que para poder colaborar aportando medios.
Soy también
de los que piensa que en tiempos de penuria es necesario reforzar los lazos de
unidad y solidaridad. Creo oportuno recordar aquella frase de J. F. Kennedy de
“no es el momento de preguntar lo que tu
país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tú país”.
En ese
sentido es momento de que cada cual colabore buscar aportaciones para superar
esta gran crisis. No creo que lo sea el de los reproches ni cantos de sirena
que nos dicen lo que habría que hacer pero sin contar cómo hacerlo. Tampoco
hacen falta “los listos del día después”. Ya se sabe que “después de visto, todo
el mundo es listo”.
En estos
tiempos he buscado respuestas para los momentos que vivimos. Por ello he estado
leyendo el libro de J. Diamond “Crisis. Cómo
reaccionan los países en los momentos decisivos”. Me ha resultado muy
interesante su análisis de cómo han ido reaccionando distintos países en
momentos decisivos de su historia. Una de las muchas aportaciones de este libro
es que cuando analiza la situación de Estados Unidos concretamente dice “el más grave de los principales problemas
que amenazan la democracia de Estados Unidos es el acelerado deterioro de la
cultura de la negociación y del acuerdo”. Creo sinceramente que lo que este
autor dice relativo a Estados Unidos también sería aplicable a España y al
conjunto de Europa. Además eso no se ciñe exclusivamente al plano de los
partidos políticos sino que tiene un ámbito que se aplica al conjunto de
nuestra sociedad.
Cada vez se
extienden más los marcos interpretativos cerrados que impiden ver lo que pueda
aportar el otro. Las redes sociales nos llevan a seleccionar a nuestros
“amigos” muchas veces en función de la afinidad de pensamiento. Los medios de
comunicación que se ven o se escuchan se eligen en base a que puedan ser
coincidentes con la forma de pensar de cada uno. En ese sentido son canales de
información viciados que llevan a la reafirmación en los propios valores y
dificultan ver la perspectiva que puedan
tener los que piensan distinto.
Así en esta
crisis he podido escuchar a aquellos que tienen una posición contraria al mundo
de la tecnología que el culpable de la extensión del virus es la implementación
en el mundo de las redes G5. Otros que era por una olimpiada militar y por la
participación en ella de militares de Estados Unidos. Uno piensa que ello son
ejemplos de cómo desde unas convicciones previas se busca dar respuesta a esas
preguntas. No hay oportunidad de contraste con los que piensan distinto.
Sin embargo
para el avance social se hace preciso escenarios de acuerdo, especialmente en
momentos de crisis. Para ello hay que abrirse a lo que nos pueda decir el otro
y tratar de encontrar en ello su parte de verdad. Será el mejor camino para volver
a nuestra cotidianidad.
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