Todos los líderes de los diferentes
partidos se han referido de una u otra forma al leonesismo. Entendemos que ello
es un indicador de que ese leonesismo ha calado en el tejido social leonés.
Pero claro
luego cada uno lo interpreta a su manera. En mi opinión a Pablo Casado habría
que darle el premio a la originalidad. El líder del PP ha inventado nada menos
que el “castellanoleonesismo”. Claro, igual es el único que participa de su
invento. El leonesismo puede sentirse muy vinculado con el castellanismo por
cuanto la existencia de Castilla viene a ser “la otra cara” de la existencia de
la Región Leonesa. Vamos qué si existe Castilla, existe León. Lo
“castellano-leonés” es la anulación no sólo de la identidad leonesa, también de
la castellana. Si bien es verdad, que nadie se va a referir a los castellanos
como leoneses y sin embargo en multitud de ocasiones se nos confunde a los
leoneses como castellanos. Pero vamos lo de “castellanoleonesismo” rechina por
todos los costados, incluso a las personas que pudieron acompañar a Casado en
su visita.
El PP de
León se ha referido al “leonesismo útil” pero luego en su ponencia tiene que
hacer las rectificaciones que le dicen desde Valladolid. No parece que sea esa
la mejor forma de expresar la utilidad de una reivindicación. Vamos es como si
el patrón de la empresa les dice a los trabajadores lo que deben de
reivindicar. Creo que eso a ningún sindicato eso le convencería y nadie lo
calificaría de “útil”. No es de recibo un “leonesismo al dictado de
Valladolid”.
Otros como
el señor Eduardo Moran se dice también “leonesista” y afirma que ese leonesismo
se debe a la discriminación que ha sufrido la Región Leonesa con tantos años de
gobierno del PP. En su opinión todo ello cambiaría cuando hipotéticamente
Tudanca accediese a la presidencia de la Junta. Primero reduce el leonesismo a
una mera reivindicación económica, sin considerar otras variables sociales e
históricas. Tampoco considera el sentimiento de identidad que tienen los
propios leoneses. Uno diría que “obras son amores y no buenas razones” o
también que “por sus obras les conoceréis”. Pues bien creo que pocos dirán que
su gobierno desde la Diputación ha favorecido los intereses económicos y
sociales de los leoneses. Desconozco que desde su presidencia en la Diputación
se haya elevado una sola protesta ante las múltiples ocasiones en que se han
referido a territorios leoneses como castellanos. Ya ve, para la defensa de la
identidad leonesa ni siquiera es preciso el apostar por una autonomía leonesa.
Pero claro su inacción ante todo ello, hace que no sea en nada creíble que
usted se declare leonesista.
También hay
otros que vienen a confundir el leonesismo como una forma de nacionalismo
excluyente. En ese sentido aluden al término de “leonesidad” y lo diferencian
del leonesismo como algo propio del nacionalismo. Uno sospecha que ello se debe
a que aquel que es abanderado de la “leonesidad” en algún momento de su vida ha
padecido ese nacionalismo excluyente. En mi caso si puedo identificarme como
“leonesista” pero sin apoyar para nada los nacionalismos. La gran mayoría de
los leonesistas nos sentimos leoneses y españoles. Lo que no somos es ni castellanos, ni
castellano-leoneses.
El
leonesismo tiene una identidad política. No se trata de querer más o menos a
esta tierra. En ese sentido leonesismo hoy está directamente asociado a la
defensa de la autonomía leonesa. Desde luego los que durante tantos años no han
hecho nada para defender la identidad leonesa frente a los continuados ataques,
los que no se han posicionado en defensa de sus intereses económicos y sociales
poco o nada pueden decir relativo al leonesismo.
El
leonesismo es también una apuesta por la democracia. Está ha sido una autonomía
impuesta y no refrendada por la ciudadanía. Castilla y León se crea a modo de
dique de contención de los nacionalismos periféricos de Cataluña y Euskadi
(algo que a la luz de hoy es evidentemente un fracaso). En la propia visita del
señor Casado se dejaba ver esa idea de oponer territorios de una Comunidad de
Castilla y León enfrentada con Cataluña. El PP debe tener muy claro que su
modelo de España tiene muy pocos seguidores en Euskadi y Cataluña. El modelo
leonés de España de “unidad en la pluralidad” (al modo de lo que fue el Regnun
Imperium Leonés) probablemente habría tenido mayor éxito en conseguir una mayor
y mejor convivencia entre los territorios, algo básico para alcanzar una mayor
unidad.
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