Se
dice que el cocodrilo llora mientras devora a sus presas. En base a ello se
utiliza la expresión “lágrimas de cocodrilo” cuando alguien finge dolor o
tristeza.
En mi
opinión con la España vaciada hay demasiadas “lágrimas de cocodrilo”. Poco o
nada tiene que ver lo que se dice con lo que se hace. Se pueden ver expresiones
solidarias con ese mundo pero luego las medidas que se adoptan van en sentido
contrario.
¿Alguien
piensa que prohibir que los ganaderos defiendan su ganado contra los ataques
del lobo es ayudar a la España vaciada? o ¿que no se pueda plantar chopos en
las riberas? o ¿lo es el impedir la navegación con motor en los embalses? ¿Ayuda
a la España Vaciada favorecer la desaparición de los consultorios médicos? ¿Es
ayudar a la España vaciada el que cada vez sea más complicado tener sucursales
bancarias suficientemente próximas? ¿También creen que ayuda el fomentar
grandes parques eólicos y fotovoltaicos en su Territorio? ¿Alguien piensa que hay que dar lecciones a un pastor sobre
cómo debe cuidar a sus perros?
Para ayudar
a esa España vaciada lo primero que hay que hacer es escucharla. Frente a esas
cuestiones desde el ámbito rural tan sólo se escuchan voces de oposición. Sus
demandas van en otro sentido muy distinto. Quieren tener acceso a internet,
tener a menos de 30 km de distancia lo que pueden ser los servicios básicos, un
transporte para poder desplazarse personas de una cierta edad. Ha sido
demasiado frecuente que la aprobación de esas medidas se haga desde aquellos
que no viven en la España Vaciada. Por ejemplo la medidas respecto a los lobos
las adoptan las Comunidades donde no hay lobos y las imponen a donde sí los
hay. Es como “muy señorito” el decir a mi gusta verlos y si tu sufres con ello
pues “te aguantas” (y encima lo recubrimos con un manto ecologista).
Es de una
gran injusticia que poblaciones que han sido inundadas con pantanos (como
Riaño) luego ni siquiera dispongan de agua para abastecerse y tengan que
hacerlo con camiones cisterna. Ahora, para ahogarlos también económicamente,
quieren prohibir que en ese embalse pueda haber paseos en barca. Con ello
niegan la promoción turística de la zona.
Tengo una
opinión muy negativa de la Confederación Hidrográfica del Duero. Algo que se financia
con dinero público no puede convertirse en un obstáculo para atender las
necesidades de la ciudadanía. En unos casos ha dificultado que los propios
interesados en facendera operen para que pueda volver al agua a su presa. Era
aquello de “ni hago, ni dejo hacer”. Lo suyo es prohibir (chopos, navegación
por embalses…) mientras por otro lado el agua de León ahora se vierte a
Asturias.
Una de las
cosas que ha demostrado esta pandemia es que para trabajar no resulta (muchas
veces) necesario el acudir al centro donde se ubica la empresa o la
institución. Es posible el teletrabajo y de hecho han sido muchas las personas
que se han encontrado en esa situación. Entiendo que esto puede ser una
oportunidad para esa España vaciada. Para ello es necesario unas buenas
conexiones de internet. Pues trabajemos en ello.
La
solidaridad implica que todos tengamos que asumir unos costes. Si pensamos en
el correo postal, tenemos que no es lo mismo el coste que supone llevar una
carta de una calle a otra de Madrid que el que supone llevarla a un pequeño
núcleo rural. En ese sentido habrá que aplicar un sobrecoste a la carta que se
mueve dentro del núcleo urbano a modo de compensación a la que tiene como
destino un núcleo rural. Este ejemplo sería válido para muchas otras cosas.
Para ello son necesarias medidas que obliguen a prestar servicios en zonas que
no son rentables y que para ello se pueda compensar con un sobrecoste en
aquellas que sí lo son. Por otro lado el correo electrónico consigue unificar
costes con independencia del lugar de residencia y ello es también una
oportunidad (siempre y cuando esos núcleos cuenten con la infraestructura
apropiada).
La
concentración de servicios en una zona va directamente en contra de la España
Vaciada. No es de recibo declaraciones como las del alcalde de Valladolid Oscar
Puente que propone que nos vayamos todos a esa ciudad para solventar así los
problemas de falta de servicios. Tampoco lo son las de Isabel Ayuso que
practica una especie de nacionalismo madrileño que viene a identificar España
con Madrid (los demás o son paletos o son independentistas).
Para lograr
éxito es necesario que se asuma las reivindicaciones de la España vaciada más
allá de lo que son sus núcleos de población. Que asumirlas no sea sólo teórico e
implique asumir un coste adicional en los servicios que posibilite el que los
mismos lleguen a los núcleos rurales.
Podríamos
decir que “obras son amores y no buenas razones”. En este momento hay
demasiados cantos de sirena que luego no se corresponden con las medidas que se
adoptan. En esa España vaciada podemos encontrar los valores que en mayor
medida nos identifican. Las peculiaridades propias las encontramos en el mundo
rural, las urbes son cada vez más uniformes. Es necesario apoyar nuestras
esencias.
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