Todas las
encuestas publicadas (incluso la auspiciada por la Junta de Castilla y León)
llegan a la misma conclusión: Los leoneses desean que su Región sea una de las
Comunidades Autónomas de España. Lo ratifican los acuerdos municipales en los
que 62 ayuntamientos aprueban la moción leonesista frente a 7 que la rechazan.
Por 20 votos frente a 4, la Diputación de León aprueba el que la Región Leonesa
pase a ser una Comunidad Autónoma. Las mayores manifestaciones de la historia
leonesa ratifican el amplio respaldo social a esa demanda de autonomía leonesa.
Por otra
parte, no hay manifestaciones que pudieran apoyar el permanecer en la autonomía
de Castilla y León. Tampoco hay ni un solo sondeo que indique que se apoya esa
integración. En 1983 la propia Junta de Castilla y León encarga un estudio a
Sofemasa en el que se
concluye: “los leoneses tienen un sentimiento muy notorio de ser una entidad
con identidad diferenciada de la castellana. El rechazo que manifiestan no es
al hecho autonómico sino a una autonomía conjunta”. Es decir el conocimiento de que esto es así,
ni es nuevo ni resultaba desconocido para aquellos que impulsaron que la Región
Leonesa se integrase en la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
Por otra
parte tampoco existen muchas dudas de que esa integración está teniendo unos
efectos netamente negativos para los leoneses. Todos y cada uno de los estudios
que se han hecho de la evolución de los indicadores demográficos y económicos
llegan a la misma conclusión. Lo hacen por cuanto se basan en datos objetivos.
Podría citar varios que analizan ese declive leonés. Pero ¿podría decirme
alguien uno que simplemente mantenga no ya que nos ha ido bien esa integración,
sino que por lo menos mantenga que no nos ha ido mal? Una vez más frente a los
muchos estudios que afirman esa evolución negativa, no encontramos ninguno que
nos diga lo contrario. Por otra parte muy pocos leoneses dudan de esa evolución
negativa, los datos son apabullantes.
En
definitiva tenemos que es claro que los leoneses desean un marco autonómico
propio y que también son conscientes de que el estar en el de Castilla y León
tiene unas claras repercusiones negativas. Todo ello no es ajeno a algo que
explica muy bien Belén Molleda en su artículo “León sin voz”. La estructura
organizativa de los medios de comunicación prima las Comunidades Autónomas de
modo que tiene mucho mayor protagonismo algo que pueda ocurrir en La Rioja o en
Cantabria a lo que pueda pasar en León. Se nos invisibiliza.
Por ello el
tema no es tanto conocer lo que desean los leoneses o lo que puedan ser sus
efectos. La cuestión central es saber si los diputados y diputadas actúan como
representantes de la ciudadanía que les ha votado o son simplemente
instrumentos de su partido. Dicho de otro modo ¿usted importa? . ¿A esos
teóricos representantes de la voluntad popular les da igual lo que usted pueda pensar?
Es evidente que hay una falta de sintonía entre lo que son los deseos de la
ciudadanía y lo que expresan los cargos electos.
La
reivindicación leonesista es también una reivindicación democrática. Los cargos
electos deberían ser representantes de aquellos que los han elegido. Esto no es
así ahora, ni tampoco en el pasado. Cuando se crea la Comunidad de Castilla y
León se conocía perfectamente que ello se hacía en abierta oposición a la
voluntad de los leoneses. Sin embargo también se consideraba que lo que
pensasen los leoneses importaba poco o nada. Todo ello se puede ver revisando
las declaraciones de los políticos en los medios de comunicación de la época
que también he recogido en mi libro “el proceso autonómico leonés”.
La historia
leonesa está muy ligada a los procesos democráticos. El propio himno recoge que
el prestigio de León se basa en sus “concilios, fueros y leyes”. Es una
paradoja que cuando España accede a la democracia se niegue el derecho a un
marco autonómico propio a la Región Leonesa.
Hoy es
también evidente que tampoco se ha cumplido el objetivo de que la autonomía de
Castilla y León actuase de “dique de contención” frente a los nacionalismos
vascos o catalanes. Hay que recordar que Martin Villa era el ministro de
Administración Territorial y por tanto el encargado de diseñar el mapa del
Estado de las Autonomías. También hay que recordar su procedencia del
franquismo.
Por eso es
importante que la ciudadanía leonesa reclame que es importante y que los
diputados deben ejercer no sólo como representantes de un determinado partido,
también lo deben hacer del territorio desde donde han sido elegidos. No todos
los que son miembros de un partido deben votar igual en cada uno de los temas.
Habrá cuestiones en los que la discrepancia sea en función del territorio por
el cuál han sido elegidos. Cuando esto suceda habremos ganado en democracia y
avanzado hacia una autonomía leonesa.
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