viernes, 22 de febrero de 2013

LO MALO NO ES BUENO.


         En mi opinión vivimos en una época en que se hace necesario remarcar algo que a muchos nos puede parecer una evidencia y es la de que “lo malo no es bueno”. Estamos en una relajación de valores éticos o morales que es verdaderamente preocupante. Presumimos de ser “malos” (recordamos que una marca comercial de éxito es “chicas malas”) y nos avergonzamos de “ser buenos”.
            Diríamos que hay una cierta imagen social que nos lleva a decir que el “malo” es el “listo” y el que disfruta de la vida. El “bueno” por el contrario responde un poco a  la idea de una persona un poco “tonta” y desde luego “aburrida”. Con esas imágenes tenemos que son muchas las personas que prefieren venderse socialmente como “malo”. Ello es en la idea de que piensan que socialmente son mejor aceptadas como “malos/as” que como “buenos/as”. Es toda una incoherencia y un problema social relevante.
            Creo que es necesario, y diría que hasta urgente, recuperar una serie de valores que en principio habría que desligar de cualquier ideología. Me refiero a valores que tienen mucho más que ver con la caracterización personal que con la de un determinado grupo político o social. Así tenemos que la honestidad no tiene que darse en mayor medida en un grupo político o en otro. No tiene porque ser más honesto una persona con ideología de izquierdas que otra de derechas (o la inversa). Lo mismo cabría decir de otros valores como la responsabilidad, la sinceridad o el esfuerzo.
            Es necesario establecer unos pilares básicos en la defensa de esos valores que sean comunes a diferentes formas de pensamiento. Estos deben de perdurar en el tiempo y además deben de ser estimulados en los medios sociales y en la educación. En ello deben tener un papel fundamental los medios de comunicación.
            Se hace necesario compaginar la libertad de expresión con el ejercicio de responsabilidad que nos lleve a un cambio necesario de una sociedad más implicada en la asunción de una serie de valores éticos. No todo vale para ganar audiencia y también se hace necesario que sean los propios espectadores los que desestimen programas condenables éticamente (¿se puede acudir unos padres a una televisión para vender a sus hijos/as en la selección de posibles novias?).
            Una sociedad con una mayor formación en valores éticos tiene también más recursos para poder salir de la crisis económica. Por poner un ejemplo fácil no es lo mismo una sociedad que premie el esfuerzo que otra en la que da primacía a la vagancia como valor social. Tampoco lo es la que tiene valores de honestidad y responsabilidad que aquella otra que tiene como modelos sociales a personas deshonestas o irresponsables.
            Diríamos que el principal recurso que tiene una sociedad son los hombres y mujeres que viven en ella. Incluso podríamos decir que estos recursos humanos son  más importantes que los recursos materiales. Además es algo sobre lo que podemos actuar.
            Por todo ello creemos necesario un cambio que lleve a una regeneración social en la recuperación de unos valores éticos. No puede ser que sigamos durante más tiempo haciendo apología de que “lo malo es bueno”.
                                                           David Díez LLamas
 

           

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