En mi opinión vivimos en una época en
que se hace necesario remarcar algo que a muchos nos puede parecer una
evidencia y es la de que “lo malo no es bueno”. Estamos en una relajación de
valores éticos o morales que es verdaderamente preocupante. Presumimos de ser
“malos” (recordamos que una marca comercial de éxito es “chicas malas”) y nos
avergonzamos de “ser buenos”.
Diríamos que hay una cierta imagen social que nos lleva a
decir que el “malo” es el “listo” y el que disfruta de la vida. El “bueno” por
el contrario responde un poco a la idea
de una persona un poco “tonta” y desde luego “aburrida”. Con esas imágenes
tenemos que son muchas las personas que prefieren venderse socialmente como
“malo”. Ello es en la idea de que piensan que socialmente son mejor aceptadas
como “malos/as” que como “buenos/as”. Es toda una incoherencia y un problema
social relevante.
Creo que es necesario, y diría que hasta urgente,
recuperar una serie de valores que en principio habría que desligar de
cualquier ideología. Me refiero a valores que tienen mucho más que ver con la
caracterización personal que con la de un determinado grupo político o social.
Así tenemos que la honestidad no tiene que darse en mayor medida en un grupo
político o en otro. No tiene porque ser más honesto una persona con ideología
de izquierdas que otra de derechas (o la inversa). Lo mismo cabría decir de
otros valores como la responsabilidad, la sinceridad o el esfuerzo.
Es necesario establecer unos pilares básicos en la
defensa de esos valores que sean comunes a diferentes formas de pensamiento.
Estos deben de perdurar en el tiempo y además deben de ser estimulados en los
medios sociales y en la educación. En ello deben tener un papel fundamental los
medios de comunicación.
Se hace necesario compaginar la libertad de expresión con
el ejercicio de responsabilidad que nos lleve a un cambio necesario de una
sociedad más implicada en la asunción de una serie de valores éticos. No todo
vale para ganar audiencia y también se hace necesario que sean los propios
espectadores los que desestimen programas condenables éticamente (¿se puede
acudir unos padres a una televisión para vender a sus hijos/as en la selección
de posibles novias?).
Una sociedad con una mayor formación en valores éticos
tiene también más recursos para poder salir de la crisis económica. Por poner
un ejemplo fácil no es lo mismo una sociedad que premie el esfuerzo que otra en
la que da primacía a la vagancia como valor social. Tampoco lo es la que tiene
valores de honestidad y responsabilidad que aquella otra que tiene como modelos
sociales a personas deshonestas o irresponsables.
Diríamos que el principal recurso que tiene una sociedad
son los hombres y mujeres que viven en ella. Incluso podríamos decir que estos
recursos humanos son más importantes que
los recursos materiales. Además es algo sobre lo que podemos actuar.
Por todo ello creemos necesario un cambio que lleve a una
regeneración social en la recuperación de unos valores éticos. No puede ser que
sigamos durante más tiempo haciendo apología de que “lo malo es bueno”.
David Díez
LLamas
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