martes, 18 de junio de 2013

MODOS DE CONDUCTA Y CRISIS.

Artículo publicado en los periódicos del grupo PROMECAL  La Tribuna de Albacete, Diario de Ávila, Diario de Burgos, La Tribuna de Ciudad real, Diario palentino, El Adelantado de Segovia, La Tribuna de Talavera, La Tribuna de Toledo y El Día de Valladolid


                 En mi opinión hay un enfoque excesivamente economicista de la crisis que actualmente padecemos. Se mide en función de la evolución de la prima de riesgo, de los cambios en los mercados o de la situación de las balanzas de ingresos y gastos en las diferentes administraciones.

            Mantengo como tesis fundamental que la crisis tiene unos fundamentos sociales asociados a modos de conducta y que no surge por generación espontánea. Si hay algo que la define es la irresponsabilidad con la que se ha actuado en diferentes ámbitos. No es privativa de un país, ni de un colectivo ideológico, social o laboral. Se extiende como mancha de aceite por todos los ámbitos. A la vez hay que decir que llega con distinta intensidad a cada uno de ellos.

            Vivimos en una sociedad en la que cada vez prima más el individualismo. Simplemente hay que salir a la calle y mirar. Veremos a personas con auriculares puestos, a personas sentadas unas frente a otras que ni se miran, ni se hablan. Sus referencias son sus móviles. El diálogo y comunicación entre las personas se sustituye por el que se tiene con una máquina. El "otro" no existe, al menos como inmediatez.

            Es una sociedad que arrincona el pensamiento. Las nuevas tecnologías diríamos que son una invitación a no pensar. Hay que lanzar mensajes que “viven” en las redes por un tiempo muy corto al ser desplazados por otros en una vorágine sin demasiado sentido. Los grandes pensadores como Ortega o Unamuno  (por poner sólo algunos ejemplos) parecen pertenecer a otros tiempos. Sin embargo los problemas son importantes y no parece que podamos aportar soluciones vía sms o en mensajes que no superen los 140 caracteres.

            Hoy habría que reivindicar que hay palabras que valen más que mil imágenes. Uno de esos  "grandes" pensadores, Julio Caro Baroja criticaba a los que nos ha vendido "la cultura de la imagen sin letra" y decía que "el que no lee, no piensa y se embrutece. La sustitución de la letra por esas imágenes que ahora se ofrecen, que son de una banalidad espantosa, me parece una monstruosidad y una rutina mental"[1]. Julio Caro murió en 1.995 y creo que es un hecho poco discutible que aquello que él denunciaba no ha hecho más que incrementarse, incluso diríamos que a un ritmo exponencial.

            Hay un modelo de conducta acomodaticio que nos lleva a buscar que nos resuelvan las cosas. Falta una cultura del esfuerzo recompensado. Se educa a los hijos en una sobreprotección tal que les deja indefensos ante el momento que tienen necesidad de hacer las cosas por ellos mismos.

            Hemos perdido en algo tan importante como la creatividad. Estamos ante una sociedad culturalmente más repetitiva que creativa. Cuando el CSIC hace un estudio analizando 461.111 canciones concluye que "el pop es cada vez más uniforme y desciende la variedad de notas de los compositores". Si perdemos en creatividad también lo hacemos en la chispa que nos impulsa el cambio en sentido positivo. Nuestros hijos tienen juguetes a los que mirar, los niños de África construyen sus balones de los más variopintos materiales (tal como se puede ver en el hermoso libro de fotografías de J. Hilltout Amen: Grassoroots Football ). Esa actitud contemplativa también tiene que ver con esta crisis y la creativa con que en el continente africano no se haya sentido  tanto su impacto.

            Tendemos a admitir conductas irresponsables, si pero siempre en "el otro". Es por tanto ese otro el que deberá de cambiar y no yo. Ello nos lleva a un modo de pensar paralizante que hace que nada cambie en tanto el cambio lo deberá de efectuar ese otro.

                        Uno diría que en la salida de esta crisis se hace necesario retomar valores que hemos ido perdiendo con el tiempo. Si algo ejemplifica las conductas a mantener para salir de esta crisis es un desfile de pendones leoneses. Los pendones son grandes estandartes soportados en unos mástiles cuya altura suele oscilar entre los 7 y los 13 metros. Por ello se hace necesario tener la fuerza suficiente para levantarlo. Desde el momento en que se ha logrado izarlo lo fundamental será mantenerlo en equilibrio , que no se desvié de su trayectoria vertical. Los pendoneros saben que el recorrido no lo hacen en solitario sino que han de trasvasar el pendón . Ese trasvase es un momento importante y de riesgo por lo que buscan que se produzca en las mejores condiciones posibles. Además el pendón es representativo de todo el pueblo con independencia de edades, de razas, de ideologías... El pendón  aúna a todos. Púes bien este pendón se llama España y se hace necesario compaginar la fuerza con el equilibrio, el sentido de la responsabilidad con el de la unidad en alcanzar los fines y metas.

            Las raíces de esta crisis se sustentan en unos modos de conducta que se hace necesario cambiar. En la medida que consigamos hacerlo estaremos poniendo los cimientos para su superación. Un primer paso será el ser conscientes de que el cambio también pasa por nosotros mismos.

 

                                               David Díez LLamas.



[1] 1) Recogido de la obra de Félix Maraña "Julio Caro Baroja. El hombre necesario" Bermingham Edit. Pág., 105

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