En tiempos donde todo es
fugacidad, donde el pasado es algo que ha ocurrido hace cinco minutos, es necesario decir que la
solidez de las cosas se basa en su capacidad de permanencia en el tiempo. La
inestabilidad actual es en buena medida consecuencia de esa falta de
cimentación en principios y valores que son orientadores de modos de conducta
que trascienden a las creencias políticas o religiosas.
Asistimos a un tiempo en el que
se tiende a considerar que "los culpables son otros", en la ilusión
de que "cambiando ellos" no se hace necesario "que cambiemos
nosotros". Que cuando llegue alguien "nuevo" hará que cambie la
situación actual (en la que los valores de honestidad han caído a niveles
mínimos). Es la huída de nosotros mismos
la que nos lleva a buscar "lo distinto", "lo último" como
aquel que busca la novedad en otros campos como la tecnología o la moda. Lo anterior lo
revestimos de "anticuado", de "pasado" y como no, todos queremos
revestirnos de modernidad ya sea en esos campos o en la política.
Diríamos que "lo
auténtico" viene a ser en buena medida contrapuesto a "lo
fugaz". Es la permanencia en el tiempo lo que da carta de solidez a las
cosas. ¿Esto significa que renunciemos a las novedades en cualquier campo?, no
claro, el avance social se fundamenta en la capacidad que podamos tener para
innovar. Sin embargo entiendo que se hace necesario ver en qué medida aquello
que es "nuevo" aporta mejoras en cualquier campo. Es importante
distinguir lo que simplemente es "distinto" de aquello que "es
mejor". El desapego sobre lo que podemos tener no debe conducirnos a optar
por "lo distinto" sin verificar "si es verdaderamente
mejor". Habrá que examinar que es lo que nos aporta y ver en qué medida
ello va a contribuir a mejorar nuestra vida.
En general pensamos que el cambio
que socialmente se hace necesario afecta al medio social en su conjunto y que
resulta excesivamente ilusorio pensar limitarlo a unas cúpulas políticas. Se hace
necesario que asumamos como algo propio lo que nos afecta al medio social en su
conjunto. Les voy a poner un ejemplo a través del que van a comprender muy fácilmente ese desapego
por "la cultura del común", las calefacciones comunitarias. Es un
hecho comprobado que cuando el contador es comunitario los vecinos gastan como
si el gasto final no repercutiese en la factura que van a tener que pagar.
Cuando esos contadores comunitarios cambian a contadores individuales la
factura a pagar se reduce muy sustancialmente (entre el 30% y 40%). Es decir
sólo somos capaces de ahorrar cuando vemos una repercusión directa en nuestro
recibo. Lo comunitario queda diluido en un conjunto que parece que no nos
afecta. Esto que nos pasa en las Comunidades entendemos que es trasladable al
plano social en su conjunto.
Diríamos tenemos un concepto de que
las administraciones ya sean de una
Comunidad de Vecinos o de una Institución, estan para demandar cosas pero muy
pocas veces acudimos a ellas para aportar ya sea ideas o colaboración para
solucionar algo. Habrá que exigir legitimidad democrática (no simplemente
jurídica) y eficacia (especialmente cuando hay alguien que cobra por ejercer su
labor), desde ella se podrá demandar colaboración al conjunto de la ciudadanía.
Se hace absolutamente necesario que instituciones y ciudadanos comprendan que
son parte de una misma unidad. Hay que recuperar (y no destruir como se
pretende ahora) el espíritu de las Juntas Vecinales de la Región Leonesa en las
que una vez acordadas las necesidades del común, los vecinos en hacendera
contribuían a reparar caminos, mejorar los riegos o hacer aquellas obras que se
consideraban necesarias para mejorar esa vida en común. Tal vez a la Junta de
Castilla y León le falte esa legitimidad democrática en cuanto es una
institución que fue impuesta a la voluntad de los leoneses y rechazada por la
Diputación de León en una votación por 20 votos frente a 4.
Vivimos en una sociedad muy
individualista, en la que nos miramos en el reflejo de la pantalla de nuestro móvil y evitamos mirar
aquello que nos rodea. Lo próximo y cercano desaparece a nuestra vista. Nos
hacemos fotos a nosotros mismos, nos recreamos en esa propia individualidad.
Rechazamos las manipulaciones en la información pero estamos abiertos a que en
las redes sociales cualquiera pueda poner cosas e incluir noticias que pueden
ser difamatorias o falsas. Esas redes tienen capacidad de crear opinión aún
cuando ello no siempre pueda estar basado en la verdad. El mundo virtual gana
al mundo real. La apariencia vence a las esencias más fundamentales.
Paradójicamente una sociedad
individualista es una sociedad también que es más "masa" y por tanto
más susceptible de manipulación. La persona con mayor capacidad de tener sus
propios juicios y valores, con mayor formación, será menos manipulable.
Debemos avanzar en la racionalización
de nuestras decisiones, de modo que se sustenten más en la afirmación de algo
que en el rechazo hacia "el otro". Lo distinto no es siempre es
"lo mejor" pero también puede llegar a serlo si demuestra que aquello
que aporta supone avances reales y no virtuales para el medio social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario