domingo, 4 de enero de 2015

LO DISTINTO NO SIEMPRE ES LO MEJOR.


 
               En tiempos donde todo es fugacidad, donde el pasado es algo que ha ocurrido hace  cinco minutos, es necesario decir que la solidez de las cosas se basa en su capacidad de permanencia en el tiempo. La inestabilidad actual es en buena medida consecuencia de esa falta de cimentación en principios y valores que son orientadores de modos de conducta que trascienden a las creencias políticas o religiosas.

               Asistimos a un tiempo en el que se tiende a considerar que "los culpables son otros", en la ilusión de que "cambiando ellos" no se hace necesario "que cambiemos nosotros". Que cuando llegue alguien "nuevo" hará que cambie la situación actual (en la que los valores de honestidad han caído a niveles mínimos). Es la huída de nosotros  mismos la que nos lleva a buscar "lo distinto", "lo último" como aquel que busca la novedad en otros campos como la  tecnología o la moda. Lo anterior lo revestimos de "anticuado", de "pasado" y como no, todos queremos revestirnos de modernidad ya sea en esos campos o en la política.

               Diríamos que "lo auténtico" viene a ser en buena medida contrapuesto a "lo fugaz". Es la permanencia en el tiempo lo que da carta de solidez a las cosas. ¿Esto significa que renunciemos a las novedades en cualquier campo?, no claro, el avance social se fundamenta en la capacidad que podamos tener para innovar. Sin embargo entiendo que se hace necesario ver en qué medida aquello que es "nuevo" aporta mejoras en cualquier campo. Es importante distinguir lo que simplemente es "distinto" de aquello que "es mejor". El desapego sobre lo que podemos tener no debe conducirnos a optar por "lo distinto" sin verificar "si es verdaderamente mejor". Habrá que examinar que es lo que nos aporta y ver en qué medida ello va a contribuir a mejorar nuestra vida.

               En general pensamos que el cambio que socialmente se hace necesario afecta al medio social en su conjunto y que resulta excesivamente ilusorio pensar  limitarlo a unas cúpulas políticas. Se hace necesario que asumamos como algo propio lo que nos afecta al medio social en su conjunto. Les voy a poner un ejemplo a través del que  van a comprender muy fácilmente ese desapego por "la cultura del común", las calefacciones comunitarias. Es un hecho comprobado que cuando el contador es comunitario los vecinos gastan como si el gasto final no repercutiese en la factura que van a tener que pagar. Cuando esos contadores comunitarios cambian a contadores individuales la factura a pagar se reduce muy sustancialmente (entre el 30% y 40%). Es decir sólo somos capaces de ahorrar cuando vemos una repercusión directa en nuestro recibo. Lo comunitario queda diluido en un conjunto que parece que no nos afecta. Esto que nos pasa en las Comunidades entendemos que es trasladable al plano social en su conjunto.

               Diríamos tenemos un concepto de que  las administraciones ya sean de una Comunidad de Vecinos o de una Institución, estan para demandar cosas pero muy pocas veces acudimos a ellas para aportar ya sea ideas o colaboración para solucionar algo. Habrá que exigir legitimidad democrática (no simplemente jurídica) y eficacia (especialmente cuando hay alguien que cobra por ejercer su labor), desde ella se podrá demandar colaboración al conjunto de la ciudadanía. Se hace absolutamente necesario que instituciones y ciudadanos comprendan que son parte de una misma unidad. Hay que recuperar (y no destruir como se pretende ahora) el espíritu de las Juntas Vecinales de la Región Leonesa en las que una vez acordadas las necesidades del común, los vecinos en hacendera contribuían a reparar caminos, mejorar los riegos o hacer aquellas obras que se consideraban necesarias para mejorar esa vida en común. Tal vez a la Junta de Castilla y León le falte esa legitimidad democrática en cuanto es una institución que fue impuesta a la voluntad de los leoneses y rechazada por la Diputación de León en una votación por 20 votos frente a 4.

               Vivimos en una sociedad muy individualista, en la que nos miramos en el reflejo de  la pantalla de nuestro móvil y evitamos mirar aquello que nos rodea. Lo próximo y cercano desaparece a nuestra vista. Nos hacemos fotos a nosotros mismos, nos recreamos en esa propia individualidad. Rechazamos las manipulaciones en la información pero estamos abiertos a que en las redes sociales cualquiera pueda poner cosas e incluir noticias que pueden ser difamatorias o falsas. Esas redes tienen capacidad de crear opinión aún cuando ello no siempre pueda estar basado en la verdad. El mundo virtual gana al mundo real. La apariencia vence a las esencias más fundamentales.

               Paradójicamente una sociedad individualista es una sociedad también que es más "masa" y por tanto más susceptible de manipulación. La persona con mayor capacidad de tener sus propios juicios y valores, con mayor formación, será menos manipulable.

               Debemos avanzar en la racionalización de nuestras decisiones, de modo que se sustenten más en la afirmación de algo que en el rechazo hacia "el otro". Lo distinto no es siempre es "lo mejor" pero también puede llegar a serlo si demuestra que aquello que aporta supone avances reales y no virtuales para el medio social.

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