martes, 25 de julio de 2017

¿EL TURISMO UNA OPORTUNIDAD O UNA AMENAZA?


          Lo quiero dejar claro desde el principio, en mi opinión el turismo es mucho más una oportunidad que una amenaza. El verdadero riesgo es que los ingresos vía turismo desciendan ya que ello afectaría inevitablemente  al empleo y a las condiciones de bienestar. Algunos países como Egipto o Túnez lo han experimentado directamente  (muy a su pesar). El esmero por proteger al turista, concretamente en Egipto, ha hecho que desde hace años tengan su propia “policía turística”.

            Los “cuidadores de las esencias” son los que tienden a atribuir al foráneo la caracterización de “invasor”. Luego ya establecerá una diferenciación entre el tratamiento que se da a esa “especie invasora”. En unos casos se atenta directamente contra sus vidas, otros lo hacen con sus bienes y unos más simplemente lo rechazan como “visita no deseada”. Es una cierta concepción casi antropológica que lleva a considerar que todo contacto con el exterior es contaminante y por tanto algo a evitar. Se presume incluso de que la “pureza” de un determinado territorio se basa en un menor contacto con “los otros”, con cualquier tipo de visitante. Es un poco como el buen salvaje de Rousseau, el hombre que nace libre y “se contamina” en el contacto con otros. Yo sin embargo prefiero más las mezclas de culturas y personas, me parece mucho más enriquecedora.

            Entre aquellos que ven el turismo como una “amenaza” diría que también se deja ver un cierto comportamiento elitista y clasista. Se acepta la visita de los “vip”, pero se rechaza la visita “masiva” que es la de las clases populares. Desde esa concepción se rechaza a los que vienen a visitarnos, pero se reservan el derecho de ir donde les plazca. 

 

            Además de esta concepción social que lleva a valorar el contacto con otras personas y culturas a través del turismo, hay también unos contenidos económicos que nos llevan a considerar el turismo como una oportunidad. Así tenemos que si consideramos las cifras a nivel mundial los datos nos indican que considerando los efectos directos o indirectos el turismo ha supuesto un 10,2% del PIB mundial[1]. Si nos referimos al empleo tenemos que “el turismo genera un 9,6% del empleo global, seis veces más que la automoción, cinco veces más que las manufacturas químicas, cuatro más que la minería y el doble que las comunicaciones. Adicionalmente, el gasto de los turistas internacionales sumo el 6,6% de las exportaciones mundiales del 2016”[2]

            Pero es que además el ritmo de crecimiento del sector turístico es claramente superior al del conjunto de la economía global y las perspectivas es que va a seguir siendo así. En ese sentido el World Travel& Tourism Council vaticina un crecimiento del 3.9% hasta el 2027 por encima del 3,7 que el FMI espera para el PIB mundial en ese período. Cuando el PIB crece el del turismo crece por partida doble y aparentemente estamos en un período que apunta a una salida de una prolongada y dolorosa crisis.

            Hay que tener en cuenta que además de los beneficios directos, el turismo genera otros de tipo de beneficios indirectos. Así en el estudio de Caixabank sobre el sector se indica que “por cada 100€ de valor añadido originados de forma directa por el sector turístico, el conjunto de la economía genera indirectamente 73€ adicionales”. Y que además esa cifra es creciente ya que hace 5 años era de 68€. Por poner un ejemplo un hotel o un restaurante genera negocio también al decorador, a aquellos que le llevan la contabilidad y en general a sus diferentes proveedores.

            Si ya hemos concluido que el turismo es una oportunidad y no tanto una amenaza, habrá que trasladar el debate al tipo de turismo que queremos y que tipo de acciones debemos impulsar para favorecerlo. Para ello tal vez, el concepto básico es el de la “sostenibilidad”. Diríamos que alrededor de esa idea se es capaz de conjugar los intereses tanto de los turistas como de los residentes en los diferentes territorios. La masificación no es deseable para nadie e incluso hay estudios que nos indican que el turista acepta pagar un “plus” por ese “turismo sostenible” (que por otra parte es el que más crece).

            La sostenibilidad es un concepto con diferentes vertientes pero que se interrelacionan entre ellas. Por un lado es la sostenibilidad en el tiempo, de modo que los beneficios sociales y económicos del turismo no sean simplemente “flor de un día”. Por otro lado, sostenibilidad tiene implicaciones medioambientales. Es el respeto al medio natural, evitando su degradación.

            En definitiva una vez que hemos definido el turismo como una oportunidad habrá que tratar de definir lo que son las mejores estrategias para obtener los mejores resultados (tanto a nivel económico como social). Situar en ese punto el debate ya sería un logro. Definir esas estrategias excede con  mucho lo que es el objetivo de este artículo.

            Aquellos que definen el “turismo como una invasión” harían bien en aclararnos qué porcentaje de incremento del paro estarían dispuestos a asumir para acabar con esta “invasión”.



[1] World Travel & Tourism Council, “Economic impact 2017, World”
[2] Informe Caixabank “El turismo viajando al futuro” de junio del 2017.

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