Lo quiero dejar claro desde el
principio, en mi opinión el turismo es mucho más una oportunidad que una
amenaza. El verdadero riesgo es que los ingresos vía turismo desciendan ya que
ello afectaría inevitablemente al empleo
y a las condiciones de bienestar. Algunos países como Egipto o Túnez lo han
experimentado directamente (muy a su pesar).
El esmero por proteger al turista, concretamente en Egipto, ha hecho que desde
hace años tengan su propia “policía turística”.
Los
“cuidadores de las esencias” son los que tienden a atribuir al foráneo la
caracterización de “invasor”. Luego ya establecerá una diferenciación entre el
tratamiento que se da a esa “especie invasora”. En unos casos se atenta directamente
contra sus vidas, otros lo hacen con sus bienes y unos más simplemente lo
rechazan como “visita no deseada”. Es una cierta concepción casi antropológica
que lleva a considerar que todo contacto con el exterior es contaminante y por
tanto algo a evitar. Se presume incluso de que la “pureza” de un determinado
territorio se basa en un menor contacto con “los otros”, con cualquier tipo de
visitante. Es un poco como el buen salvaje de Rousseau, el hombre que nace
libre y “se contamina” en el contacto con otros. Yo sin embargo prefiero más
las mezclas de culturas y personas, me parece mucho más enriquecedora.
Entre
aquellos que ven el turismo como una “amenaza” diría que también se deja ver un
cierto comportamiento elitista y clasista. Se acepta la visita de los “vip”,
pero se rechaza la visita “masiva” que es la de las clases populares. Desde esa
concepción se rechaza a los que vienen a visitarnos, pero se reservan el
derecho de ir donde les plazca.
Además de
esta concepción social que lleva a valorar el contacto con otras personas y
culturas a través del turismo, hay también unos contenidos económicos que nos
llevan a considerar el turismo como una oportunidad. Así tenemos que si
consideramos las cifras a nivel mundial los datos nos indican que considerando
los efectos directos o indirectos el turismo ha supuesto un 10,2% del PIB
mundial[1].
Si nos referimos al empleo tenemos que “el turismo genera un 9,6% del empleo
global, seis veces más que la automoción, cinco veces más que las manufacturas
químicas, cuatro más que la minería y el doble que las comunicaciones.
Adicionalmente, el gasto de los turistas internacionales sumo el 6,6% de las
exportaciones mundiales del 2016”[2]
Pero es que
además el ritmo de crecimiento del sector turístico es claramente superior al
del conjunto de la economía global y las perspectivas es que va a seguir siendo
así. En ese sentido el World Travel& Tourism Council vaticina un
crecimiento del 3.9% hasta el 2027 por encima del 3,7 que el FMI espera para el
PIB mundial en ese período. Cuando el PIB crece el del turismo crece por
partida doble y aparentemente estamos en un período que apunta a una salida de
una prolongada y dolorosa crisis.
Hay que
tener en cuenta que además de los beneficios directos, el turismo genera otros
de tipo de beneficios indirectos. Así en el estudio de Caixabank sobre el
sector se indica que “por cada 100€ de valor añadido originados de forma
directa por el sector turístico, el conjunto de la economía genera
indirectamente 73€ adicionales”. Y que además esa cifra es creciente ya que
hace 5 años era de 68€. Por poner un ejemplo un hotel o un restaurante genera
negocio también al decorador, a aquellos que le llevan la contabilidad y en
general a sus diferentes proveedores.
Si ya hemos
concluido que el turismo es una oportunidad y no tanto una amenaza, habrá que
trasladar el debate al tipo de turismo que queremos y que tipo de acciones
debemos impulsar para favorecerlo. Para ello tal vez, el concepto básico es el
de la “sostenibilidad”. Diríamos que alrededor de esa idea se es capaz de
conjugar los intereses tanto de los turistas como de los residentes en los
diferentes territorios. La masificación no es deseable para nadie e incluso hay
estudios que nos indican que el turista acepta pagar un “plus” por ese “turismo
sostenible” (que por otra parte es el que más crece).
La
sostenibilidad es un concepto con diferentes vertientes pero que se
interrelacionan entre ellas. Por un lado es la sostenibilidad en el tiempo, de
modo que los beneficios sociales y económicos del turismo no sean simplemente
“flor de un día”. Por otro lado, sostenibilidad tiene
implicaciones medioambientales. Es el respeto al medio natural, evitando su
degradación.
En
definitiva una vez que hemos definido el turismo como una oportunidad habrá que
tratar de definir lo que son las mejores estrategias para obtener los mejores
resultados (tanto a nivel económico como social). Situar en ese punto el debate
ya sería un logro. Definir esas estrategias excede con mucho lo que es el objetivo de este artículo.
Aquellos que
definen el “turismo como una invasión” harían bien en aclararnos qué porcentaje
de incremento del paro estarían dispuestos a asumir para acabar con esta
“invasión”.
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