Uno
tiene la sensación de que para un leonés solo es correcto lo que hace él personalmente o como mucho su
grupo de referencia. Todo lo demás o no existe o tiene algún grado de
imperfección.
Este
modo de ser y de actuar hace que cada leonés necesite “descubrir el
Mediterráneo por sí mismo”. Entiendo que esto es un obstáculo importante para
poder avanzar. En demasiadas ocasiones se parte de cero, cuando ya hay cosas
que se han hecho anteriormente.
Se
es muy crítico con lo que hacen “otros” pero se hace poca autocrítica sobre lo
que hace uno mismo. Muchas veces se pueden compartir las mismas ideas e
ideales, pero ello no impide que existan enfrentamientos absolutamente
enconados entre los que supuestamente se podrían considerar “compañeros de
viaje ideológicos”.
Esto
también supone que las posiciones críticas sobre un mismo hecho no significan,
que sean coincidentes en los planteamientos. El demandar que se hagan las cosas
de distinta manera, no implica que se considere que deban ser igual que las que
proponen aquellos otros que también lo critican. Todo ello nos lleva a que
existan tantos planteamientos como personas.
Hay
un ego importante que nos lleva a exaltar las propias tareas y a despreciar y
criticar las que pueden hacer otros. Esto nos lleva a que podamos tildar de
electoralista un determinado acto si lo hacen “otros”, pero no apliquemos el
mismo rasero si “lo hace mi grupo de referencia”.
Todo
ello supone que los leoneses nos llenemos de múltiples asociaciones pero con
muy pocos miembros cada una de ellas. Podríamos decir, sin caer demasiado en la
exageración, que hay más asociaciones que personas que las integran. Es
frecuente que una persona que esté en varias. Si las examinamos una a una
podríamos decir que “esta asociación” es la de “tal persona” y aquella otra la
de… Puede ser más complicada la diferenciación de esas asociaciones por los
objetivos que intentan perseguir. Es decir resulta más sencilla la
diferenciación “nominal” que la vinculada a los
objetivos de las diferentes asociaciones.
Se
da la paradoja que luego se quiere hacer una “coordinadora de asociaciones”,
pero claro resulta complicado. Por un lado no es fácil reunir a tantas
asociaciones diferentes para que pueda resultar algo que tenga la entidad
suficiente para que se la pueda denominar “coordinadora”. Podría existir el
riesgo que a la “coordinadora A” le saliera de inmediato una “coordinadora B”
que reuniera a algunas de las que no se
integraron en la primera. Incluso es posible que saliera una tercera y luego
intentar “coordinar a las coordinadoras”. Además existirían problemas de funcionamiento interno, de cómo
gestionar declaraciones comunes o llevar actos de modo conjunto. Probablemente
el lector sepa de lo que estoy tratando de escribir y de los diferentes
intentos de este tipo.
Recuerdo
en unas elecciones generales en las que probablemente el leonesismo haya batido
el record Guinness del individualismo. En
las papeletas para la elección de senadores figuraba “Prepal (sección Garzo)” y
“Prepal (sección Iglesias)”. Todo un resumen de ese individualismo leonés. La
elección se establecía en función de personas y por supuesto confundía a
aquellos que querían votar al Prepal y desconocían las pugnas personales que había.
También sorprende que la Junta Electoral permitiese que esas divisiones
internas llegasen incluso a la papeleta de voto.
Para
avanzar hay que hacer un esfuerzo de flexibilidad tanto en los contenidos como
en las personas que vayan a tratar de hacerlos efectivos. Hay que priorizar lo
que puedan ser los objetivos finales sobre la forma de tratar de llevarlos a
cabo o los protagonistas que lideren ese proceso. Los egos personales son
dificultades para poder avanzar. En demasiadas ocasiones se han generado luchas
frontales en el que las diferencias personales son más importantes que lo que
puedan ser los objetivos comunes. Así se han dado casos en que alguien firma un
determinado documento que otra persona ha elaborado, pero que cuando se recibe
el documento firmado se suprime esa firma por las discrepancias personales
entre el firmante y quien ha elaborado ese documento.
Estos
importantes egos nos llevan a paralizar las acciones. Como reyes del “bla, bla,
bla…” nos podemos sentar a debatir si son galgos o si son podencos, si es
corcel, caballo o alazán, pero en demasiadas ocasiones nos quedamos en esos
debates eternos. Entiendo preferible que no exista una total coincidencia en
las cosas con tal que ello posibilite una mayor acción.
Esas
posiciones nos llevan más ser crítico con lo que otros hacen que a hacer
acciones por nosotros mismos. Se está en exceso pendiente de lo que hacen
otros. Dedicamos más tiempo a la crítica
que a hacer algo aunque sea asumiendo algún grado de imperfección.
Hay
que hacer prevalecer los objetivos y fines a lo que puedan ser los
protagonismos personales.
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