Cuenta la historia que en 1.520 se celebraban Cortes en Santiago y La
Coruña. Por León habían asistido Martín Vázquez y Francisco Fernández de
Quiñones. La actitud de cada uno de ellos fue bien distinta, mientras Martín Vázquez
no prestó su aprobación a lo suplicado por el emperador, Francisco Fernández de
Quiñones transigió (siguiendo el ejemplo de Valladolid).
Cuando
Fernández Quiñones vuelve a León, amedrentado por los síntomas de rebelión,
hizo venir a dos mil asturianos para custodia y defensa de su persona. Aún con
ello no logró sofocar la rebelión.
Son muy
significativas las palabras que Ramiro Núñez Guzmán dirige a Francisco
Fernández (Conde de Luna), así le dice “dicen que consentisteis en el servicio y que
excedisteis en más de lo que vos fue mandado; si es así, grande pena merecéis
por ello”[1].
Es decir se le acusaba de no haber actuado como representante de la ciudadanía.
Por ello mismo se le calificaba de traidor.
Ramiro Núñez
hizo huir al Conde de Luna ocasionando importantes pérdidas entre sus tropas.
Otro grupo capitaneado por Pablo Villegas se apoderaba del palacio de los
condes de Luna. La rebelión había estallado en toda su dimensión. Cuentan las
crónicas que Francisco Fernández de Quiñones (Conde de Luna) se libraba de una
muerte segura huyendo a Valladolid donde encontró asilo.
Esta
historia nos cuenta hasta qué punto la sociedad leonesa exigía que aquellos que
acudían a las Cortes actuasen como verdaderos “representantes” y que no se
excediesen en sus funciones.
No he
pretendido dar una lección de historia, pero si he considerado oportuno
recordarla por cuanto en mi opinión tiene mucho que ver con los propios
acontecimientos de la actualidad. También con lo que fue el proceso por el cual
se producía la incorporación leonesa a la autonomía de Castilla y León.
Es evidente
que en las votaciones de las mociones leonesistas en los Ayuntamientos, la
división no es por la ideología de los distintos concejales. Las mociones
favorables a la autonomía leonesa han sido presentadas por concejales de UPL,
de Ciudadanos, del PP, del PSOE y también han recibido el apoyo de otros de
Vox, de IU o agrupaciones independientes. A la vez todos esos concejales han
tenido que soportar la presión de sus respectivos partidos ya sea en forma de
cartas, de visitas amenazadoras o de llamadas “al orden”. Lo habitual es que
esa llamada a la disciplina de partido se haya hecho desde fuera del ámbito
leonés. En algún caso se llegaba casi hasta el insulto. Se venía a decir “los
tontos y menos formados” votan por una autonomía leonesa y los “listos” (de
ciudad, claro) se oponían a esa petición.
Hoy como
ayer la división se establece entre los que han decidido que fundamentalmente
son representantes de su pueblo y los que han optado por “consentir y excederse en más de lo que os fue demandado”. No creo
que sea casual que las mayores reticencias a aprobar las mociones leonesistas
se hayan dado en algunos alcaldes con cargos en la Diputación. Hay que recordar
que mientras la elección de alcalde se hace por votación directa de la
ciudadanía en las elecciones municipales, la elección de las personas que
componen la Diputación la decide cada partido. Tal vez en ello podamos
encontrar la explicación de los motivos por los que los alcaldes son más
cercanos a su pueblo y como los partidos ejercen una mayor capacidad de
influencia entre los diputados de la Diputación.
No deja de
ser significativo que mientras en el Ayuntamiento de La Robla se votaba contra
la proposición de autonomía leonesa, en tres de sus juntas vecinales se votaba
favorablemente. Igual tiene algo que ver en ello, que el alcalde de La Robla
sea también Diputado de Hacienda en la Diputación de León. Las Juntas Vecinales
son instituciones mucho más a “pie de tierra”. Por cierto esas Juntas cada una
tenía un presidente distinto: uno era de Vox, otro de IU y otro del PSOE.
Sinceramente no creo que el rechazo a la moción leonesista sea por cuanto la
ciudadanía de La Robla pensase distinto a esas tres juntas vecinales. Entonces
habrá que buscar otro tipo de explicaciones.
Antes y
ahora los aliados de aquellos que traicionan la voluntad de los que representan los encontramos en
Valladolid. Cuenta la historia que en esas Cortes de 1.520 la primera ciudad en
plegarse a las demandas del emperador, fue Valladolid. Por ello mismo fue
también la ciudad que acogió en su huida al Conde de Luna. Podría decirse que
algunos han podido primar su propio interés en ascender políticamente a lo que
puedan ser las demandas de los ciudadanos que le han votado.
En
democracia es esencial el concepto de representación de la ciudadanía. Por ello
en esta Tierra de Libertades (que diría Rogelio Blanco) se exige el respeto a
las voluntades del pueblo. Probablemente ello también tiene que ver con
nuestros Fueros o el ser la Cuna del Parlamentarismo.
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