A
las víctimas directas de la pandemia habría que unir otras que aunque no
afectadas directamente por la enfermedad, si han padecido indirectamente las
consecuencias.
Soy de las
personas que hace unos meses salía puntualmente a mi ventana para aplaudir la
labor del personal sanitario. Mi madre (recientemente fallecida) también lo
hacía. Hoy sin embargo he comprendido que dentro del personal sanitario hay
personas que merecen todo el reconocimiento y otras el máximo desprecio. Como
se diría “hay de todo, como en botica”.
No puedo
entender que a una persona de 92 años que tiene consulta (programada y
aceptada) con su médica de cabecera y tiene que acudir a ella en silla de
ruedas, la médica ni siquiera sea capaz de recibirla en su ambulatorio. Que la
deje en la calle en un día frío del otoño leonés. Que ni siquiera acepte el
sellar las recetas que le solicitaba su cuidadora y con ello provoque que
tampoco pueda acceder a los medicamentos cuando los pide en la farmacia. Que
por toda respuesta le digan “que siga con los medicamentos como hasta ahora”.
Apenas cuatro días después esa persona que había acudido a consulta falleció.
No era enferma de Covid 19 pero desde luego fue una de las víctimas del propio
miedo de esa médica ante la pandemia. No creo que sea un caso único.
Habrá que
contar con más medios y priorizar lo que es fundamental respecto de otras cosas
que pueden ser secundarias. También habrá que considerar que la atención a los
enfermos del Covid 19 no puede ser algo exclusivo de la sanidad pública e
implicar a la sanidad privada en la atención a la pandemia. Sin embargo los
recursos son siempre, por definición, limitados por lo que no sólo es cuestión
de ampliarlos sino que también habrá que mejorar su gestión. Por ejemplo no
puede ser que se rompa la continuidad en la atención al enfermo cuando abandona
un hospital. A veces se tiene la impresión de que no existe esa continuidad en
la atención y que el enfermo se encuentra en “tierra de nadie” (ya no es enfermo
de hospital pero tampoco de la atención primaria de su médico de cabecera). Las
consecuencias de ello, pueden llegar a ser trágicas.
Entiendo que
el cansancio se acumula en el conjunto de la población y especialmente en un
personal sanitario directamente afectado. Las circunstancias son las que son y
tendremos que afrontarlas lo mejor posible.
Hay cosas
que podemos achacar a la falta de recursos pero hay otras que dependen más de
las formas de conducta. La comunicación con los enfermos puede ser esencial en
un momento dado. Hay personal médico que habla con el enfermo, que se interesa
por su estado, que le da información de
lo que ha podido ver y su evolución. Pero también hay otros que su visita a los
enfermos se diferencia más bien poco de la que pueda hacer un veterinario
cuando visita una granja. Esa no comunicación se extiende también a los
familiares y las personas que cuidan a ese enfermo.
En tanto hay
comportamientos y conductas muy diferentes, creo que es injusto el aplicar un
mismo baremos igual para todos. En esta y también en otras profesiones (como en
la educación por ejemplo) se hace necesario establecer mecanismos que permitan
premiar al que hace bien su labor y castigar al que no cumple con su deber. De
algún modo en esos baremos habría que tener en cuenta la opinión de los
directamente afectados. La justicia no siempre significa igualdad.
Lo que sí es
importante es que haya equidad en el reparto de los recursos sanitarios. No se
puede entender que de las 53 nuevas camas UCI que la Junta establece para el
conjunto de Castilla y León, 28 fueran para Valladolid, 0 para la ciudad de
León y 0 para Salamanca. Esa medida explica que con un menor número de
contagiados (tanto en números absolutos con en proporción) León y Salamanca
fueron confinados mientras Valladolid no lo era. Se entiende aún menos que los
grupos del PP y de Ciudadanos del Ayuntamiento de León hayan aprobado ese
reparto. Se promueve la obediencia a mi partido por encima del interés de la
ciudadanía. Los males siempre serán consecuencia de lo que hace el “otro”
partido pero “nunca” cuando eso se hace dentro del propio partido. Igual Carlota Amigo entiende que eso es un
signo del interés de la Junta por los leoneses. Yo no lo creo así.
Los
aplazamientos de consultas u operaciones o también el que la población evite el
ir a los hospitales son otros efectos colaterales de esta pandemia. En algún
momento volveremos a vivir dentro de un modo que se pueda asociar a lo que
hacíamos antes. No será igual, esperemos que hayamos aprendido algunas cosas de
esta dura lección que estamos viviendo ahora y al menos en alguna cosa se
mejore.
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