El
título de este artículo les recordará lo que podría ser la sentencia de un
tribunal de justicia absolviendo al encausado. Sin embargo, el tema que
pretende tratar, como verán, es bien distinto.
En el
momento que escribo estas líneas ha habido un pronunciamiento de unos 50
ayuntamientos favorables a una autonomía leonesa por tan sólo 9 que lo han
hecho en sentido contrario. El resto sencillamente no se ha pronunciado. Esto
supone una mayoría importante de votos favorables, que además suponen el 48,5%
de la población. No se puede confundir el no votar con la oposición a una
autonomía leonesa. Eso sería como si en cualquier referéndum el no voto se
adscribiese a una de las opciones que se votan.
Tanto en la
presentación de las mociones, como en el voto favorable a una autonomía leonesa
encontramos concejales de todos los partidos. Son muchos los ayuntamientos en los
que sin contar con representación de UPL se ha presentado y aprobado esa moción
leonesista. Así esas mociones han sido respaldadas por concejales del PP, del
PSOE, de Vox, de Ciudadanos, de U. Podemos, de IU, Independientes y de UPL.
Nadie puede dudar de que el apoyo a una autonomía leonesa es transversal y no
cabe asociarlo a un determinado planteamiento ideológico.
El que esa
moción haya sido aprobada hasta el momento en esos 50 ayuntamientos en
oposición a lo que son las directrices de esos partidos a nivel nacional es
también algo único. Será imposible encontrar ni en España, ni en Europa un caso
en el que 50 ayuntamientos voten en sentido contrario a lo que son las
consignas de su partido. Además teniendo en cuenta que eso ocurre no sólo en un
determinado partido, sino más bien en todos. Hay que recordar que las cúpulas
de PP, PSOE o de Ciudadanos (por ejemplo) se han posicionado contrarias a
modificar el mapa autonómico. Por ello creo que hay que dar mérito a esa
rebelión ciudadana en forma de posicionamiento de muchos de sus concejales.
No creo que
sea casualidad que entre los pocos ayuntamientos que se han posicionado en
sentido contrario encontremos “a los cargos”. Así la alcaldía de Cistierna la
ocupa Nicanor Sen que fue en su momento senador y ahora es vicepresidente de la
Diputación y portavoz del grupo socialista en esa Diputación. En el caso de La
Robla su alcalde Santiago Dorado es Diputado de Hacienda en la institución
provincial. En la ciudad de León el señor Silván cabe recordar que es senador y
que anteriormente había sido Consejero en la Junta de Castilla y León. Podría
pensarse que tras ello hay una cierta “recompensa” a seguir las directrices del
partido. No hay que olvidar las muchas presiones que han sufrido otros
concejales por dar primacía a lo que era el sentir de los ciudadanos que les
habían votado sobre lo que pudieran decir sus respectivos partidos.
Tal vez
ahora entiendan el título de este artículo. He querido expresar con él que la
libertad de elección en este proceso y en esas votaciones se vincula a “no
tener cargos”. No creo que la ciudadanía de Cistierna o de La Robla opine de
forma distinta a lo que lo han hecho los que viven en Riaño, en Boñar o en
Cuadros. También ha quedado demostrado que el sentido del voto no depende de la
pertenencia a uno u otro partido. Entonces la clave habrá que buscarla en otras
cosas. Unos alcaldes han podido ejercer su libertad y recoger el sentimiento de
sus ciudadanos. Otros han preferido
sujetarse a las directrices de sus partidos tal vez como el mejor método para
sostener sus cargos.
Ha habido
otras explicaciones. En su momento un alto cargo del PP en Castilla y León
venía a decir que “no es lo mismo los concejales de pueblo que los que viven en
una ciudad”. Vamos era un poco como decir que entre sus propios concejales
estaban “los listos, que vivían en las poblaciones con más habitantes” y los
“un poco tontos, de las zonas rurales”. Los “listos” eran los que obedecían sus
consignas y “los tontos” los que se oponían a lo que eran sus demandas. Luego
se puede llenar uno la boca con proclamas de solidaridad con la España vaciada.
A mi esas declaraciones han sido lo más parecido a un insulto y desde luego no
creo que sea una explicación convincente de lo que ha sucedido.
La rebeldía,
en cualquiera de los ámbitos, siempre ha supuesto algún grado de sacrificio.
Cambiar las cosas ha exigido muchas veces el perder bienestar personal para
poder alcanzar un objetivo social. El apostar por la dignidad y ser
representante de lo que desea la ciudadanía ha podido suponer restar
posibilidades de escalar dentro de un determinado partido. Sin embargo en León
son muchos los que han preferido “libertad
sin cargos a cargos sin libertad”.
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