En una orquesta encontramos personas que
tocan diferentes instrumentos. Esa riqueza de sonidos aporta valor a lo que
escuchamos. Hay un pentagrama que guía a cada uno de los interpretes y un
director que indica el momento y la forma en que cada cuál debe intervenir.
A mi me gustaría que el parlamento español funcionase a
modo de una orquesta. No hace falta la uniformidad en los planteamientos, a
unos les corresponderá tocar el violín, a otros la trompeta, a otros el tambor…
Sin embargo hay que conseguir que esa diferencia suene armónica. Para ello es
necesario entender que todos son parte de algo y que no caben las exclusiones y
tampoco la apropiación de la orquesta.
El progreso social y económico de un país se alcanzará
mucho mejor desde la unidad que surge de la diversidad. Es necesario entender
que hay un objetivo común, alcanzar a tocar una sinfonía que deleite a aquellos
que desde el patio de butacas escuchan. Claro, para ello es necesario que se
comprenda el valor que aporta cada músico en el conjunto, especialmente
aquellos que “tocan otros instrumentos” diferentes al mío.
Es perfectamente legítimo aspirar a cambios en la
orquesta, en su dirección o en la obra a interpretar. En el mundo hay muchos
tipos de orquesta, de directores y son muchísimos los tipos de música las
distintas orquestas pueden interpretar. Sin embargo en todos ellos hay algo que
es común, la armonía en la interpretación.
Si los violines hacen la música por su cuenta y entran
“en guerra” con las trompetas y los que tocan el violonchelo, resulta que eso
no podrá funcionar nunca. La pieza por interpretar saldrá bien sólo si hay
conjunción en los sonidos.
Estamos instalados en considerar que la culpa de todos
los males es siempre “del otro”. Pero claro ese otro a su vez lo achaca a su
opuesto. Muy pocas veces vemos asumir que hay algo de culpa en lo que nosotros
hacemos y de virtud en lo que hacen otros. Eso dificulta en gran medida la
posibilidad de rectificar en aquellas cosas que no van bien o en las que
simplemente nos hemos podido equivocar.
Cada orquesta fija su propio repertorio. El público puede
solicitar un bis, pero la elección de lo que se vaya a tocar corresponde al
propio director de esa orquesta. En ese sentido es necesario comprender los
límites que tiene cada administración. Pueden ser limitaciones de falta de
recursos, de conocimiento o simplemente de elección en las piezas que encajan
en la propia filosofía de la orquesta.
También creo que en demasiadas ocasiones la ciudadanía
tiende a situar en el plano de “los políticos” los problemas. Sin embargo en el
medio social que tenemos va ganando peso el grito y lo va perdiendo la palabra.
Si, eso puede ocurrir en los Parlamentos, pero ¿seguro que no lo ha
experimentado también en su cotidianidad ?
Como en una orquesta en toda organización social será
fundamental que se tenga un sentido de pertenencia e identidad con las metas a
alcanzar. Por ello lo primero que se necesita es fijar las metas y hacerlas
visibles al conjunto de la organización. La opacidad lleva a fomentar el
distanciamiento en los diferentes niveles jerárquicos. Habrá que compaginar
metas ambiciosas pero alcanzables, de modo que no lleven ni al relajo en su
consecución ni al desánimo por la imposibilidad de llevarlas a cabo.
Hay que pasar de “oír” a “escuchar”. Pero claro si
paseamos por nuestras calles podemos ver a muchas personas mirando el móvil y a
otras (o las mismas) con auriculares. Es decir estamos cada vez más “ciegos” y
más “sordos” ante todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Eso hace una sociedad
cada vez más individualista y con escasa capacidad para establecer pautas
comunes con aquellas personas que nos rodean. Nos quejamos mucho de lo que
hacen los políticos en el Parlamento pero ¿seguro que es muy diferente lo que
ocurre en una reunión de su comunidad?
Es una sociedad en la que se prima el valor de la imagen
y se evita los textos que superen unas pocas líneas. Tenemos problemas sociales
muy complejos que tal vez necesitan un alto grado de profundización que no
concuerda con ese medio social que he tratado de describir.
Nadie tiene la verdad absoluta y cualquier persona debe
de aprovechar la oportunidad de recoger el conocimiento que se le puede brindar
para mejorar al conjunto. Para ello se hace necesario que se conceptúe a las
personas que forman parte de la organización más como colaboradores que como un
potencial enemigo.
Desde el marco general de metas y objetivos de la
orquesta, habrá que fijar los particulares de cada sección. Conseguir armonizar
las diferencias puede ser clave para mejorar nuestro medio social. Hay que
tener en cuenta que la prosperidad de una sociedad depende actualmente mucho más de su
caracterización social que de las materias primas que pueda tener. Esperemos
armonía en nuestra orquesta social.
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