HACIA UNA ECONOMIA MAS RESPONSABLE.
En
una crisis como la actual, que nos está suponiendo tantos y tan graves
problemas creo que debemos evitar que nuestro único punto de mira sea el tratar
de demostrar cuán culpable es "el otro" de nuestra situación. Ello
nos lleva a unas actitudes tal
vez excesivamente complacientes con nosotros mismos y favorecer una pasividad
que impida poner medios para mejorar la situación actual.
Entendemos
que al haber llegado hasta donde hemos llegado puede hacer absolutamente
necesario tomar medidas de urgencia a través de políticas monetarias. En mi
opinión aquí sólo hay dos caminos de salida o más Europa o menos Europa.
Aquellos que dicen apostar por una Europa más unida deben dar muestras de que
apoyan ese gran proyecto.
Sin
embargo pensamos que esas medidas de urgencia no solucionan el problema de
fondo. Consideramos que se hace necesario un cambio en las formas de conducta
sociales. Son esas conductas irresponsables las que han generado la crisis y
por ello se hace imprescindible evolucionar hacia una sociedad más responsable.
Esa
trasformación del medio social es una tarea que implica a todos. En mi libro
¡irresponsables! trato de recoger algunas ideas que en el campo de la
educación, la economía, la administración o la unidad familiar deben de cambiar
para mejorar con ello nuestro medio social.
En
concreto en este artículo voy a centrarme en el ámbito de la empresa y el
ámbito de la economía en general. En nuestra opinión en la sociedad actual no
existe una correspondencia adecuada entre lo que cada ciudadano aporta al medio
social y la compensación que recibe del mismo. Así por ejemplo puede resultar
poco entendible que en una situación como la actual haya equipos de fútbol que
paguen a sus jugadores cantidades desorbitadas muy por encima de lo que puedan
recibir en Alemania.
Tanto
empresas como administraciones deben revisar sus procesos con el objetivo de
simplificarlos para ganar en eficiencia. La definición de tareas que clarifique
aquello que corresponde a cada uno, supone agilizar los procesos y plazos de
respuesta.
Hay
que volver a la cultura del esfuerzo, pero del esfuerzo recompensado. Los
esquemas igualitarios en las retribuciones llevan a premiar la ineficiencia y
la falta de esfuerzo. Especialmente importante será cambiar ese modelo en el
ámbito administrativo. Es irresponsable que reciba el mismo dinero un
funcionario con independencia de como ejecute su labor. También ello sería
aplicable al mundo de la empresa. Es necesario que la retribución económica se
ligue al propio desempeño del trabajo.
Hay
que avanzar en desarrollar sistemas que premien las conductas responsables
también en el ámbito laboral. Ello supone tanto trabajar más y mejor como tener
en cuenta las medidas de seguridad que llevan a disminuir la tasa de
accidentes.
En
la aportación al medio social será fundamental promover la creatividad como
factor de superación de las condiciones actuales para llegar a una sociedad
mejor. Podríamos decir que la creatividad es la chispa que impulsa los cambios
sociales en sentido positivo.
Ser
creativo implica riesgos. Para ello se hace necesaria la tolerancia al fracaso.
Es decir, admitiendo que explorar senderos nuevos no siempre lleva a mejorar el
camino, habrá que estimular particularmente a aquellos que logran avances en su
exploración.
Las
organizaciones deben favorecer cauces de expresión de las ideas y aportaciones
de las personas que los componen. No podemos permitirnos el lujo de que una
buena idea se quede sin posibilidad de desarrollarse por falta de cauces
suficientes para que llegue a la persona con capacidad para dotarla de los
medios necesarios. Habrá que facilitar los recursos desde la filosofía del
reconocimiento de que podemos encontrar aportaciones en las distintas personas
que forman ese medio laboral.
La
persona que aporta ideas para generar nuevos productos, para mejorar los
procesos debe de beneficiarse de sus propios procesos creativos. Hay que
eliminar las actitudes de soberbia que llevan a pensar que la única verdad y saber
se encuentra en uno mismo. Creemos más en la sabiduría del humilde que busca
las ideas a su alrededor.
En
cualquier plano es esencial saber escuchar. Creo que nuestra sociedad es cada
vez más autista. Basta pasear por las calles para ver un universo de orejas con
auriculares y dedos pegados a un aparato electrónico. Es un individualismo
irresponsable que nos impide recoger lo que de bueno nos pueda aportar la
persona que tenemos al lado.
Vivimos
en una sociedad en la que se priman bastante más las apariencias que las
esencias. No se valora tanto la calidad de un producto o de un servicio como el
que se pueda contar con el sello correspondiente. Eso puede suponer que se
hagan castillos en el aire que terminen derrumbándose.
Esta
crisis a puesto claramente de manifiesto que las apariencias terminan cayendo.
Así la crisis griega tuvo en buena medida su origen en haber presentado unas
cuentas falsas en las que se buscaba aparentar lo que no se era. Bankia entra
en crisis cuando se descubre que había un desfase importante en sus cuentas.
Aparentar
es querer disfrazar la realidad en función de las conveniencias sociales y los
intereses personales o de grupo. Cuando el objetivo nos resulta inalcanzable es
cuando con más intensidad buscamos que se nos vea como lo que no somos pero nos
gustaría llegar a ser. No hay mayor burbuja que la que se crea desde el prisma
de la apariencia y hay que recordar que en el fondo de esta crisis todos los
analistas coinciden en decir que había burbujas de irrealidades.
En
definitiva entendemos que debemos ir avanzando en cambiar modos de conducta que
nos lleven desde la irresponsabilidad a la responsabilidad, de modo que con
ello podamos contar con unos cimientos suficientes para asentar un futuro
mejor.
David
Díez LLamas
Doctor
en Sociología
Autor
del libro ¡irresponsables! Publicado en la revista Pymes
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