Cuando aquí
me refiero al concepto de “historia” no es tanto a la que pueden manejar los
expertos y eruditos, como aquella otra que inunda el medio social. Es decir la
que nos llega a través de los diferentes medios de comunicación, del cine, de
las series o la que podamos ver en las calles. En definitiva el propio concepto
de historia que se trasmite al conjunto de la ciudadanía. También a través,
muchas veces, de los propios procesos educativos.
Son
demasiadas las ocasiones en las que lo que son actos de propaganda se han
tomado como “hechos históricos”. Un ejemplo de ello serían los cantares de
gesta. Alguien con suficiente poder económico encargaba a un juglar que hiciese
un alegato de su personalidad. Evidentemente ello era una exaltación de aquel
que encargaba la obra y la pagaba. Sería el caso del cantar del mío Cid. El
problema ha sido que ese acto de propaganda personal, luego ha sido tomado como
hechos históricos y han contribuido a glorificar a ese personaje. Entiendo que
a nivel de expertos igual no es tanto así, pero a nivel de calle si lo es y se
sigue considerando al Cid una especie de gloria nacional. La propaganda ha
vencido a la historia.
En
contraposición, las Cortes Leonesas de 1.188 que la Unesco reconoce como Cuna
del Parlamentarismo, son fundamentalmente desconocidas por el conjunto de los
españoles. No se está logrando una suficiente difusión de un acontecimiento que
podríamos calificar de extraordinaria importancia. A esa historia podríamos
decir que “le falta propaganda”.
Desgraciadamente
esa ocultación de la historia en beneficio de la propaganda ha sido una fuente
esencial para crear la leyenda negra de España. En su obra “Imperiofobia y
leyenda negra” de María Elvira Roca Barea dice entre otras cosas: “Los franceses solo consideran población a
los nacidos en Francia o hijos de padres franceses y se desentienden por
completo de la población indígena, lo que les impide progresar en aquellas
tierras. Su actitud, como la anglosajona, contrasta poderosamente con la de los
españoles, que desde el principio incluyen en sus censos a los indígenas.” Sin
embargo es muy habitual que en los diferentes medios se venga a dar la versión
contraria.
Hay
colectivos más interesados en propagar una imagen positiva del colectivo al que
pertenecen que en conocer lo que de verdad pueda tener esa imagen. Muchas veces
esa propaganda se hace sobre la base de proyectar una imagen negativa del otro.
Por decirlo de algún modo “mientras más bajo seas tú, más alto soy yo”. Dicho
de otro modo si difundo una imagen negativa de ti tendré mayores posibilidades
de ganarme adhesiones.
Diría que esa
necesidad de “negar” al otro ocurre principalmente en todos los procesos de
separación. Sería el caso de cuando surge el protestantismo frente al
catolicismo. Podríamos decir que también sucede ahora mismo con los que
defienden las posiciones independentistas. Cuanto peor sea la imagen de aquello
de lo que se quieren separar mejor será para conseguir adeptos a sus
posiciones. Diría que por ello mismo los que se dicen “defensores de España” se
convierten en aliados de aquellos que en principio desean combatir. Una España
“rancia” y que se une a posiciones de extrema derecha es “menos apetecible” que
una España democrática.
Diría que es
particularmente peligrosa la unión de un marco territorial con una religión.
Sin embargo también es algo muy habitual. Es el caso de los anglicanos en
Inglaterra, de los calvinistas en Holanda o de los protestantes en Alemania.
También en España podemos hablar de cómo el nacionalismo vasco o catalán sienta
sus bases en la iglesia católica. Ese mismo caso sería aplicable al régimen
franquista que era “Caudillo por la gracia de Dios”. En todos ellos es muy
habitual el mostrar posiciones excluyentes. Sólo aquel que coincide con lo que
puedan ser sus formas de pensar se le considera perteneciente a esa identidad
territorial, al resto por mucho que hayan nacido en esa tierra no se les llega
a considerar españoles, ingleses…
Es también
bastante común que en esa difusión propagandista se esconden actitudes
racistas. Curiosamente aquellos que hablan de los españoles como una raza inferior
por su contacto con pueblos llegados de África son los mismos que luego
levantan el discurso de la leyenda negra española. Por ejemplo hasta 1.850 fue
perseguida por ley la presencia de cualquier miembro de la jerarquía católica
en Inglaterra, mientras la Inquisición había sido abolida en España en 1.834.
Estos no son sólo hechos del pasado. La unión de territorio y religión hace que
no sea posible acceder al trono inglés alguien que no sea anglicano. Incluso
podríamos sospechar que tras la renuncia de Carlos de Inglaterra al poder
podría estar el hecho de que su segunda esposa Camila sea católica y no
anglicana. Por supuesto esa unión entre religión y poder político cobra
especial fuerza en los países “musulmanes” (en los que sería inconcebible que
alguien con otra religión ocupase el poder).
Habrá que
conseguir que la historia vaya ganando peso a la propaganda, con ello ganaremos
los leoneses y el conjunto de los españoles. La historia no sólo la pueden
hacer los vencedores.
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