Hace
unos años (en el 2.017) se conmemoraba el 1.000 aniversario del nacimiento del
Fuero de León. En palabras de Rafael Gilbert “el fuero de León fue el primer
fuero municipal del que todos los demás pueden considerarse variantes”. Fue
replicado en 133 poblaciones leonesas lo que significa (tal y como recoge
Rogelio Blanco en su libro “Tierra de libertades) que ninguna otra Región
acumula tantos textos forales. Supuso también la primera recopilación de los
fueros en la península ibérica. Ya ven el Reino de León que no es ni autonomía,
tiene detrás una trayectoria histórica
que en nada tiene que envidiar a las que se dicen “nacionalidades históricas”. De
hecho las 4 referencias “históricas” las marca el escudo de España a saber:
Navarra, León, Aragón y Castilla.
No voy a referirme en este artículo a
los contenidos de ese Fuero, hay para ello personas especializadas que seguro
van a tratar de difundir mucho mejor sus contenidos. Mi objetivo aquí es el dar
un marco global de interpretación a los diferentes aconteceres que se fueron
dando en el Reino de León y que se enmarcan en la peculiar caracterización de
la personalidad leonesa.
En el 2017 fue la celebración del
Fuero y unos años antes la relativa a las Cortes Leonesas de 1188 por las que
la Unesco nos ha reconocido como “Cuna del parlamentarismo”. En ambos casos el
Reino de León suponen un alegato de defensa de un marco normativo, de la ley
como reguladora de las normas de convivencia. No cabe el arbitrio que hay que
asociar a las actuaciones indiscriminadas y al sometimiento de la voluntad
general a la individual de un determinado poder. Las normas suponían una
contención a los poderes reales o de los nobles en beneficio de la voluntad
popular. En Castilla se decía “do hay
reyes no mandaban leyes” mientras en el Reino de León era “do hay leyes no mandaban reyes”. La
diferencia es muy clara.
Frente a esta concepción de
“parlamentos” y “fueros” se contraponía otra que podríamos denominar “la ley de
la espada” o “la ley del más fuerte”. El poder se ha basado no en la capacidad
de convicción sino más bien en la fuerza para imponer aquello que se desea. En
las tierras leonesas se conmemoran cortes y fueros, en Castilla la referencia
son los héroes militares como El Cid Campeador. Castilla al fin y al cabo
recoge en su denominación la de un recinto militar que le da nombre. En otras
etapas de la historia se ha podido ver como Burgos o Valladolid han sido sedes
de distintas regiones militares (en concreto la VI en Burgos y la VII en
Valladolid). Fernando III es patrón de Castilla que destaca como referente en
distintas órdenes militares y que lidera el avance militar en lo que se ha
denominado “la reconquista”.
En tanto la “ley” surge del acuerdo
entre “varios”, ello hace que se dé un enfoque
a la realidad social más plural. Es el modelo leonés de “unidad en la
pluralidad” que tan importante es para resolver los problemas que hoy tenemos
en España. El modelo de “la espada” es más unitario y uniforme, hay alguien que
dice la norma que los demás deben acatar. Esa “unidad, uniforme” permite
avanzar militarmente. Se puede comprender que en la disciplina militar es
esencial una unidad de mando que evite órdenes contradictorias o contrapuestas.
Sin embargo mientras en un caso se buscaba separar el poder político del poder
militar, en el otro no se establecía esa separación.
A los reyes de la palabra y del
debate, nos puede faltar una mayor eficacia en las decisiones. El Reino de León
es muchas veces el “Reino del bla, bla, bla…”. Esos debates eternos están en
nuestra propia cultura en actos como las cantaderas o las cabezadas. Uno diría
que el leonés más que con un pan bajo el brazo viene con un libro. Lo que
ocurre es que a veces de tanto pensar y deliberar no nos movemos del sitio en
el que estamos, no avanzamos. La política es mucho más lenta a la hora de tomar
decisiones.
Diríamos que se hace necesario
compatibilizar libertad y eficacia. Compaginar el debate con la acción. El
leonés es más de “decir” que de “hacer” y ello nos lleva a perder demasiadas
oportunidades. Si un vasco se encuentra en una ciudad y no encuentra la salida
al lugar al que se dirige dará las vueltas que sean necesarias hasta que
finalmente encuentra el indicador deseado. En ese ejemplo, el leonés lo primero
que haría es parar el coche, mirar los mapas, ver la calle en que se encuentra
y en función de ello diseñar un plan de salida. Ello hace que en esa tesitura
el vasco encuentra antes el lugar por donde debe de salir. Hoy tal vez con el
GPS nos iguale a todos.
También hay que decir que aquello “que
se cocina al fuego lento” del debate tiene mayores visos de duración. La ley de
la espada dura lo que el poder de aquel que la maneja y tiende a suscitar la
rebelión a sus imposiciones. Así sucedió en la edad media cuando se acaban los
avances militares y se entra en un declive económico. Cuando se pide ayudas
para superar esa situación, la respuesta del resto de territorios vino a ser
“yo no colaboro con campañas que no he decidido hacer”.
Es necesario proyectar una imagen más
potente de lo que ha significado El Reino de León a lo largo de la historia,
sin duda mucho más importante de lo que actualmente se nos reconoce. Ello sería
beneficioso no sólo para los leoneses, también lo es para el conjunto de los
españoles.
Artículo publicado en la revista Teleno del Hogar Leonés de Bilbao (n1, 2021)
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